*Salvad a los agonizantes

 

Dice Jesús:

Siempre habrá quien diga que no merece la pena hacer nada de eso (intentar salvar el alma del moribundo), porque tal vez el agonizante ha llevado una vida de pecado y vicios y ahora en el último momento no se va a arrepentir y salvar… 

Esto es sólo algo de verdad y una argucia de Satanás, por eso os digo que le habléis de la Misericordia de Dios y del buen ladrón que arrebató el Cielo al verme a Mí en Mi Agonía con él… y Yo, Jesucristo, que Soy la MISERICORDIA DIVINA, actuaré… Pero vosotros haced vuestra parte. Lo mejor sería estar a solas con el moribundo o el enfermo, que sabéis va a morir pronto o dentro de unos días… además de lo dicho, podéis y debéis también enseñarle y ayudarle a orar, si no sabe, o no se acuerda, o por su debilidad no habla o contesta, pero si está despierto, el oído puede seguir oyendo… y siempre podéis decirle estas ORACIONES al oído o en voz alta si está consciente y atendiéndoos, las repita él con vosotros o no, pero sí con su mente…

Jesús, José y María, os doy el corazón y el Alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, descanse en paz mi Alma, en vuestra compañía.
¡Señor, pequé! ¡Perdón y misericordia para este pobre pecador!
Jesús, Redentor mío, me arrepiento de todos mis pecados,
perdono a todos los que me han ofendido…
y pido perdón a todos los que yo he ofendido. (o el Padre Nuestro)
Sangre de Cristo, purifícame de todas mis culpas. Amén. 

Si el enfermo está sedado, podéis decir las oraciones por él, a su oído, pues el alma siempre oye y siempre ve…


Podéis concluir dándole vosotros mismos la Bendición Trinitaria a la vez que le hacéis la Señal de la Cruz con vuestra mano derecha como lo haría el cura


Muchos reaccionan a la hora de su muerte según su fe, más que según haya sido su vida… porque la FE en Mi Muerte y Resurrección es más importante que la vida material, ya lo dice la Escritura: “MEJOR ES EL DÍA DE LA MUERTE QUE EL DEL NACIMIENTO”, (cf: Eclesiastés 7,1) porque en la vida entráis llorando y durante ella hay más sufrimientos que alegrías… pero en la muerte se decide la VIDA ETERNA con Dios, para la que habéis sido creados y nacidos, o una muerte desgraciada para siempre…

Esta es una luz que sólo Yo, Jesús Resucitado, os he traído, y es vuestra mejor ESPERANZA, que tenéis que alimentar con Mi Palabra y mi Gracia hasta el fin de vuestras vidas; que Satanás y sus ayudantes os la quitan.

Porque: “DONDE ESTÁ EL CADÁVER, ALLÍ SE JUNTAN LOS BUITRES.” (cf: Mateo 24,28)

Esto quiere decir que a la hora de la muerte los demonios acuden alrededor de los moribundos esperando llevarse la presa que es el Alma, y como buitres, lo atemorizan con las tentaciones más fuertes y peligrosas de su vida, aún a los más santos… Les presentan todos sus pecados y momentos negativos de su vida que le pueden quitar la esperanza de salvación de su Alma, llevándolos a la DESESPERACIÓN, o al desprecio de la poca o mucha fe que tenga el moribundo… Le perturban la mente con visiones horribles y se le muestran al moribundo tal como son sus espíritus rebeldes y deformes… De aquí que dijera mi Apóstol San Agustín, que: “Nadie sale de esta vida sin haber visto antes al demonio…”.

Lo que sucede las más de las veces es que los que asisten al enfermo moribundo, así como los familiares, cuando él dice o describe lo que está viendo, piensan y creen que son visiones o imaginaciones del moribundo, por los efectos de la fiebre o los fármacos… E igual les sucede a los que toman las drogas… pero con frecuencia, no siempre, son visiones demoníacas verdaderas. 

Por tales motivos, la HORA del moribundo es decisiva para la SALVACIÓN ETERNA DE SU ALMA, porque el agonizante se encuentra librando su última batalla, y aunque está rodeado de gentes y familiares, que hablan o hacen todo menos REZAR, se encuentra solo, débil, dolorido, inquieto y sin poder reaccionar o hablar…


Pero mientras tanto ORAD mucho y cada día y noche por los AGONIZANTES, hijos míos… y también por los que van a morir de muerte repentina, violenta e imprevista, con esa oración que os enseñé:

Jesús, Redentor nuestro, te ruego para que dejes caer
una gota de Tu Preciosísima Sangre, sobre cada pecador
que vaya a morir hoy de muerte repentina o violenta. Amén.