Jesús: Un
hecho a tener en cuenta es que cada alma está llamada a una santidad
diferente. Esto, hijos Míos, no lo entendéis, y aunque las virtudes son
las mismas para todos, el camino de la santidad de cada uno está
decidido en el Cielo desde que nace.
En cada santidad la gracia de Dios está supliendo en aquellas deficiencias o carencias que el alma tenga, porque recordad que sin Mí no sois nada, y Yo también lo recuerdo para daros todo lo necesario para vuestra santidad y misión en la vida.
Hay
santos que se santifican por medio de la pobreza. Otros lo hacen por
medio de la paciencia. Hay quien llega a ser un gran santo o santa por
medio de la castidad o de la misericordia cuidando a enfermos, y así
podría ir diciéndoos varias clases de santidades.
No
sois vosotros hijos Míos, quienes escogéis el camino de vuestra
santidad, sino que Soy Yo, Jesús, quien os da unas predisposiciones para
santificaros por medio de la santidad que Yo he escogido para vosotros.
Los hay valerosos y valerosas, y los hay pusilánimes, pero cada alma
tiene unas predisposiciones especiales para santificarse por un medio
determinado. Yo, Jesús, os hablo.
Yo fui el Redentor. Ya visteis cual fue mi camino a seguir, el camino de adoctrinaros y el de la Cruz. Mi
Madre no predicó públicamente ni fue crucificada físicamente, pero Su
santidad no tiene ni tendrá igual, pues se santificó según el Cielo
había dispuesto.
Por eso, hijos Míos, y hermanos de Mi Divino Corazón, seguir la vocación que cada cual tiene es lo que os va a ayudar a santificaros, a ganar las batallas que os vengan, y manteneros fieles a lo que Yo, Jesús, deseo de cada uno de vosotros. Yo, Jesús, os hablo.
Por eso, hijos Míos, y hermanos de Mi Divino Corazón, seguir la vocación que cada cual tiene es lo que os va a ayudar a santificaros, a ganar las batallas que os vengan, y manteneros fieles a lo que Yo, Jesús, deseo de cada uno de vosotros. Yo, Jesús, os hablo.
En cada santidad la gracia de Dios está supliendo en aquellas deficiencias o carencias que el alma tenga, porque recordad que sin Mí no sois nada, y Yo también lo recuerdo para daros todo lo necesario para vuestra santidad y misión en la vida.
Hijos
Míos, cuando lleguéis al Cielo os sorprenderá ver lo variopinto de las
santidades. Allí veréis que quien menos ruido hizo y más desapercibido
pasó en esta vida, llegó a altos grados de santidad, porque hijos, ser
santos es cumplir en cada instante la voluntad de Dios. Yo, Jesús, os
hablo, os instruyo y os bendigo. Mi paz esté con todos vosotros.
Del libro "Dadme de beber".
Mensaje de Junio 2009
Mensaje de Junio 2009