«La ONU es uno de los principales foros desde donde se
promueve la cultura de la muerte»
El prelado uruguayo, referente del movimiento provida
mundial, interviene este sábado en la Semana por la Vida que organiza la
diócesis de Alcalá de Henares.
10 abril 2013 Carmelo López-Arias / ReL
Entrevista al sacerdote uruguayo Ignacio
Barreiro-Carámbula, delegado en Roma de Vida Humana
Internacional, una de las asociaciones mundiales de referencia en la lucha
contra la cultura de la muerte.
-El matrimonio homosexual, ¿se trata de una tendencia irrefrenable?
No lo creo, es algo profundamente contrario a la naturaleza
humana. Como decía Santo Tomás de Aquino, lo que es antinatural no puede durar.
-Pero la presión internacional es fortísima...
Es parte de la equivocada doctrina del género, que considera
que cada persona es libre de escoger su orientación sexual.
-¿Está sola la Iglesia en estas batallas?
No, en Iberoamérica muchos grupos protestantes tienen una
posición similar. Al mismo tiempo es de lamentar el crecimiento de diversas
sectas protestantes.
-¿Qué piensan los gobiernos populistas iberoamericanos?
El populismo de izquierda que prevalece hoy día en
Latinoamérica tiende a no defender la vida, pero en general no me parece que
exista una posición común a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
-¿Por qué se los considera asuntos privados, y no parte del
bien común?
El origen de esta posición esta en una visión liberal de la
existencia que hace prevalecer el “derecho de elección”, o sea los deseos subjetivos
de las personas, sobre el bien común.
-¿En qué perjudica al bien común la cultura de la muerte?
En primer lugar, el ataque al derecho a la vida, que es el
derecho más básico de todos los seres humanos, lesiona gravemente el bien
común. En segundo lugar creo que es evidente que a través del aborto la
sociedad se esta privando de miles de personas que podrían haber contribuido en
forma significativa al bien común a través de sus virtudes y talentos.
-¿Y el divorcio?
Si consideramos que el matrimonio natural es el origen de la
familia y la familia es la célula de base de la sociedad, es indudable que la introducción
del divorcio legal es profundamente lesiva del bien común.
-¿También la adopción por parejas del mismo sexo?
Es ir contra la misma naturaleza humana, y consiguientemente
contra los derechos fundamentales del ser humano en cuanto persona. No se
respeta el interés superior del niño cuando lo que se prioriza es el interés
del que adopta, pues en estos casos se "instrumentaliza" o
"cosifica" al niño en función del deseo o el querer de otros y no se
atiende realmente lo que éste necesita.
-¿Y qué necesita?
La primera escuela de formación que reciben los niños es a
través del ejemplo de los padres. El crecer y ser educados por una pareja
homosexual les da a los niños un modelo que es profundamente antinatural. En
sus consideraciones de 2003 sobre el reconocimiento legal a las uniones
homosexuales, la Congregación para la Doctrina de la Fe recordó que les priva
de la experiencia de la maternidad o de la paternidad, y que el interés
superior que en todo caso hay que proteger es el del infante, la parte más
débil e indefensa.
-¿Cuál es la situación actual del movimiento provida a nivel
mundial?
Un claro fortalecimiento.
-¿Y su organización, Vida Humana Internacional?
Está ampliando su presencia internacional ante el creciente
numero de pedidos de asistencia en muchos países.
-¿Hay avances en la opinión pública?
Si uno mira las diferentes manifestaciones pro-vida tanto en
Europa como en los Estados Unidos, se ve un aumento significativo del número de
participantes. En particular se nota un aumento de la participación de los
jóvenes.
-Pero la legislación cambia poco...
En los Estados Unidos, diversos estados han aprobado leyes
que limitan el acceso al aborto. El Estado de Texas ha pasado leyes que obligan
a las clínicas de aborto a dar información sobre el estado del niño, los
riesgos del procedimiento de aborto y alternativas pro-vida, para que la mujer
que está pidiendo hacer un aborto pueda dar su consentimiento informado. El
caso mas reciente y positivo es la ley del Estado de Dakota del Norte que
prohíbe todos los abortos después que el corazón del niño por nacer comience a
latir. Esta ley, de hecho, impediría los abortos quirúrgicos.
-¿Podemos avizorar un futuro mejor, entonces?
Podemos claramente esperar un futuro mejor, pues las medidas
de los gobiernos contrarias a la vida y la familia son antinaturales y
profundamente lesivas al bien común de la sociedad. Dios en su Providencia y
como Señor de la Historia nos ayudará para cambiar en forma significativa la
presente situación
-¿Qué propone usted en concreto contra la cultura de la
muerte?
Primero, una seria evangelización, pues no se puede separar
la defensa de la vida y la familia de la presentación de la Fe. Segundo, un
mayor compromiso educativo, explicando cómo la cultura de la muerte destruye a
la sociedad. Tercero, un mayor empeño en la vida política, exigiéndoles a los
líderes políticos que se consideran conservadores o que buscan el apoyo de
sectores conservadores de la opinión publica una mayor coherencia en la defensa
de la vida y la familia.
-Hemos hablado antes del bien común. ¿Qué papel ocupa ese
concepto en la doctrina social de la Iglesia?
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia del
Pontificio Consejo Justicia y Paz, publicado en 2004, le dedica al principio
del bien común una importante sección. Y afirma que ninguna forma expresiva de
la sociabilidad (familia, grupos sociales intermedios, empresas) puede eludir
la cuestión acerca del propio bien común, que es, dice, “constitutivo de su
significado y auténtica razón de ser de su misma subsistencia”.
-¿Cuál es el papel del Estado en su concreción? Porque usted,
en su colaboración al volumen sobre El bien común, matiza esa intervención. . .
El Estado no se puede limitar a ser juez y gendarme. Tiene
que guiar la vida económica de la sociedad cuando los privados o particulares
no son capaces de empujar el crecimiento económico. Tiene que vigilar que se
cumpla el bien común en la vida económica. Ahora bien, teniendo en cuenta la
experiencia histórica del crecimiento incontrolado y aparentemente
incontrolable de los poderes del estado este principio se debe interpretar en
la forma mas restringida posible.
-O sea, nada de socialismo...
El socialismo cree que es un bien en sí mismo que el estado
controle a la economía. Más aún: ciertas formas del socialismo son favorables a
que el estado sea propietario de importantes medios de producción. Por el
contrario, la posición católica es que el Estado debe vigilar y guiar la
sociedad para asegurar el bien común, pero salvo raros casos el Estado no debe
ser propietario de los medios de producción.
-¿Exige el bien común internacional una autoridad mundial
como la ONU?
Seria teóricamente deseable que existiese una autoridad
internacional que velase para la aplicación del bien común internacional, pero
tiene que ser evidente que la ONU no es capaz de desarrollar esas funciones. La
ONU nació bajo una ideología liberal y en cierta forma socialista como la
Sociedad de las Naciones. El objetivo final de los “padres fundadores” de las
Naciones Unidas era el establecimiento de un gobierno mundial de naturaleza
democrática, combinada con una organización socialista de la sociedad. Sobre la
base de esta ideología la ONU es uno de los principales foros desde donde se
promueve la Cultura de la Muerte.
-¿Forma Dios parte del bien común temporal?
Es evidente. En primer lugar, porque el Señor es el Creador
de la naturaleza humana y por ende de la sociedad humana. Como consecuencia, él
ha establecido las normas sobre la base de las cuales la sociedad tiene que ser
organizada. El hombre, por su lado, es solo el administrador de la sociedad
bajo la soberanía y en dependencia de Dios.
-¿Y es la realeza social de Cristo la aspiración máxima del
bien común en la doctrina de la Iglesia?
Sí. La instauración del Reino Social de Cristo implica que
la sociedad sea regida por las leyes del Evangelio. Tenemos que tener una
visión precisa de la sociedad ideal donde Cristo reine. En la encíclica Quas
Primas, donde Pío XI expone espléndidamente el dogma de la realeza social de
Cristo, afirma que todos los hombres están bajo la autoridad de Cristo, tanto
considerados individualmente, como colectivamente.