19 mayo 2013 ReL. Todo empezó cuando compró una Biblia
Sábado previo a Pentecostés en Madrid: en la explanada ante
la catedral de la Almudena, desafiando un frío insólito a estas alturas de
mayo, 1.138 jóvenes y otros tantos padrinos, además de sus parientes y amigos,
escuchaban la predicación del cardenal Rouco, que les impartió el sacramento de
la Confirmación y les pidió que que transmitan la fe en su entorno, en
"esta hora tan dolorosamente crítica de la historia".
Creciendo en un ambiente nada devoto
Entre los confirmandos, algunos fotógrafos buscaban a Tamara
Falcó, hija de Isabel Preysler y de Carlos Falcó, marqués de Griñón, que no se
ha criado en un ambiente devoto. El actual (y más duradero) esposo de
su madre, Miguel Boyer, fue un poderoso ministro de economía en el primer
gobierno socialista, y no tiene ninguna cercanía a la fe.
Pero la conversión de Tamara, que ha llegado cumplidos y
pasados sus 30 años, es sincera, y le abre a un mundo que solo poco a poco va
conociendo. Estaba allí, acompañada tan solo de su madrina, sin su familia de
famosos, para evitar un aluvión mediático. Se sentó en la fila número 20 y se
protegió contra el viento con su abrigo y una sonrisa.
Se emocionó en la ceremonia, proclamó el Credo y la fe, vio
culminar un año de catequesis intensiva, de dos sesiones semanales, un
acercamiento a la fe a través de la Biblia, el Rosario, la Virgen y algunos
retiros de la Renovación Carismática.
Una mujer que siempre atiende
Tamara siempre ha sido uno de los personajes más afables del mundo de los
famosos: siempre atiende, no se enfada, habla con naturalidad y cierta
ingenuidad y responde a casi todo lo que se le pregunta con una sonrisa.
Ella tenía la ilusión de recibir este sacramento junto a
sus compañeros de parroquia, con los que se había preparado durante meses.
Lo material, incluso la amistad, no llena
Tamara ha explicado en ocasiones anteriores cuál era su
situación de rica y famosa sin Dios: “Estaba en
sitios maravillosos pero no los disfrutaba, algo me faltaba. No sabía qué era
pero no estaba feliz. Tenía una visión mundana de la vida y era algo que no me
llenaba. Daba igual cuantos amigos tenía, cuántos libros leía, los viajes que
hacía, tenía un vacío que no podía llenar con más cosas materiales”.
Hace algo más de un año entró en la Casa del Libro y una
Biblia fue “el único libro que me llamó la atención”. Lo compró, sin saber muy
bien por qué y en cuanto abrió la primera página, no pudo soltarlo. “En
realidad la religión me encuentra a mí. Yo no tenía ninguna inclinación, ni
tampoco un entorno afín y mucho menos vocación. Descubro todo gradualmente.
Primero, leyendo la Biblia, después rezando el rosario y tras un retiro
espiritual empecé a ir a misa". Tenía muchas ideas raras sobre la
religión, y poco a poco, hablando con sacerdotes y religiosas, fue conociendo
la verdad.
La familia y los amigos no entendían qué hacía Tamara
encerrada en sus habitaciones, en vez de salir con ellos a sus
"planazos". Cuando su padre fue a buscarla, preocupado, ello tuvo que
admitir que estaba leyendo la Biblia y que no podía dejarlo, que estaba
descubriendo algo nuevo. “Mi padre sonrió y me alentó diciéndome que no tenía
que esconderme, que en su familia y en especial granny, mi abuela paterna,
siempre habían sido muy creyentes y que estaba contento de que yo hubiera
encontrado la fe”, declaró a una periodista.
Meditar las lecturas en Evangeli.net
Tamara medita el evangelio cada día (lo recibe por
evangeli.net en el teléfono móvil). “Amo a Dios, recibo evangeli.net, voy a
adoración, llevo mi Biblia siempre conmigo en el iPhone y en mi dedo un rosario
que me dieron en Medjugorje, que es una ciudad de Bosnia-Herzegovina donde se
aparece la Virgen”.
Va a misa varias veces por semana y ha acudido en dos
ocasiones a retiros de oración de sanación del padre Ghislain Roy, un sacerdote
canadiense de la Renovación Carismática. Con una de sus amigas de toda la vida,
es con quien comenzó a ir a los retiros. A raíz de su conversión, su círculo de
amistades se ha ampliado con nuevos amigos, que son los que la acompañan a los
retiros o a las convivencias marianas.
La paz, don del Espíritu Santo
En una excursión de varios días en el Pirineo, con una
periodista, Tamara les dijo: "¿Sabéis que estoy feliz porque sé cómo es la
paz? Me fui tres días al campo completamente sola y allí estuve yendo a misa,
leyendo la Biblia y concentrada exclusivamente en la oración. De repente me
pasó algo que nunca había sentido: la paz. Fue una experiencia maravillosa de
bienestar. Es la sensación más maravillosa que se puede llegar a sentir. Aun no
me puedo creer que haya tardado tanto tiempo en descubrirla. Es una mezcla de
calma y alegría... una sensación de plenitud con Dios... no sé, es muy difícil
de explicar. Me gustaría sentirla todo el tiempo”.
En otras ocasiones ha admitido: "Ya no gasto tanto en
cosas superfluas como la ropa o joyas; reciclo mi armario y mis zapatos. A lo
único que no he renunciado es a mi piso de soltera; ahí me encuentro muy a
gusto. No puedo dejar de pensar que soy una privilegiada”, afirma.
Alabando al Papa Francisco
También logró llevar al Papa a la prensa del corazón cuando
lo alabó: "El Papa Francisco es la bomba. Aunque también me gustaba el
anterior, pero éste es mucho más austero y sus acciones son más parecidas a las
de Cristo. Me encanta que sea austero. Yo no soy austera. Ya me gustaría serlo
más”.
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