«Vivíamos y nos formábamos en una habitación»,
denuncia Tomás Zhang, futuro sacerdote becado a través de la Jornada de
las Vocaciones Nativas. El régimen comunista controla los movimientos de
los cristianos fieles a la Iglesia Católica.
«En una misma habitación
dormíamos, recibíamos clases y rezábamos ocho seminaristas». Capilla,
dormitorio y aula en unos pocos metros cuadrados. Durante un año y
medio, éste fue el seminario de Tomás Zhang.
«Fue mi primera experiencia de pertenecer a la Iglesia perseguida. Nos cedió tres o cuatro habitaciones. No podíamos salir mucho para no despertar sospechas. Así vivíamos, sin canto ni llanto», explica, consciente del peaje que ha de pagar por formar parte de la llamada Iglesia clandestina de China.
«Yo prefiero llamarla la Iglesia fiel a Roma», añade este diácono que ha vivido en primera persona el férreo control del régimen comunista que sólo reconoce a aquellos sacerdotes que se muestran afines al sistema. «Al
principio éramos una Iglesia, pero el régimen cogió un cuchillo y la
dividió. Aunque entre nosotros nos queremos, no hay mucha relación».
Tomás estuvo en Madrid para presentar la Jornada de Vocaciones Nativas, que Obras Misionales Pontificias convoca para este domingo y que busca promover las becas de estudio para los futuros sacerdotes y religiosas en territorio de misión. Precisamente Tomás se está formando en Pamplona: «El hecho de tener que cuidar nuestra fe en lo oculto hace que los sacerdotes tengan poca formación, algo que se intenta suplir con la piedad. Sin embargo, yo siempre digo que si un sacerdote es tonto, tontea a la gente», explica con buen humor.
Tomás estuvo en Madrid para presentar la Jornada de Vocaciones Nativas, que Obras Misionales Pontificias convoca para este domingo y que busca promover las becas de estudio para los futuros sacerdotes y religiosas en territorio de misión. Precisamente Tomás se está formando en Pamplona: «El hecho de tener que cuidar nuestra fe en lo oculto hace que los sacerdotes tengan poca formación, algo que se intenta suplir con la piedad. Sin embargo, yo siempre digo que si un sacerdote es tonto, tontea a la gente», explica con buen humor.