*Jesús habla de Satanás

Confidencias de Jesús a un Sacerdote. Mons. Ottavio Michelini

26 de Mayo de 1976
YO LO PERMITO


Escribe, hijo.


Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios, he sufrido por un tiempo la malvada acción de Satanás, saturado de odio y de envidia, a través de Judas, enteramente dominado por mi irreductible Enemigo; hoy la sufro a través de tantos Judas que celebran el Sacrificio de la Santa Misa en pecado mortal, y en pecado administran mis Sacramentos.

Satanás, por lo tanto, obra junto a Mí y ninguno se asombre si Yo permito que así sea.
Los motivos son bastantes. No quiero coartar su libertad; Satanás ha escogido libremente el mal, y en él está congelado. He querido así quitarle la razón que ciertamente habría usado para justificar su última derrota en el día del Juicio Final.

Lo que hoy se realiza en el alma de muchos Sacerdotes míos, instigados e insidiados por el Demonio, es tan grave como la sacrílega traición de Judas. Es más, es una traición continua y cínica.
La acción supersacrílega de Satanás no es creída ni valorada en sus nefastas consecuencias.
No se cree en el que es la primera causa de vuestros gravísimos males, no se cree en Satanás, cuyo atrevimiento no tiene medida. Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, respondo a la acción de Satanás con un acto de humildad, primero lavando los pies de mis Apóstoles y luego instituyendo el Sacramento de la Eucaristía.

A la desmedida soberbia de Satanás he dado una respuesta de infinita humildad y la sigo dando todavía a los nuevos Judas que se suceden a través de los siglos.
Vigilad y orad. Di a mis Apóstoles otra preciosa enseñanza para no caer en las insidias y trampas de Satanás: "Vigílate et orate ut non intretis in tentationem" .


Con su comunión sacrílega, Judas concretó en sí las palabras: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre indignamente, come y bebe su propia condenación". Tremendas palabras que tienen su cumplimiento en el alma de aquellos sacerdotes que concluyen mal su prueba en la tierra.

 
Satanás tentó a los Apóstoles, que estaban junto a Mí, y los doblegó a su querer, porque no hicieron un tesoro de mis palabras: "Vigilate et orate", que les dirigí para advertirlos y prepararlos contra la tentación del Enemigo. ¿Cómo pueden salvarse de la ruina espiritual aquellos Sacerdotes que rezan tan poco y los que ya no rezan? ¡Cuánta verdad en las palabras de San Alfonso: "El que reza se salva, el que no reza se condena!”

El demonio hizo buen juego con los Apóstoles que en Getsemaní huyeron vilmente; entre los doce, uno me traicionó y otro renegó de mí jurando que nunca me había conocido.

Satanás hizo buen juego con los Sacerdotes hebreos, hipócritas, egoístas e impuros. No rezaban sino en publico. No por convicción, sino por ostentación: su fe no era verdadera sino sólo formalismo exterior. Este género de Sacerdotes no se ha extinguido, sino que continúa pululando en mi Iglesia. Mi Iglesia será limpiada de estas víboras que intoxican con su veneno a los que se les acercan.

Satanás obró con éxito sobre Pilato, sobre los soldados del templo, y sobre los soldados romanos, hecha alguna excepción.

Satanás trató de obrar en los dos ladrones que fueron crucificados Conmigo: pero uno supo creer, me imploró y se salvó; el otro no creyó y murió blasfemándome.

 
No perdona a ninguno Satanás no perdonó a ninguno, ni siquiera a mi Madre, cuyo ánimo insidió con la duda sobre mi Resurrección; pero no pudo hacer ni el más pequeño rasguño al Alma Inmaculada de María, Templo resplandeciente del Espíritu Santo.

Pocos son los que, aun siendo tentados quedan inmunes a la acción corrosiva del Demonio.
Recordad: aun los buenos discípulos de Emaús y tantos otros amigos míos tampoco fueron excluidos de la tentación y cedieron al descorazonamiento.


La nefasta obra de Satanás desde la caída del hombre no ha sufrido mengua y no la tendrá hasta la consumación de los tiempos, cuando también él será juzgado por segunda vez con todas sus legiones.

Entonces deberá admitir desesperadamente el haber perdido la guerra provocada y combatida por él, a pesar de la libertad de acción que le fue concedida.

En aquel día tremendo, en el que resplandecerá la Justicia divina, se le quitará la posibilidad de dañar. Entonces deberá admitir vergonzosamente que Él, Lucifer, la criatura más bella del universo, la criatura más inteligente y potente, ha sido derrotado por una débil criatura humana, muy inferior a él por naturaleza, pero inmensamente superior a él por Gracia.

Este será su humillante tormento por toda la eternidad. No menor tormento sufrirán las almas condenadas, de modo particular los Consagrados traidores, por los cuales te invito a rezar y a ofrecerte, para que se conviertan y vivan.
Contigo, hijo, bendigo a todos mis Sacerdotes.