*El mendigo que donó 40 mil euros para restaurar iglesias




Dobri Dobrev es un anciano pobre de 98 años. Se quedó sin oído durante la Segunda Guerra Mundial y actualmente vive de la pensión de 80 euros que le paga mensualmente el Estado Búlgaro.

Más allá de que él mismo se hace sus propios vestidos, de la condición humilde en la que vive o del recorrer diariamente 10 kilómetros desde donde su casa hasta la capital del país, Sofía, para mendiga, se ha convertido en foco de atención por el acto de generosidad que ha protagonizado recientemente: donó más de 40 mil euros (fruto de las limosnas y ahorros de la vida) para pagar facturas de luz y agua de orfanatos y también para restaurar monasterios e iglesias en su país natal.



Evidentemente el gesto de generosidad está precedido de una robusta fe de este hombre. Solo un hombre de fe, que sabe que las iglesias son casas de Dios, es capaz de hacer algo así. Y es que la fe exige desprendimiento pero así precisamente llena porque se convierte no en un mero «dar» sino en un «darse».