*La mesa salvó mi vocación

Este mes la Santísima Virgen nos sólo nos invita a orar por nuestros pastores sino también a cuidar de ellos. ¿Ovejas que cuidan a sus pastores? En inglés, se dice “cuidar bien de ellos” (take good care of them). Nuestra Madre del Cielo lo ve todo desde lo Alto y sabe hasta qué punto nuestros sacerdotes son atacados por el Maligno. ¡Son tan valiosos en el plan de Dios! 

Existen medios concretos de protección. Un sacerdote anciano conocido mío me contó lo siguiente:
 
 “El día de mi ordenación sacerdotal le hice una promesa al Señor. Me comprometí a que siempre hubiera una mesa entre la persona que viniera a verme para pedirme consejo o por otros asuntos y yo, en vistas de protegerme. Esta promesa no siempre ha sido fácil de cumplir, ¡pero gracias a Dios, la mantuve y fue mi salvación! Un día, una mujer vino a verme porque tenía necesidad de hablar con un sacerdote sobre su situación. 

De inmediato me sentí fuertemente atraído por ella, al punto que me enamoré mucho de ella. Comenzó a habitar mis pensamientos; era un sentimiento incontrolable. Además, debido a su problema, venía a verme con frecuencia. Cada vez, experimentaba un fuerte deseo de tomarla en mis brazos, e incluso revelarle mis sentimientos. Pero entre los dos se encontraba la mesa. ¡Oh, cómo detestaba aquella mesa! Sin embargo, siempre estuvo allí. Esta tortura se prolongó durante tres años. 

Un buen día, la mujer llegó como de costumbre y al mirarla me di cuenta de que ya no experimentaba nada por ella. ¡Todo mi sentimiento amoroso desapareció tan de improviso como había aparecido! Continué ayudándola lo mejor que pude, gozando de una gran libertad de corazón, como una simple hermana en Cristo. 

Comprendí entonces que este sentimiento había sido una trampa que el enemigo me tendió para intentar destruir mi sacerdocio. ¡Pero la mesa había salvado mi vocación sacerdotal! Mejor dicho, por haberle prometido a Jesús que permanecería vigilante por medio de una protección concreta, Él me libró del desastre”
De allí en más, este sacerdote desarrolló un carisma especial hacia las personas atormentadas. ¿Cuántos corazones recibieron su ayuda? ¿Cuántas vidas fueron salvadas por la oración de este testigo de la misericordia de Dios? ¡Qué pérdida para tantas y tantas personas hubiera causado su caída! Hoy en día, es un sacerdote feliz que se prepara para ir al encuentro del Señor, rebosante de alegría por haber podido servir humildemente a la Iglesia y haber permanecido fiel a su sacerdocio en medio de las olas. ¡Bendita sea aquella mesa!
Pero si este sacerdote ha sabido prever su propia protección desde el momento de su ordenación, también nosotros, los laicos, podemos colocar “mesas” para nuestros sacerdotes, podemos encontrar medios concretos para evitar situaciones que podrían hacerlos caer. ¿No es esta una forma de “cuidar de ellos” como nos lo pide la Santísima Virgen?

Boletín sor Emmanuel. Mayo 2013
Medjugorje