Cualquier
acto de reparación para resarcirme de tanta profanación hacia Mi
Santísimo Sacramento, de tanta blasfemia hacia Mi Santa Iglesia, de
tanta ignominia y ultraje hacia Mi Santa Madre, Yo lo agradezco
infinitamente, porque el alma que comprenda que debe reparar a su Dios,
es un alma que la guía Mi Santo Espíritu. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, el pecado ha
existido desde la creación del primer hombre. Y desde tiempos
inmemorables Mi Corazón Divino soporta los juicios blasfemos de los
hombres y, antes de ser Hombre, Mi Padre y Yo soportábamos en las Tres
Divinas Personas también pecados, crímenes, blasfemias y ataques
a Nuestra Divinidad por parte de las criaturas, que ingratas y necias
se vuelven contra su Creador, contra su Dios, porque esperan ellas solas
superar con sus fuerzas limitadas y enflaquecidas las pruebas y
vaivenes de la vida, ignorando a su Dios y Señor que además es también
Padre de todos ellos.
Pero hijos, así es la criatura
de mezquina. Muchos nada quieren con su Dios, aunque crean. La soberbia
es un mal terrible para el alma, los vence ante el amor que Mi Santo
Espíritu les presenta hacia su Dios y Creador, y así, muchos mueren
asfixiados por su propia soberbia, porque no quieren dar su brazo a
torcer y posponer su actitud, aceptando a Dios Altísimo, Uno y Trino y
hacerlo centro de sus vidas. Yo, Jesús, os hablo.
¡Ay hijos Míos! ¡Que poderosa es
la humildad! Una persona puede no tener educación, no tener cultura, no
saber expresarse, puede no conocer Mis Sagradas Escrituras, pero si es
humilde Me agrada más que cualquier erudito del mundo. Aunque
no se sea mala persona, pero si carece de humildad, carece de la virtud
que al igual que la fe más Me agrada. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, que vuestro orgullo
no sea en vosotros veneno mortal para vuestras almas. Sed humildes.
Aprended de Mí que Soy manso y humilde de Corazón. Reconoced
humildemente ante Mi Sagrario y ante Mis confesores vuestros fallos y
vuestras faltas. No os disculpéis por ellas, Yo se mejor que vosotros
mismos vuestras intenciones y las situaciones que os llevaron a pecar,
pero ya que habéis pecado, contrarrestarme la ofensa que Me hicisteis
con vuestro reconocimiento de culpa y vuestra humildad, y veréis como Mi
gracia divina se deja ver admirablemente en vuestras acciones.
Yo,
Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que ponga en práctica
este mensaje.