*Milagro eucarístico en Blanot (Francia)

Blanot es un pueblecito francés del cantón de Liernais, que antes de la Revolución Francesa pertenecía a la Diócesis de Autun. 

Su Obispo, Pierre Bertrand, hizo una investigación canónica el mismo año en el que ocurre el milagro. Gracias a estos documentos contemporáneos poseemos una relación detallada de los hechos.

El día de Pascua de 1331, muy de mañana, Messer Hugues de Baulmes, Vicario de Blanot, celebró la Misa y distribuyó la comunión. Cuando la fue a recibir Jacquette, viuda de Renaud, un trocito de la Hostia consagrada cayó de la boca de esta mujer sobre un paño sostenido por dos acólitos.

Jacquette no se dio cuenta, pero uno de los acólitos, Tommaso Caillot, vio que la Partícula estaba a punto de caer y llamó al sacerdote que ya estaba guardando el copón en el altar: “Sire, Sire, vuelva aquí, porque el Cuerpo de Nuestro Señor ha caído de la boca de esta señora en el paño”.

El celebrante vino a recoger la Partícula caída en el paño pero, de repente, la Partícula, de un tamaño de una quinta parte de una Hostia normal, del tamaño de una moneda pequeña, desapareció y en su lugar se vio que del paño surgía una gota de sangre.
"Viendo esto, -relata el proceso canónico- el Vicario lavó el paño en la sacristía. Pero tras haberlo lavado y frotado, una, dos, tres, cuatro y cinco veces, cuanto más lo lavaba, la mancha de Sangre se hacía más roja y más grande. El Vicario, maravillado y llorando, pidió un cuchillo y Tommaso Caillot le dio el suyo. Entonces cortó sobre el altar la parte del paño que estaba roja y la colocó en un relicario después de haberla mostrado a la gente diciendo: “Buena gente, podéis creer que aquí está la preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo, porque yo he tratado de todas las maneras posibles de lavarla, pero no he logrado de ninguna forma separarla de este paño”.

El culto de la reliquia

Informado el Obispo de Autun, mandó a su Oficial, Jean Javroisier a examinar el hecho. Éste llegó a Blanot acompañado del Arcipreste de Lucenay, del señor d'Effours, Ugo Chapelot y del Notario real y apostólico, Stefano Angovrand. 

Comparecieron Jacquette Renaud, el sacerdote y todos los testigos, declarando que “clara, expresa, ocular y manifiestamente ellos han visto esta partícula de la Hostia transformarse en esta gota de sangre”.

El Oficial, tras haber examinado la parte ensangrentada del paño y haber escuchado los testimonios, declaró que había que creer en el milagro. El Obispo lo aprobó. 
Al año siguiente, el Papa Juan XXII concedió indulgencias a todos los que hicieran celebrar Misas en la iglesia de Blanot o bien ofrecieran ornamentos sagrados o acompañaran a la Eucaristía en procesión. 

La reliquia se colocó en una urna de cristal. 

En el siglo XVIII el Obispo de Autun, Mons. Montazet, examinó el paño y vio que el tejido aún estaba rojo y perfectamente conservado, a pesar de la humedad de la iglesia.
Durante cuatro siglos, acudían a Blanot procesiones de los alrededores. Los párrocos las suspendieron hacia 1740, porque la gente se dedicaba después a diversiones de mal gusto.

Durante la Revolución Francesa, el sagrario fue destrozado y la iglesia asaltada y robada. Querían romper el relicario, pero un habitante de Blanot lo impidió y dos buenos cristianos, Dominique Cortel y su hermana Lazarette, se llevaron la reliquia a su casa. Los domingos y fiestas los fieles acudían para orar ante este tesoro. Pasada la tormenta revolucionaria, volvió a la iglesia.

Hoy se sigue venerando el paño con la sangre. A pesar de los siglos no se ha convertido en polvo y las manchas de sangre se siguen viendo claramente. 
Anualmente se le rinde especial veneración el día del Corpus.