*Envié a Jesús para que me llamarais Padre



Hijos de Dios, Soy el Padre Eterno quien os habla, el Altísimo, aquel de quien hablaron los profetas y cuyo nombre se pronuncia una y otra vez en  la Santa Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento. Yo Soy un Dios de bondad y de amor y, si no Me amáis o no os dirigís a Mí en vuestras aflicciones, es porque no Me conocéis. Yo, Padre Eterno, os hablo.
 

Como el conocimiento que os dieron de Mí los profetas y patriarcas del Antiguo Testamento no fue suficiente para que Me amarais como Yo deseo ser amado y honrado, mandé a Mi divino Hijo para que os hablara de Mí y para que os enseñara a llamarme Padre que es como deseo que se Me llame.

Hijos Míos, ¿como un padre no va a amar a los hijos que El mismo creó? ¿No comprendéis que eso no es natural? Yo os amo a pesar de que sois pecadores, a pesar de que Me tenéis ignorado y de que no Me dais el culto adecuado que Me corresponde, pero aun así, Yo os amo y vuestro hermano Jesús es Mediador ante Mí, intercediendo constantemente por vosotros para libraros de los castigos eternos.

Hijos, debéis leer sobre Mí, sobre Mi poder y bondad, porque aunque Soy el Poderoso y nadie lo es como Yo, también soy el Bondadoso y nadie lo es como Yo, porque toda bondad viene de Mí y es un tenue reflejo de la Mía. Yo, Padre Eterno, os hablo.

El alma que Me ama y Me busca va por caminos que Mi Santo Espíritu le ha enseñado, y va bien guiada hacia las moradas celestiales. Aprended de Mi hija María, la Madre de Mi divino Hijo que Me amó y Me dio culto toda Su vida y no tenía palabras para agradecer las maravillas que obré en Ella al hacerla Madre de Mi Unigénito. Yo, Padre Eterno, os hablo.

No Me tengáis miedo, tenerme respeto es bueno pero no Me tengáis miedo, el santo temor que Me tengáis por ser un Ser justo y equitativo, es bueno, pero tenerme miedo, terror, eso no es inspirado por Mi Santo Espíritu que desea que Me améis y Me honréis como único y verdadero Dios. Quien esto entiende y lo pone en práctica ha encontrado la base, el cimiento de la verdadera vida cristiana. Yo, Padre Eterno, os hablo y Me dirijo a vosotros invitándoos a que vengáis a Mí y Me honréis y Me améis. Yo, Padre Eterno, os espero. Venid hijos Míos, venid a los brazos de vuestro Padre y llenadme de alegría al hacerlo.
 
Yo, Padre Eterno, os hablo y os bendigo.