*Consejos de Marija Pavlovic, vidente de Medjugorge

(...) Tomando en cuenta todas las cosas malas que recibimos y absorbemos de la televisión, o de las muchísimas cosas que la vida moderna hoy nos ofrece, pienso que realmente necesitamos ayunar. Muchas veces necesitamos ayunar con nuestros ojos, ya que a través de los ojos podemos ver muchas cosas impuras.

Nuestra Señora también nos invita a confesarnos. Recuerdo la primera vez que Nuestra Señora nos habló sobre la confesión. Fue el día que Nuestra Señora nos dijo que Ella se nos aparecería por segunda vez en la noche. Rezamos el Rosario y Nuestra Señora apareció. En el momento que ella apareció, nos dijo que podíamos acercarnos para tocarla. Dijimos cómo sería esto posible, sólo seis de nosotros podíamos verla y nadie más la veía. Nuestra Señora nos dijo que acerquemos nuestras manos para tocarla. Y así lo hicimos. Nuestra Señora nos dejó que la tocásemos. Todos sentimos algo raro al tocarla. Unos sintieron frío, otros calor, otros perfume a rosas y otros como electricidad. Entonces todos creímos realmente que Nuestra Señora estaba ahí presente. 

Fue ahí donde vimos que la ropa de Nuestra Señora se ponía cada vez más sucia mientras la iban tocando. Le preguntamos, ¨por qué tus vestidos están tan manchados¨? Y Ella nos dijo, “Estos son sus pecados”, y nos invitó entonces a que nos confesemos; a que escogiésemos a un sacerdote como nuestro consejero espiritual para que podamos entender mejor y más claramente qué es lo que era un pecado y qué no lo era.

A partir de ese momento, en mi opinión, Medjugorje se ha convertido en el lugar más importante del mundo para la confesión. Es ahí donde la gente se puede encontrar realmente con Dios. De tal modo que a través de esta experiencia, el poder tocarla, Nuestra Señora nos enseñó lo importante que era la confesión.

(...) Ella quiere también ayudarnos a aprender cómo leer las Sagradas Escrituras. Quiere que le dediquemos tiempo a la oración, en la simplicidad de nuestra vida diaria. Quiere que poco a poco nuestra vida se convierta en oración, y que también nuestro trabajo y nuestras amistades. Quiere que cambiemos nuestra manera de pensar. Ha empezado a invitarnos a que vivamos nuestra vida de una manera práctica y concreta, en santidad. En especial, vivir la Santa Misa como el centro de nuestra vida.

Nos invita a formar grupos de oración, y grupos de adoración al Santísimo Sacramento.

Recuerdo cuando solíamos orar frente al Santísimo Sacramento durante la noche, y nos quedábamos dormidos. No teníamos experiencia, pero sí un gran deseo. Solíamos decir que habíamos empezado a meditar profundamente, cuando realmente nos habíamos quedado dormidos. Pero luego empezamos a aprender a cómo hacerlo, por ejemplo, leyendo la Biblia, leyendo y cantando himnos entre 3 y 4 de la mañana que es la hora más difícil de la noche y es más fácil quedarse dormido. Luego en la mañana cuando el sacerdote celebraba la Santa Misa, vivíamos el momento más hermoso de nuestra vida. Tuvimos mucha alegría. Este gozo nos llegó al decidir libremente pasar toda la noche adorando a y en compañía de Jesús.

Muchos jóvenes escogen pasar sus noches en las discotecas, o los sábados por la noche por ejemplo, pero nosotros decidimos pasar este tiempo con Jesús. Pensamos que nosotros hemos recibido mucho más gozo que lo que aquellos jóvenes han recibido. Y si pudiésemos retroceder el tiempo para volver a decidir cómo pasar nuestras noches, si en las discotecas o con Jesús, escogeríamos nuevamente pasarlas con Jesús.