*Los mensajes que Zeliko dejaba a la Virgen

Colina de las apariciones en Medgugorje

Para que nuestra gestión sea real y concreta, podríamos escribirle una carta a la Virgen, como suelen hacerlo tantos peregrinos, una carta donde le abramos lo mejor de nuestro corazón. Si una madre humana se emociona al recibir una carta de su hijo, cuánto más se conmoverá a nuestra Madre celestial! Las cartas de amor depositadas al pie de la Gospa son innumerables, sin contar las que ella encuentra sobre la colina de las apariciones, entre dos piedras! La Gospa responde siempre a las cartas que recibe, hablando directamente a los corazones a través de los acontecimientos, etc… ¡los testimonios superabundan! Cuando un peregrino me pide que rece a la Virgen por él, lo hago por supuesto y también lo invito a que él ore confiado, a menudo le sugiero que le escriba a su Madre del Cielo. He comprobado que de esta forma las gracias llueven más copiosas y se crea un nuevo vínculo entre “la Madre y su hijo”.

Este bello relato de Zeliko habla por sí mismo. Zeliko pertenecía al grupo de oración y amaba tiernamente a la Virgen, entre ambos había un pequeño secreto: como él vivía muy cerca de los videntes, se las arreglaba siempre para depositar sobre el mismo lugar de las apariciones un pequeño mensaje para la Virgen antes de su venida. A menudo, sus pequeñas misivas de amor se limitaban a unos pocos renglones escritos a las apuradas por falta de tiempo. A veces, un simpre dibujo de un corazón en un pedacito de papel. Un día, Zeliko rompió con esa bella tradición absorbido por el gran número de peregrinos que lo tenía atareado todo el tiempo, y durante ocho días hizo “huelga de cartas de amor”. Por otro lado, una especie de duda lo asaltaba: “¿Y si, mis notitas no sirven para nada? ¡Qué va a hacer la Gospa con mis míseros garabatos! Ella ve mi corazón, y eso es lo esencial…”. De todas formas, el noveno día volvió a colocar unas líneas en su escondite secreto, justo antes de la aparición, sin decirle nada a nadie por supuesto. Apenas terminada la aparición, Maríja se incorporó y comienzó a buscar con la mirada a este hermano con aire intrigado.

  1. Zeliko, ¡ven aquí!
  2. ¿Qué pasa?, preguntó Zeliko con voz inquieta.
  3. ¡La Gospa estaba supercontenta! Me dijo que te  transmitiese este mensaje: “Te agradezco mucho por tu carta, me causó gran alegría. Durante estos ocho días, extrañé tanto tus notitas!” Me dijo que te dijera eso.
Zeliko se derretía de felicidad y permaneció absorto por largo tiempo.
Así de sublime es la Madre que nos dio Jesús… ¿Quién puede imaginar aunque sea la centésima parte de la alegría que le causa el más pequeño gesto de amor de parte nuestra? Nuestras cartas conmueven profundamente sul corazón. El 25 de junio próximo, para agradecerle su permanencia con nosotros desde hace tanto tiempo, algunos van a escribirle las 23 principales razones que tienen para agradecerle, dicho de otra forma, recordarán las 23 gracias que han recibido de parte suya a lo largo de su vida, desde su infancia. Es una sugerencia entre otras, ¡una sugerencia positiva! Porque frecuentemente somos más proclives a pedir que a agradecer. Cuando agradecemos, aprendemos a ser felices, y otras gracias son liberadas 


Del Boletín de Sor Emmanuel, Medjugorje