Pilatos
ha pronunciado la sentencia. Hijitos Míos, consideren atentamente
cuánto sufrió Mi Corazón… Desde que Me entregó en el Huerto de los
Olivos, Judas anduvo errante y fugitivo sin poder acallar los gritos de
su conciencia, que lo acusaba del más horrible sacrilegio. Cuando llegó a
sus oídos la sentencia de muerte pronunciada contra Mí, se entregó a la
más terrible desesperación y se ahorcó.
¿Quien podrá comprender el
dolor intenso de Mi Corazón cuando vi lanzarse a la perdición eterna esa
alma que había pasado tres años en la escuela de Mi amor, aprendiendo
Mi doctrina, recibiendo Mis enseñanzas, oyendo tantas veces cómo
perdonaban Mis labios a los más grandes pecadores? ¡Judas! ¿Por qué no
vienes a arrojarte a Mis pies para que te perdone? Si no te atreves a
acercarte a Mí por temor a los que Me rodean, maltratándome con tanto
furor, mírame al menos; verás cuán pronto se fijan en ti Mis ojos.
Almas que están enredadas en los mayores pecados... Si
por más o menos tiempo han vivido errantes y fugitivas a causa de sus
delitos, si los pecados de que son culpables los han cegado y endurecido
el corazón, si por seguir alguna pasión han caído en los mayores
desórdenes, no dejen que se apodere de ustedes la desesperación cuando
los abandonen los cómplices de su pecado y cuando su alma se de cuenta
de su culpa... Mientras el hombre cuente con un instante de vida, aún
tiene tiempo de recurrir a la Misericordia y de implorar el perdón.
Si son jóvenes y los escándalos de su vida pasada los
han dejado en un estado de degradación ante los hombres, ¡no teman! Aún
cuando el mundo los desprecie, los trate de malvados, los insulte, los
abandone, estén seguros de que su Dios no quiere que su alma sea pasto
de las llamas del infierno. Desea que se atrevan a hablarle, a dirigirle
miradas y suspiros del corazón, y pronto verán que Su mano bondadosa y
paternal los conduce a la fuente del perdón y de la vida. Si por malicia
has pasado quizá gran parte de tu vida en el desorden y en la
indiferencia, y cerca ya de la eternidad la desesperación quiere ponerte
una venda en los ojos, no te dejes engañar, aún es tiempo de perdón.
Oigan bien: si les queda un segundo de vida, aprovéchenlo, porque en él
pueden ganar la vida eterna.
Si ha transcurrido su existencia en la ignorancia y el
error, si han sido causa de grandes daños para los hombres, para la
sociedad y hasta para la Religión, y por cualquier circunstancia conocen
su error, no se dejen abatir por el peso de las faltas ni por el daño
de que han sido instrumento sino, por el contrario, dejando que su alma
se penetre del más vivo pesar, abísmense en la confianza y recurran Al
que siempre está esperándolos para perdonarlos.
Lo mismo sucede si se trata de un alma que ha pasado los
primeros años de su vida en la fiel observancia de Mis mandamientos,
pero que ha decaído poco a poco del fervor pasando a una vida tibia y
cómoda... No ocultes nada de lo que te digo, pues todo es para beneficio
de la humanidad entera. Repítelo a la luz del sol, predícalo a aquel
que quiere verdaderamente escucharlo.
El alma que un día recibe una fuerte sacudida que la
despierta, ve de pronto su vida inútil, vacía, sin méritos para la
eternidad. El maligno, con infernal envidia, la ataca de mil maneras,
abultándole sus faltas; le inspira tristeza y desaliento, acabando por
llevarla al temor, a la desesperación.
Alma que Me perteneces, no hagas caso de ese cruel
enemigo y, en cuanto sientas la moción de la gracia al inicio de tu
lucha, acude a Mi Corazón; siente, contempla cómo vierte una gota de Su
Sangre sobre tu alma y ven a Mí. Ya sabes dónde me encuentro: bajo el
velo de la fe...
Levántalo y dime con entera confianza tus penas, tus
miserias, tus caídas... Escucha con respeto Mis palabras y no temas por
lo pasado. Mi Corazón lo ha sumergido en el abismo de Mi Misericordia y
Mi amor. Tu vida pasada te dará la humildad que te llenará. Y si quieres
darme la mejor prueba de amor, ten confianza y cuenta con Mi perdón.
Cree que nunca llegarán a ser mayores tus pecados que Mi Misericordia,
pues es infinita.
Jesús a Catalina Rivas