*Sucedió en Medjugorje


                                Padre Tim Deeter

Es un gran misterio de la gracia de Dios que yo pueda contarles esta historia. Yo no creía  en Medjugorje y más bien me oponía a ello, a pesar de que permití que la gente de mi parroquia hablaran entre sí sobre ello y vinieran a la iglesia a rezar el Rosario.

Supe que varios de ellos iban a ir allí y algunos de mis parroquianos me dieron videos para ver (que permanecieron en mi escritorio sin ser vistos, por alrededor de dos años), revistas y artículos para leer (los cuales nunca mire), y especialmente un rimero de periódicos de Wayne Weible para distribuir a la gente (los cuales probablemente quemé).

Finalmente cedí y fui a Medjugorje.  ¿Por qué? Porque algunos de mis parroquianos adolescentes fueron allí y regresaron cambiados.  Ahora preguntaban si podían venir a la iglesia entre semana para rezar el Rosario.  Yo sabía que esto no era normal… habiendo sido profesor de secundaria por 14 años, yo se lo que los muchachos hacen y lo que no hacen.

Estos adolescentes hablaban sobre Medjugorje en las reuniones de la Organización Católicade Jóvenes (CYO) y a veces se deshacían en lagrimas.  Esto fue para mí, difícil de aceptar.  Yo temía que estos muchachos se iban a desquiciar pasando por una subida religiosa para luego caer tal vez abandonando la Iglesia.

Responsabilidad de estar informado
Por lo tanto, sentí que era mi responsabilidad ir y ver Medjugorje por mí mismo antes de dar un fallo mal informado.  Yo no estaba convencido de que María estaba apareciéndose en Medjugorje, a pesar de que creía que Ella podía hacerlo.
Yo creía en Lourdes y Fátima, y siempre llevaba un Rosario y practicaba devociones marianas.  Cuando fui nombrado pastor de mi parroquia, la consagré a la Santísima Madre.

Una Señal
Al despegar en Houston, le pedí a Dios que si Su Madre esta verdaderamente apareciéndose en Medjugorje, yo quería que El me enviara una señal por medio de alguien que me dijera un secreto que solo El y yo conociéramos.

Llegamos a Medjugorje, y desde el principio me disgustó el lugar.  Abriéndonos paso para la Misade las 10:00 AM nos fijamos en un grupo de adolescentes arrodillados en las gradas del frente de la Iglesia, rezando el Rosario.  Los adultos comentaron lo maravilloso que era ver a los adolescentes rezando en público, con tanta disciplina y devoción.  Al acercarnos, reconocí que eran adolescentes miembros de mi parroquia.  No pude más que sentirme orgulloso de ellos, a pesar de que reflexione que yo no había venido a Yugoslavia a apreciar su valor. 

Entonces comenzó una Misa concelebrada con alrededor de otros 50  sacerdotes.  Los maravillosos cánticos y las respuestas entusiastas contribuyeron a que fuera una gran experiencia.
Más tarde subí a la Colinade las Apariciones, dirigiendo a un grupo de peregrinos en oración a medida que ascendíamos; sin embargo, yo no tenía la mínima idea de lo que se trataba la Colinade las Apariciones! Simplemente componía las oraciones y seguía el paso.
Después de cenar mi grupo dijo: “Vamos a ir a la Misadela Tarde”.  Pensé que exagerando, pues ya ellos habían asistido a Misa ese día pero yo los acompañé, vestido de civil.  No tenía la intención de concelebrar, y no quería que nadie me molestara queriendo ver a un sacerdote por ninguna razón.

Armado con un libro por Thomas Merton, me senté fuera de la iglesia en un banco, lo cual mucha gente hacía en Medjugorje por las enormes multitudes.  Mientras tanto, la congregación, tanto dentro como afuera, estaba rezando el Rosario (difundido por medio de altoparlantes), y yo me les uní.

¡Yo comprendí el croata!
La Misa siguió.  Cuando las lecturas comenzaron (en croata, por supuesto), yo no podía entender ni una palabra, así que comencé a leer mi libro nuevamente.  Pero cuando llegó el turno del evangelio y la consecuente homilía, comencé a escuchar.

La cosa maravillosa fue que a medida que escuchaba, me di cuenta que estaba comprendiendo cada palabra y cada frase Croata! Yo pensé: “Mi Dios, esto es lo que sucedió en Pentecostés, cuando las gentes de todas las razas y lenguas entendían perfectamente como si fuera su propio idioma”.  Desde entonces descubrí que no fui el único en experimentar el fenómeno Pentecostal.

Encuentro con el Padre Jozo
Supe que nuestro grupo había planeado levantarse temprano la mañana siguiente (la fiesta de Corpus Christi) e ir a un pueblo cercano llamado Tihaljina a oír a un tal Padre Jozo predicar.  No habiendo oído hablar de él antes, dije con cierto desdén: “Hemos venido tan lejos hasta Medjugorje, donde hay muchos sacerdotes por todo el lugar.  Sin embargo, ahora nos vamos a levantar temprano por la mañana, montarnos en otro bus, y viajar a otro pueblo… todo para oír hablar a algún sacerdote”.  De todos modos, aunque a regañadientes, fui con el grupo a Tihaljina.

Durante el Rosario allí, salió el sacerdote.  Cuando comenzó a hablar, me dí cuenta que era el sacerdote que había predicado la noche anterior y a quien yo había escuchado (y comprendido) desde mi posición fuera de la Iglesia.  Era el mismo Padre Jozo.  Por medio de una interprete, nos dio una bellísima homilía y meditación sobre Medjugorje.  Yo le susurré a nuestro guía que me gustaría conocer a este sacerdote y entonces ya no pensé más en ello.

Descansando en el Espíritu
Después de Misa todos nos acercamos al Padre Jozo para que nos bendijera.  Mientras esto sucedía, algunos individuos fueron sobrecogidos por el Espíritu, cayéndose al piso.  Para mi esto era una nueva experiencia.  Mientras observaba a algunos de mis parroquianos adolescentes caer al piso cuando Padre Jozo los bendecía, me dio más bien miedo cuando comenzó a acercarse a mí.

Cuando me alcanzó, el Padre Jozo puso una mano sobre mi cabeza (yo estaba vestido con ropa de civil) y la otra sobre la cabeza del hombre a la par mía.  A medida  que rezaba sobre mí, me mordí el labio y rece que nada me sucediera.  Mi oración fue contestada: nada sucedió y, para alivio mío, Padre Jozo continuó por la línea.  Pero mi alivio fue corto.   El regresó derecho hacía mí y señaló el botón de mi solapa; que leía “Retiro MIR – Padre Tim Deeter”.

Padre Jozo dijo en voz sorprendida “¿Teem?”  Yo expliqué, en latín, que mi nombre era Timoteo, y que yo era un sacerdote.  “Ah Timoteo”, él dijo.  Entonces puso ambas manos sobre mi cabeza y yo sentí un gran calor pasar por mi cuerpo, de la cabeza a los pies.  Enteramente, me sentí muy bien por la visita a Tihaljina.  Había sido una experiencia interesante… pero estaba contento que había pasado.  Regresamos a Medjugorje para la Misa y Rosario de la tarde.  Decidí concelebrar y conseguí un puesto al frente en el Santuario.


Al día siguiente, me rendí, y pasé el día entero oyendo confesiones… esto es desde las 8:30 AM a las 10:30 PM, con solo media hora de descanso para comer algo.

¡Fue el mejor día de mi sacerdocio!  Goce cada minuto.  Yo antes me preguntaba como St. John Vianney podía pasar hasta 18 horas diarias confesando.  Ahora me di cuenta que había sido para él no tanto una carga, como una experiencia de fe.  Persona tras persona de todas partes del mundo vinieron a confesión, convenciéndome que Dios esta allí en Medjugorje y que El está moviendo los corazones… corazones duros, especialmente los de los sacerdotes… a la conversión.

Milagros
Durante los días sucesivos, vi al sol pulsando.  Fui testigo de la sanación de un hombre lisiado, quien se levanto de su silla de ruedas y comenzó a caminar.  A este punto nada sobre Medjugorje me sorprendía ya más.  Di por descontado, que el lugar mismo es un milagro más grande que cualquier cosa que ocurra allí… Rosarios volviéndose dorados, prodigios de sanación, etc.

Los Cristianos estaban haciendo aquí en Medjugorje lo que Cristo nos había pedido hacer 2,000 años antes… rezando juntos, cantando juntos, sanando juntos, dando juntos, perdonando juntos.  Pensé que mientras Roma es la cabeza de la Iglesia, Medjugorje es su corazón.

Al día siguiente yo me debía encontrara con el Padre Jozo privadamente.  Desafortunadamente, debido a una serie de retrasos, yo llegue a Tihaljina cuatro horas tarde para la cita, creando así una pobre primera impresión.  Anka (la interprete del Padre Jozo) explicó que él estaba presionado de tiempo y que yo debería limitar lo que tenía que decir a unos pocos minutos.

Incrédulo Tomás 
Fui a la rectoría y espere en el pasillo de entrada.  El vino con sus brazos abiertos y me saludó como “Tommasso”.  (Esto quiere decir Tomás en italiano, una lengua en la cual ambos somos diestros).
“No, Padre” yo contesté, mi nombre es “Timothy”.  El sonrió.  “No” el replicó, “tú viniste aquí como Tomás (el discípulo incrédulo) pero tu vas a irte de aquí como Timothy (griego por “el que le teme al Señor”)”.  Y entonces dije “Yo soy el pastor de esos jóvenes peregrinos que a usted le gustan tanto”.

Padre Jozo, ahora sonriente, hizo un juego con la palabra párroco, la cual literalmente quiere decir “pastor”.  El dijo: “Ah, si, las ovejas trajeron al pastor aquí.  Pero ahora el pastor debe ir a casa y dirigir a las ovejas”.

¡El reveló el secreto!
El Padre Jozo entonces me agarró por los hombros y, en las mismas palabras que yo había formulado al despegar el avión en Houston, me susurró al oído el secreto que yo le había pedido a Dios que alguien en Medjugroje me dijera como una señal de que su Madre estaba verdaderamente apareciéndose allí.

Yo miré al Padre Jozo en total conmoción.  En ese momento fui sobrecogido por el Espíritu.  Simplemente me quedé vacío y caí al piso.  La vida de Jesús pasó frente a mis ojos.  Fui testigo de todos los incidentes del Evangelio en que Jesús sana a la gente y las perdona.  Me percaté de que el Padre Jozo es un testigo especial de la vida y ministerio de Cristo Sanando y Perdonando.  También me di cuenta de que todos los sacerdotes están supuestos a hacer eso.  Nuestro deber sacerdotal es el de sanar, perdonar y propagar la palabra de Dios.

Yo Quiero Ser Santo  
Finalmente dije: “Padre Jozo, yo soy un gran pecador, pero quiero ser un buen sacerdote, un sacerdote santo”.  Como nunca antes este objetivo se aclaró en mi mente.  El Padre Jozo me levantó y me dijo: “Yo debo marchar ahora a Medjugorje pero le he pedido a Anka que le diga las cosas que yo quiero transmitirle a usted”.  Anka, quien también habla buen italiano, me dijo muchas cosas que  se me están empezando a  revelar.

Con lágrimas en los ojos ella describió el encarcelamiento del Padre Jozo y los sufrimientos que él soporta.

Ella dijo: “Padre Jozo sabe que su parroquia, como Medjugorje, es pequeña y rural, que su gente es sencilla y devota, y que ellos aman a Nuestro Señor y a Su Madre.  El también sabe que usted promueve la devoción, no solamente a Ella, sino al Santísimo Sacramento también.  El Padre Jozo está complacido porque usted trabaja con gente joven y que usted anima a la confesión frecuente”.

Anka continuó: “El Padre Jozo dice que usted debe anunciar los mensajes de Nuestra Señora cuando regrese a su parroquia y aconseje a su gente a escuchar Sus mensajes con mucho amor.  También usted debe exhortarlos a rezar, especialmente el Rosario diario; a ayunar, si es posible con pan y agua cada miércoles y viernes; a confesarse por lo menos una vez al mes; a vivir juntos en paz; y a reformar sus vidas”.
Anka continuó: “El Padre dice que usted debe recordar siempre que, como pastor, usted está encargado con la responsabilidad especial de preparar a su gente para la venida de Jesucristo.

Una Gran Nube 
Sus próximas palabras fueron nefastas: “El Padre Jozo sabe que una gran nube está descendiendo sobre la Iglesia Católica en AméricaHay mucha gente desleal al Santo Padre y a la autoridad de enseñanza en la Iglesia.  Sin darse cuenta, esta gente esta preparándose para una cisma.  Los americanos tendrán que decidir a quien seguir, así que el Padre Jozo lo exhorta a usted, Padre, que forme a su gente en la verdad católica y que los haga fuertes, así que su parroquia y su Iglesia sean un refugio para todos los que están buscando un santuario donde puedan ser verdaderamente Católicos”.

Me di cuenta, mientras escuchaba a Anka, que muchas de las cosas que el Padre Jozo dijo venían directamente de Nuestra Señora.  Yo simplemente tenía que preguntarle a Anka directamente: “¿El Padre Jozo ve a la Santísima Madre él mismo?” “Sí” respondió ella, “frecuentemente… tal vez hasta diariamente”