Dos mil apariciones en 19 meses muestran el interés divino en participar de lo cotidiano del humilde pueblecito de San Sebastián de Garabandal. Mientras el Concilio recordaba la lección al mundo de que la vida ordinaria es motivo directo para la propia santificación, la Virgen impartía clases prácticas en Garabandal.
El mensaje más evidente que envían dos mil apariciones en un olvidado
pueblecito de montaña es que Dios quería hacerse presente en medio de la
vida ordinaria de los hombres, como si de un nuevo Nazaret se tratase. El Papa Pablo VI lo resumió maravillosamente al decir que era la historia más hermosa de la humanidad desde el Nacimiento de Cristo. Es como la segunda vida de la Santísima Virgen en la tierra, y no hay palabras para agradecerlo.
La Virgen en Garabandal muestra
un interés sistemático en sus conversaciones y acciones por cuestiones
aparentemente triviales del quehacer diario de aquellos habitantes de la
aldea. Ella se interesa por las faenas del campo, por el ganado que es
medio de vida, por los taxis que suben al pueblo a través de una
estrecha carretera de montaña sin asfaltar, por las faenas caseras como
tender la ropa lavada o ir a la fuente a por agua, por los enfermos, les
deja a las niñas que se pongan su corona llena de estrellucos o
mecer al Niño Jesús en sus brazos.
En Garabandal, la Virgen juega
durante horas con las niñas al escondite, se ríe de las ocurrencias que
tienen propias de su edad, hasta el punto que para los que las oían la conversación parecía de niñas,sin cosas trascendentales.
El día del santo de Conchita, la Virgen hizo un alto en el éxtasis, para que yo cenase y el día de la Asunción de 1961 las niñas compusieron de madrugada unas improvisadas e inspiradas mañanitas celestiales a la Virgen. Ella les enseñó que quiere que todos la tratemos como los hijos que hablan con su Madre y se lo cuentan todo y se alegran después de tiempo de no verla.
En la foto se ve a Conchita cómo enseña su muñeca a la Virgen. Como
cualquier madre, también en Garabandal les enseñó a forjar el carácter
de modo que no se hicieran presumidas llevando adornos
impropios de su edad en forma de pendientes, pulseras o collares y
enseñándolas a mantener un adecuado porte en el vestido. A Loli le
pidió una vez que alargara un poco la longitud de su falda.
Garabandal, mensajes y estudio