Por
esto no hay más vocaciones. Cómo podría Yo suscitar vocaciones para
hacer de ellos no sacerdotes, sino servidores de Satanás, porque ésta es
la realidad; muchos sacerdotes en vez de ser mis ministros se han
puesto al servicio del Demonio.
Mis
verdaderos sacerdotes saben bien que a la oración se le debe dedicar un
tiempo considerable; es solamente con la oración y con el sufrimiento,
hoy aborrecido, con lo que el sacerdote se vuelve fuerte por la misma
fortaleza mía.
El sacerdote que quiero Yo, vive de fe. Es imposible que un sacerdote no sea el hombre de la fe.
¿Pero
crees tú que tuviesen fe los que me han abandonado para correr tras los
fatuos placeres del mundo? ¿Crees tú que tienen una gran fe todos los
que han quedado? No, por desgracia...
¡Qué horrorosa aflicción, qué árido desierto ha creado el Enemigo en mi Iglesia!
El
sacerdote que Yo quiero, el sacerdote de la Iglesia purificada para una
nueva vida, debe tener en sí, también el fuego del amor. ¿No he venido a
la tierra para encender el fuego y qué quiero sino que el fuego arda y
se inflame hasta crear un gran incendio? Sin embargo los corazones de
algunos pastores y de muchos sacerdotes están hinchados de soberbia y
por lo tanto de egoísmo.
El verdadero sacerdote me anhela día y noche a Mí, como el ciervo sediento anhela aguas frescas y limpias.
¿Crees
tú que me buscan tantos sacerdotes de esta generación? No, hijo mío,
desean el coche, sueñan con el matrimonio, aman los salones, los lugares
públicos, algunos incluso los cafés, aman las películas hasta
inmorales, se pegan a la televisión.
Algunos
tienen corazón para todas las vanidades y comodidades, menos para su
Dios. En vez de ¡Dios sobre todas las cosas! ¡Todas las cosas sobre
Dios!...
Jesús a Ottavio Michelini. Italia. 1975
Jesús a Ottavio Michelini. Italia. 1975