*Los sacerdotes tienen parte en las hostias consagradas

  MENSAJES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO PARA SUS PREDILECTOS. De Concepción Cabrera de Armida. CAPITULO VII: Los sacerdotes y la comunión.


La comunión borra los pecados veniales, porque mi acercamiento purifica. 

Pues bien, los sacerdotes tienen parte –una parte pasiva, pero real-, en las hostias consagradas; porque al decir ellos: “Esto es mi Cuerpo”, cuando consagran en la Misa, es en cierta manera su cuerpo en Mí. Porque no sólo se transforma el sacerdote interiormente en Mí, sino que también su cuerpo y todo cuanto es se pierde en Mí. Y sea que consagre una hostia o muchas, queda él en Mí en ellas, aunque absorbido por la potencia absorbente de mi Divinidad.



¡Oh y qué grande y qué sublime participación tiene el sacerdote, digno o indigno, en su ser de sacerdote en esta altísima dignidad que Yo le di! 


Pues bien: si el sacerdote es impuro, es indigno, está manchado, ¿cómo va a borrar los pecados en las almas, convertido en Mí? Este punto es tan sutil que se pierde para los ojos humanos; pero para los míos tiene resonancia, tiene eco en Mí y constituye una falta de delicadeza punible que hiere las fibras de mi Corazón. 

Esta dignidad del sacerdote es tan extensa que el entendimiento humano no alcanza a abarcarla, sobre todo, cuando administra con potestad divina los sacramentos de mi Iglesia, en los que siempre me representa. 

Ningún sacramento, sin embargo, ningún acto tan transcendental ni mayor que el que ejerce en la Misa; porque de él se derivan incalculables efectos para el cielo, para la tierra, para el purgatorio, para miles de almas. ¡Ya se ve si deberán los sacerdotes ser dignos, ser puros, ser santos, ser Jesús!” 

Que el Espíritu Santo y la Virgen María los transforme en otros Jesús.