ReL.
Sharon Lee Giganti dejó su carrera en Hollywood cuando comenzaba a tener mayor éxito, para dedicarse a lo que creyó ser su gran misión: difundir los principios de la Nueva Era. La desilusión no tardó en llegar. Estas falsas enseñanzas destrozaron la vida de muchas personas a su alrededor –incluido su propio hermano–. Después de su conversión, se dedicó a comunicar sin cansancio las grandes trampas que esconden las enseñanzas de El Secreto, Un Curso de Milagros y la ley de la atracción.
Sharon Lee Giganti dejó su carrera en Hollywood cuando comenzaba a tener mayor éxito, para dedicarse a lo que creyó ser su gran misión: difundir los principios de la Nueva Era. La desilusión no tardó en llegar. Estas falsas enseñanzas destrozaron la vida de muchas personas a su alrededor –incluido su propio hermano–. Después de su conversión, se dedicó a comunicar sin cansancio las grandes trampas que esconden las enseñanzas de El Secreto, Un Curso de Milagros y la ley de la atracción.
- ¿Qué la impulsó hacia la Nueva Era?
-
Estaba desesperada. Llevaba muchos años sufriendo al ver a mis seres
queridos autodestruirse con las drogas y el alcohol, sin poder hacer
nada. Buscaba una manera de acabar con todo ese dolor que había a mi
alrededor, y encontrar felicidad y paz para mí.
- ¿Era infeliz a pesar del éxito que comenzaba a tener en Hollywood?
-
Sí, como actriz estaba cansada de la frustración de trabajar tan duro,
durante tantos años, y no lograr ser la gran actriz que me creía capaz
de ser. Había alcanzado éxito en la TV y en algunas películas, pero
tenía la sensación de no poder controlar el resultado de lo que hacía.
Imagínese la emoción que me produjo escuchar que había técnicas que
podía aprender para crear mi propia realidad con el pensamiento: “Puedes
cambiar cualquier circunstancia, curar cualquier enfermedad, y producir
resultados con sólo visualizar tus deseos”.
- ¿Quién le enseñó esas técnicas?
Un
amigo mío en Hollywood me habló de la ley de la atracción a través del
libro La ciencia de la mente, de Ernest Holmes, y de unas grabaciones de
la médium Esther Hicks, que canalizaba un espíritu llamado Abraham.
Abraham enseñaba la idea ocultista de que “todo es energía”: “Tus
pensamientos y sentimientos son formas de ‘vibración de la energía’ que
atraen lo que estás pensando y sintiendo. Si piensas en positivo y te
sientes libre de preocupaciones, atraerás cosas buenas”. Creí que
Abraham era un espíritu bueno y que con esta nueva comprensión de las
“leyes universales” podría ayudar a mucha gente.
- Se dedicó entonces a difundir este gran “descubrimiento”...
-
Así es. Abandoné mi carrera de actriz y me convertí en embajadora de
Abraham. Durante 10 años estuve enseñando la ley de la atracción,
incluyendo los principios de Un curso de milagros.
- ¿Qué es "Un curso de milagros"?
-
Es un libro que fue escrito por un espíritu que decía ser Jesús, a
través de una médium. Su enseñanza está en contradicción con la Sagrada
Escritura, la Tradición y la doctrina católica, pues afirma que Jesús no
era Dios, que el demonio no existe, que el pecado original nunca
ocurrió, y que los apóstoles no supieron interpretar el mensaje de Jesús
y nos enseñaron errores. Estos principios falsos muestran claramente
que el espíritu que los escribió, aunque afirmara ser Jesús, es una
falsificación de Cristo. Ningún espíritu que contradiga la Palabra de
Dios puede ser de Dios.
- ¿Cómo descubrió ese engaño?
-
Me enfrenté a terribles tragedias por predicar estas filosofías falsas.
Primero, mi alumna Jane. La noche antes de suicidarse, vino a mi casa
con las preguntas sobre el suicidio que solía hacerme. Se las contesté
de nuevo con las enseñanzas de la Nueva Era, especialmente las de
Abraham y Un Curso de Milagros: “El suicidio es malo sólo si piensas que
está mal, pues hemos sido condicionados socialmente para creer que está
mal”. Y le dije, citando a Abraham: “Tú eres libre de elegir cualquier
cosa que desees atraer a tu vida, incluso la muerte”. A la mañana
siguiente, ella se fue a un hotel y se envenenó. Me gustaría decir que
su muerte me despertó, pero estas filosofías me habían oscurecido
completamente la visión del mundo.
- Entonces, ¿qué la despertó?
-
Mi hermano era drogadicto y alcohólico; sufría crisis de ansiedad y
depresión. A quienes intentaban ayudarlo, yo les decía que dejaran de
temer por su bienestar, pues así continuaban atrayendo esa situación a
su vida. La mejor manera de ayudarlo era “visualizarlo” en una situación
de perfecta salud, que luego comenzaría a “manifestarse”. Y así lo
hicieron. Y yo también. Pero no recibimos el “milagro” prometido. Mi
hermano terminó por matar a mi sobrino de cuatro meses y hoy en día
cumple cadena perpetua.
- Y usted pagó un precio muy alto...
-
Las tragedias me fueron mostrando que las enseñanzas de la Nueva Era no
producen la paz y el bienestar que tanto pregonan. En cambio sí
provocan muchos corazones rotos y vidas destruidas.
- ¿Eso la llevó a buscar la verdad en la doctrina católica?
-
Todavía estaba inmersa en esas enseñanzas, cuando comencé a leer la
Biblia. También tuve un encuentro personal con Jesús y luego supe que
mucha gente rezó por mí.
- Cuéntenos ese encuentro con Cristo
-
Cuando estaba a punto de invocar más espíritus, en un intento
desesperado por encontrar ayuda, Jesús me sacó. Se me mostró como “el
Camino, la Verdad y la Vida” que yo había estado buscando.
- Un Cristo muy diferente al que le había enseñado la Nueva Era...
-
No era la “Conciencia Crística” o “la Energía Pura” de la Nueva Era.
Jesús es una persona real que me decía: “Soy la respuesta que estás
esperando y estoy aquí, como siempre... ¡esperándote!”. Nunca me había
sentido tan amada. Créame. Los que piensan que “el Cristo” es sólo un
modo de pensar o una “conciencia”, se pierden todo, porque una
“conciencia” no te puede amar como Jesús nos ama.
- ¿Qué pretende realmente la espiritualidad de la Nueva Era?
-
La mayoría –me ocurrió a mí también– cree que ha descubierto una “nueva
ciencia”, una “sabiduría perdida” o una “perspectiva más elevada de la
esfera espiritual”, y quieren compartirla con otros para curar sus males
mentales, psíquicos, emocionales y espirituales. Pero gran cantidad de
la información de la Nueva Era proviene de espíritus que han sido
escuchados a través de médiums. Son espíritus demoníacos que sirven a
Satanás, y quieren robarle almas a Dios. Buscan expresamente hacernos
daño.
- Pero nadie quiere, deliberadamente, hacerse daño a sí mismo...
-
Desafortunadamente, la información está muy bien disfrazada en forma de
buenos consejos, ayuda, amor... Ellos transmiten información falsa a
todos los que quieran escucharla en forma de ideologías que contienen
supuestos “principios universales”. Hacen que la persona moralmente
neutral se desoriente.
- ¿Por qué no puede un católico creer en la ley de la atracción?
-
Estas supuestas “técnicas” no son más que formas modernas de la antigua
magia, hechicería y espiritismo. Van en contra de la fe católica. En el
documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida se afirma
“la convicción generalizada en la Nueva Era de que cada uno crea su
propia realidad es atractiva pero ilusoria”. No es verdad que podamos
controlar lo que nos sucede a través de nuestros pensamientos y
sentimientos.
- ¿Es posible tomar lo bueno de estas técnicas y dejar de lado el resto?
-
Conozco bien ese peligro y no vale la pena asumir ese riesgo. Sería
como tomarse un batido de chocolate envenenado porque contiene un poco
de calcio. De nuevo, el documento vaticano Jesucristo portador del agua
de la vida dice claramente que no es posible aislar algunos elementos de
la religiosidad de la Nueva Era como aceptables y rechazar otros. ¡La
Iglesia ha hablado claro! Prestémosle atención a sus consejos por
nuestro propio bien.