(ZENIT.org).
Era el 11 de febrero de 1858 cuando, en Lourdes, Bernadette Soubirous,
una joven francesa de 14 años, tan buena como pobre, enferma y
analfabeta, dijo que había visto a una «bella Señora» que decía ser «La
Inmaculada Concepción».
A
pesar de la incredulidad y de los intentos repetidos de desacreditar a
Bernadette, desde entonces millones de peregrinos han acudido a la gruta
de Massabielle y se han bañado en la fuente milagrosa que allí brotó.
A
150 años de las apariciones, Lourdes ha sido visitada por más de 700
millones de peregrinos. Son 67 las curaciones milagrosas verificadas.
Cuatro las basílicas donde se celebran 50 misas al día y desde donde se
elevan millones de avemarías. Invocaciones de gente que sufre que
conmueven a los hombres y a Dios.
Un lugar, afirma el escritor Vittorio Messori, en el que «parece de verdad reducirse el espesor que divide al cielo y la tierra; donde se hace sutil el confín entre realidad concreta y cotidiana y Enigma invisible y eterno».
Un lugar, afirma el escritor Vittorio Messori, en el que «parece de verdad reducirse el espesor que divide al cielo y la tierra; donde se hace sutil el confín entre realidad concreta y cotidiana y Enigma invisible y eterno».
Con
motivo del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen en Lourdes
Andrea Tornicielli, vaticanista del diario italiano «Il Giornale», ha
entrevistado al padre René Laurentin, el teólogo que más que nadie ha
estudiado los acontecimientos vividos por Bernadette Soubirous.
El
resultado es el libro-entrevista «Lourdes, inchiesta sul mistero a 150
anni dalle apparizioni» («Lourdes, investigación sobre el misterio a 150
años de las apariciones»), publicado por Ediciones ART.
En
este volumen, el teólogo francés recorre los hechos que tuvieron lugar
en Lourdes entre febrero y julio de 1858, y luego los acontecimientos
que caracterizaron la vida de santa Bernadette, su vocación a la vida
religiosa, la experiencia del sufrimiento y de la enfermedad que
marcaron su existencia desde pequeña.
Entrevistado
por Zenit, Tornielli relata que se quedó impresionado por el padre René
Laurentin, «el sacerdote que, con motivo del centenario de las
apariciones, hace ya medio siglo, por encargo del obispo de Tarbes y
Lourdes, monseñor Pierre-Marie Théas, buscó, analizó y publicó todos los
documentos disponibles sobre los acontecimientos de 1858».
El
padre Laurentin, hijo de un arquitecto de Tours, sacerdote de la
diócesis de París, experto en cuestiones mariológicas, en la época en la
que se le confió el encargo, tenía 35 años.
Según
Tornielli, «ha sido protagonista de una investigación sin precedentes.
Por esto, su persona y sobre todo sus escritos permanecen como un punto
de referencia insustituible para quien quiera acercarse al misterio de
Lourdes».
Otro
aspecto del asunto que ha impresionado mucho al vaticanista de «Il
Giornale» es la cantidad de ataques contra santa Bernadette con el fin
de cancelar el «fenómeno Lourdes».
Tornielli ha explicado a Zenit que «no fue fácil para Lourdes afirmarse en la Francia del siglo XIX, patria del anticlericalismo. Desde el principio, las apariciones estuvieron en el centro de ataques, críticas, intentos de refutación».
Tornielli ha explicado a Zenit que «no fue fácil para Lourdes afirmarse en la Francia del siglo XIX, patria del anticlericalismo. Desde el principio, las apariciones estuvieron en el centro de ataques, críticas, intentos de refutación».
En
el libro el padre Laurentin relata cómo, tras las primeras apariciones,
hubo quien dijo que la «bella señora» vista por Bernadette era en
realidad la atractiva esposa del farmacéutico local que había tenido una
cita clandestina con un oficial de caballería justo en la gruta, y que
se había visto obligada a «hacer de Virgen», para sembrar confusión
engañando a la jovencita que la había pillado en flagrante adulterio.
La
pobre señora que, según la fantasiosa reconstrucción habría elegido
como alcoba una gélida gruta llena de inmundicias, aquel 11 de febrero,
en realidad estaba en la cama, pero en su casa, dado que había dado a
luz dos días antes a su quinto bebé.
Ella
misma denunciará y hará condenar a los difamadores que habían escrito
ríos de tinta sobre esta calumnia para desacreditar a Lourdes.
Tornielli
destaca que incluso el conocido escritor Émile Zola trató de hacer
pasar a «la pobre Bernadette como una mísera víctima de la histeria y de
la desnutrición».
Llegado
a Lourdes en 1892, Zola tuvo la fortuna de asistir a dos curaciones
instantáneas, que relatará en su novela, titulada «Lourdes», sosteniendo
sin embargo que «las dos personas que experimentaron el milagro
murieron poco después y que por tanto la presunta curación había sido
breve y sobre todo ilusoria».
«Lástima
--subraya Tornielli-- que una de las dos mujeres curadas no se rindió y
siguió protestando en los periódicos diciendo que estaba tan viva y
sana como el autor».
«Con
tal de desacreditar a Lourdes --afirma--, Zola llegó al punto de ir a
verla para ofrecerle dinero a cambio de su silencio. Historias
mezquinas, sobre las cuales la historia, la verdadera, ha triunfado»,
comenta el periodista.
Por Antonio Gaspari, traducido del italiano por Nieves San Martín
Lourdes, el milagro de fe que resiste a las refutaciones. La historia de Bernardita en el
libro-entrevista a René Laurentin