Del libro "Dadme de beber". Mensaje de Jesús. 2009.
Ella elevaba Su Corazón a Mi Padre y le anegaba de ardiente
amor y adoración. Aprended de Ella como Maestra de Amor, porque Su Corazón era
una “tea ardiente” por el amor a
Dios y el bien de las almas.
Son muchos, hija Mía, que en estos días de contemplación de
los sublimes misterios, Me atacan y pecan deplorablemente, riéndose de Mi
nacimiento y de Mi Santa Madre que fue virgen en el parto, y antes y después
del parto.
Atacan a Mi Madre ensañándose con Ella como consecuencia del alcohol
y de los excesos que le dan al cuerpo, que hacen que pierdan el control y se
mofen del santo misterio de Mi nacimiento y la forma milagrosa con que Mi Madre
Me alumbró. Yo, Jesús, os hablo.
Ya ves, hija Mía, que te hablo entristecido, pues cuando
atacan a Mi Santa Madre el daño que le hacen Me es más doloroso que cuando Me
lo hacen a Mí Mismo. Ella cumplió en todo momento la voluntad de Mi Padre, y
por ello, toda veneración y gloria que se le de, nunca será suficiente.
Pero cuando la rebajan a una mujer vulgar en que dicen que
lo concebido fue obra de comercio carnal, hijos Míos, eso Me duele como no lo
podéis imaginar, porque denigran a la Santa de entre los santos, la animalizan,
la ensucian y la envilecen de tal forma, que cualquier mujer puede parecer más
santa que la Santa de entre los santos.
El Cielo entero sufre ante las ignominias y descréditos que
tenemos que oír con respecto a la Reina de los Ángeles y Madre de Dios, y los
Ángeles, sufren porque así tratan a la que en el Cielo brilla con una luz
especial y única. Yo, Jesús, os hablo.
Yo podría secar inmediatamente la lengua del que así habla,
pero hijos, prefiero que vosotros mismos, pequeños grupos de oración, Mis
pequeños y sencillos fieles, reparéis por estas ignominias y ofrezcáis al
Corazón Inmaculado de Mi Madre, cuanta reparación os venga en mente, junto con
alabanzas y cánticos que la honren. Yo, Jesús, os hablo.
Quien amorosamente y no por rutina así repare a Mi Madre, no
será Ella sino Yo Mismo quien lo considerará, y en el ultimo instante de su
vida, no permitiré que Satanás le gane la batalla final. Porque si
conscientemente honró a mi Madre y reparó sus ignominias, cuando no tenga
consciencia seré Yo el que velará para que esa alma no se pierda. Yo, Jesús, os
hablo y os espero en ese día que habéis escogido para la reparación. Allí
estaremos Mi Madre y Yo aunque invisibles, recibiendo vuestros rezos y cánticos.
Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.