*En Miami han perdido el norte


 


















5.04.13  por Miguel Vinuesa

Llevamos una temporada que no saben qué hacer con los religiosos que tienen un mínimo impacto en la vía pública. Ahora es Miami, que le ha dicho a las Misioneras de la Caridad que dejen de hacer “negocio” dando de comer a los pobres. Y, efectivamente: es el mejor trato que se puede hacer el renunciar a cualquier riqueza y beneficio para ganar tu alma.
Sin embargo, las monjas se han defendido bien, dando a entender que no sacan un duro dando de comer a gente de la que la ciudad -y el Mundo en sentido amplio- se desentienden. Resulta, eso sí, mezquino de acusarlas de sacar provecho terrenal alguno por una labor que se resume en una palabra que entendemos cada vez menos: Caridad.


No en vano, aquí en Ginebra existe una ley desde 1875 que prohíbe a los religiosos residentes el vestir de hábito sacerdotal. Conozco a unos pocos que se la ponen por montera -como debe ser-, pero la mayoría de sacerdotes ginebrinos fuera de las sacristías se atienen a lo que han vivido toda la vida. Otra sutil manera de descristianizar el espacio público, considerando a los ciudadanos como unos imbéciles cerriles que serían incapaces de convivir si se cruzan a una monja o a un cura por la calle. Aunque quizás mejor no dar ideas, que en España nos da por copiar todo lo malo. Y hay políticos que solo necesitan una excusa.

Por mi parte, el hábito religioso no me molesta. Ni el de los curas, ni el de otras religiones. Puedo incluso comprender un Burka si acaso éste fuera aceptado voluntariamente por una devota mujer musulmana… . No entiendo a los que el mínimo alzacuellos les produce urticaria, aunque te pongas una camisa que se aleje de los cánones de negro-gris del clergyman moderno. Y no sÓlo a gente alejada de la religión les produce eso. Los hay que llevan muchas primaveras ordenados.

A esos la verdad que no se les debe ni entrar a debatir. ¿Te gusta? Bien. ¿No te gusta? No pasa nada. Son cosas de la fe, que si no vienen desde arriba, pienso que la razón poco puede hacer. El polemizar nunca ayuda, es más: hasta puede ser perjudicial.

Total, que si en Miami han perdido el norte y terminan echando a las buenas misioneras de la caridad,  los únicos que saldrán perdiendo serán los 300 pobres de la ciudad estadounidense que hacen uso del comedor. Si tan molesta resulta esa actividad ¿Por qué la ciudad no se pone manos a la obra y saca a esas personas de la pobreza tan extrema? Ni ellos entienden sus motivaciones…

Así que sencillamente, y deseándoles una buena Pascua, les pido que recen por las misioneras y todos aquellos cristianos que dan testimonio valiente de su fe.

Miguel Vinuesa