Zenit 9 abril 2013
El presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, José
Policarpo, en su discurso de apertura de la 181 Asamblea Plenaria el 8 de
abril, indicó que el papa Francisco le pidió dos veces que consagrara su
ministerio a Nuestra Señora de Fátima.
“El papa Francisco -indicó el cardenal patriarca- me pidió
dos veces que consagrara su nuevo ministerio a nuestra Señora de Fátima. Es una
petición que puedo cumplir en el silencio de la oración”.
Si bien, añadió, “sería bello que toda la Conferencia
Episcopal se asociara a la realización de esta petición.
María nos guiará en todos nuestros trabajos y también en la
forma de dar cumplimiento a este deseo del papa Francisco”.
Estaban presentes el nuncio apostólico, arzobispos y
obispos, los representantes de la Iglesia y agentes de comunicación social.
La historia de Fátima
La Virgen María se apareció a tres pastores en 1917 en la
localidad de Fátima. Sus profecías se han cumplido de manera impresionante y
millones de fieles cada año van en peregrinación su santuario.
Juan Pablo II consagró el mundo al Inmaculado Corazón de
María -como había pedido la Señora que se apareció a los tres videntes--, un
año después del atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981, y consideró un
milagro el no haber sido asesinado por Alí Agca.
“Comenzamos nuestros trabajos inspirados por dos
acontecimientos que marcan este momento presente de la vida de la Iglesia: la
Resurrección de Cristo y la elección del nuevo obispo de Roma, el papa
Francisco”, recordó el presidente de la Conferencia Episcopal.
El mundo no entiende el poder del Papa
Consideró que en lo poco que va del pontificado, se ven
algunas líneas de fuerza que “interpelan en nuestro ministerio pastoral”.
Y recordó que el poder del papa no se comprende a la luz de
los poderes de este mundo. “Las multitudes necesitan ser amadas, atraídas por
el amor del buen pastor. En ese amor, cargado de alegría y de ternura,
inmediatamente en el inicio nos habló de la importancia de la ternura en
nuestra relación pastoral”.
Precisó que Francisco “ha dado un lugar privilegiado a los
pobres, a los marginados, a todos los que sufren”.
Y que fue muy claro al afirmar que el modelo de Iglesia que
le atrae es una Iglesia pobre, al servicio de los pobres”.
“Tuvo la osadía--añadió el patriarca de Lisboa- de traducir
esa visión de Iglesia en los símbolos exteriores de la grandeza del ministerio
petrino: la simplicidad en el vestir, la renuncia a las joyas valiosas, vivir
en un sitio donde la convivencia, en Iglesia, es un hecho fundamental”.
Reconoció que se entendió enseguida su “predilección por los
jóvenes” y una “afirmación clara de la actualidad del espíritu conciliar,
relativizando tensiones y corrientes, actualizando la esperanza de Juan XXIII
en una primavera de la Iglesia, que debe florecer a partir de las semillas del
Concilio”.
Y que este mensaje de esperanza se traducirá con certeza en
reformas inevitables en la vida de la Iglesia. “Toda la gente habla de la
reforma de la Curia; él aún no habló. Pero ya permitió percibir la línea que
seguirá: “conducir ese gran servicio del ministerio del papa a su verdad y a su
funcionalidad. Corregir algo que también sentimos en nuestras diócesis que es
dar prioridad a la vitalidad pastoral, no dejando que la burocracia
administrativa tome el primer lugar”.
“En el caso de la Curia Romana --precisó el
cardenal-patriarca- su reforma tiene que hacerse revalorizando la doctrina del
Concilio Vaticano II sobre la colegialidad de los obispos y la justa autonomía
de las Iglesias particulares. Esta reforma no puede hacerse a partir de errores
y escándalos concentrados en un tan comentado informe”.
Y añadió: “Los errores están para ser corregidos, las
personas para convertirse. La Iglesia será siempre el lugar de la conversión y
del perdón. Y el papa ya nos recordó dos aspectos centrales: Dios perdona
amando; sólo no se abre al perdón quien rechaza el amor. Y Dios perdona
siempre; nosotros somos los que podemos cansarnos de pedirle perdón”.
“Estemos abiertos --invitó el patriarca de Lisboa- a las
exigencias de la sorpresa. También en nuestras estructuras diocesanas hay mucho
que cambiar a la luz de esa prioridad pastoral de la Iglesia”.