*Jesús: Antes del Desastre, vendrá mi Cisma

Mensaje de Jesús a Marga del 18 de junio de 2008



Jesús: 



     Comenzaré a dictarte ahora la Devoción para el Reino Nuevo. 
     Cuando Yo haya transformado todas las cosas por mi Madre. 
     Cuando mi Madre instale su Reinado de Amor en los corazones. 
     Cuando encuentre corazones similares al de María en el mundo, abiertos y dispuestos a acogerme, puros y limpios de corazón. 
     Entonces vendré Yo a reinar entre vosotros. 
     Estableceré mi Reino en la tierra y vendré a morar verdaderamente con vosotros, en el Reinado Eucarístico de mi Sagrado Corazón, donde no habrá ya más odio y desamor, pecado y horror. Donde reinará la paz
     ¿Cómo prepararé ese Reinado? ¿Cómo tendrá lugar? 
     Mi Madre ha estado viniendo por largos años a vosotros. Se ha manifestado a los pobres y sencillos. Ha elegido a los más pobres entre los pobres. Mi Madre propugna un cambio de los hombres, su vuelta hacia Mí. Mi Madre está luchando por cambiar los corazones de los hombres y volverles hacia Mí. Para que Yo pueda morar en ellos. Para que Yo les pueda albergar. 
     Cuando en la tierra encuentre el terreno propicio para poder habitar, vendré. 
    Esta mi Segunda Venida es un establecimiento de mi Reino en vosotros, mi Morada en vosotros. Y Yo seré para ti tu Dios y tú serás para Mí mi pueblo. «Dios-con-voso-tros». Yo habitaré con vosotros. Yo seré para ti tu Dios y tú serás para Mí mi pueblo. «Dios-con-vosotros».2 Dios con su pueblo. Pueblo de Dios. No «no-pueblo», sino «Pueblo». Amor. Pasión. 

Nota (1) En muchas apariciones, por todo el mundo.



Mensaje del 28 de junio de 2008

(Exposición del Santísimo) 



Jesús: 



     Mirad cómo, en Adoración a mi Majestad, todos vuestros problemas desaparecen. Mirad cómo la Adoración Eucarística es la solución a todos vuestros males. Acercaos a Mí, y de Mí recibiréis mis consuelos. Sí, Yo estoy dadivoso en este Sacramento de Amor. Yo estoy vulnerable. Yo estoy expuesto a ti, a tus amores o a tus ingratitudes. 

     
Te preguntas cómo puede tener lugar mi Reinado Eucarístico, si antes, lo predicho, está la abolición de mi Eucaristía

     Habrá un periodo en mi Iglesia muy negro -y ahora se prepara-, en el que parecerá que la Iglesia ha desaparecido. Todo lo que hasta ahora se ha creído se dejará de creer. Desaparecerá mi Eucaristía del culto público. Sólo quedará el privado. Oficialmente, la Eucaristía será abolida. Será «la abominación de la desolación». Los Templos muertos, donde no se me adorará ya. Es un Templo muerto. 

     En su lugar, Yo mantendré a mi Verdadera Iglesia erguida, pero será una Iglesia de las catacumbas. Estará escondida. Sí se consagrará y se realizará el Sacrificio, aunque sea abolido oficialmente. 

          Jesús mío, estamos mal, pero me cuesta creer que lleguemos a eso. ¿Cómo? 

     Ocurrirá el Desastre, y ya nada volverá a ser como antes. 

     Hay un Aviso, que está cerca. Y un Castigo. En el Castigo, mucho será destruido. Y habrá muchos hombres que, supervivientes, sean dominados de Satanás. Entonces, por un pretendido «cuidado», se cerrarán los Templos que queden en pie. Será peligroso salir a la calle, pues en la calle moran los endemoniados. 

     En este momento, desde la iglesia, se va a propiciar una ayuda para el pueblo, que muere de sed, muere de hambre. Y esta ayuda sólo la recibirán los que tengan la marca de la bestia. 

     Antes del Desastre, vendrá mi Cisma. El Gran Cisma. Y la Iglesia Verdadera desaparecerá para dar paso a la nueva. En esta nueva sobre todo hay una vertiente social. Con la excusa de que no haya profanaciones eucarísticas, la Eucaristía será abolida. No se permitirá a los sacerdotes celebrar en público por los abusos y peligros. Pero al mismo tiempo, se fomentará en los hombres lo diabólico. Y que campen por sus anchas. Será peligroso salir a la calle, sí. 

     Estaréis así un periodo. El que permita mi Padre Dios, acortado por las súplicas de una Madre y de la muchedumbre de mis almas víctimas. 

     No se podrá comprar o vender si no tienes la marca de la bestia. 

     El impío, el adversario, se erigirá en su Trono pretendiendo dominaros. Realmente parecerá que todo el mundo está en su mano. 

          ¿Y cómo acabará esto? 

     Al adversario lo derrocará el Poder de Dios. Nada ni nadie, salvo Dios. Lo derribará de su Trono. Y con él, las obras del mundo y de su Poder. 

   
Ecos de Garabandal