por David Ramos
Con el fallo de hoy de la Corte Suprema, que declaró inconstitucional la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA), quienes se oponen al mal llamado “matrimonio” gay han pasado a convertirse en “enemigos de la raza humana”.
No son palabras mías, sino que así lo expresó en su fallo en minoría el magistrado Antonin Scalia, quien también descartó que la ley, que defendía el matrimonio entre un hombre y una mujer, sirviera para “menospreciar”, “herir”, “degradar”, “menospreciar” o “humillar” a las personas homosexuales.
Pero ya nada de eso importa. De la misma corte que hace 40 años admitió el asesinato de niños en el vientre durante los nueve meses de gestación, ahora llega este gigante atropello contra la familia.
Lo que para Barack Obama -quien no dudó en felicitar a los “chicos” de la Corte Suprema desde el Air Force One- es un “paso histórico para la igualdad del matrimonio”, es en verdad un ataque sanguinario, que pone en jaque la libertad religiosa y de expresión de los ciudadanos estadounidenses.
En una sociedad como la estadounidense, en la que agencias católicas de adopción ya se han visto obligadas a cerrar sus puertas porque las leyes de sus estados les exigían dar en adopción a niños a parejas homosexuales, el fallo de la Corte Suprema solo puede ser para peor.
Esto es: si eres católico (o cristiano de otra denominación que no admita las uniones homosexuales en su enseñanza, o musulmán), prepárate: Te presionarán primero, te perseguirán después, y no descansarán hasta que aceptes su distorsión al matrimonio y la familia, o mueras en el intento.
Parece sacado de una película de ciencia ficción, pero es la realidad: Una cacería sin tregua contra los “enemigos de la raza humana”, que lo único que hacen, irónicamente, es defenderla.
Porque, ¿de qué otra forma existiría “raza humana” sin uniones entre un hombre y una mujer?