La respuesta es clara, sencillísima: no van a misa porque no
tienen ni la más remota idea de lo que es la misa. Esto no es una
opinión, es un hecho. La pregunta más difícil de responder es el porqué
de todo esto, la causa inmediata es, desde luego, también evidente: las
catequesis (en formas y contenidos) son malas, muy malas, a los
resultados me remito. Transmitimos un cristianismo (edulcorado, light)
carente totalmente de transcendencia, mística y sacrificio. Un
cristianismo sensiblero y demasiado apegado a la tierra.
Transmitimos un
cristianismo de operación Kilo, de sembradores de estrellas, de caritas
sonrientes y colegas que se reúnen asambleariamente para, dándose la
mano en torno al altar, entrar en comunión con el cosmos, la naturaleza,
la humanidad y no sé cuántas chorradas más. El Misterio ha quedado
desterrado, desechado. La oración personal, llevada a la vida cotidiana,
olvidada.
No solo sería injusto, también sería faltar a la verdad,
generalizar del todo en este asunto. Me llena de esperanza y alegría esa
pléyade inmensa de sacerdotes, muchos de ellos de la nueva hornada, que
son fieles a liturgia, y siguen creyendo, ¡pásmense ustedes!, en la
transubstanciación, la existencia de Satanás y el infierno, la
resurrección de la carne y en la Parusía, pilares de la Fe (1) que poco
se explican en catequesis, menos aún en las homilías dominicales, y que
desde luego no se reflejan en nuestras vidas cotidianas.
He sido testigo de cómo un sacerdote en plena consagración
exclamaba: “¡Por favor señora…!” porque a una feligresa se le escapó,
durante la elevación, un “¡Señor mío y Dios mío!”. Hace poco una persona
me contaba como al arrodillarse para recibir la comunión el sacerdote
le “despachaba” el Cuerpo de Cristo con la piadosa jaculatoria “¡que sea
la última vez …!”.
He participado, y sobre todo sufrido, ¿misas? En las que el
sacerdote volcaba todo su potencial creativo en variar la liturgia para
hacerla, según él ¡claro!, más cercana y comprensible. Recuerdo una
vigilia Pascual en la que se suprimió la liturgia del fuego por unas
piedras que representaban no se qué y unos “bonitos” versos que
sustituían las lecturas… ¡y que me dicen de esas cancioncillas hippies
ochenteras que sustituyen el Gloria, el salmo o lo que se tercie!, hemos
suprimido el Gregoriano para meter en misa a los Beatles.
Desde luego hay que prestar atención a estos sacerdotes (y
compañeros laicos liturgistas), ad contrario sensu ¡por supuesto!,
porque son especialistas en participación: nadie como ellos para dejar
vacías las parroquias, eso les deja más tiempo para publicar libros.
¿Quién habrá hecho más daño a la vida eucarística de los fieles,
quien habrá arrancado más personas de la fe?, ¿Diocleciano o la panda
de teólogos progres para los cuales todo es mito y elaboración tardía de
la primitiva comunidad cristiana?. Lobos con apariencia de corderos, o
tontos útiles caídos en el más insulso de los buenismos.
Satanás que lleva siglos de lucha contra la Iglesia Católica,
única Iglesia de Jesucristo, va aprendiendo de sus errores. Atacando a
la Iglesia de frente nada puede (aunque le gusta), todas las
persecuciones, desde el martirio de San Esteban, pasando por Nerón,
Diocleciano … hasta llegar a la “humanitaria” Revolución Francesa,
China, Rusia, Méjico y España… han llenado el Cielo de mártires y la
Tierra de cristianos. También lo hizo soterradamente, inoculando veneno
con las herejías (Arrianismo, Monofisismo, Macedonianismo, Maniqueismo,
Ebionismo, Protestantismo etc.) pero todas ellas terminaban por ser
expulsadas, cual cuerpo extraño, del organismo vivo de la Iglesia.
La táctica satánica en estos últimos tiempos (debería escribirlo
con mayúsculas: Últimos Tiempos, mejor así sin duda) ha sido hacernos
creer que somos unos tipazos muy majetes y que antes de nosotros, en
aquellas oscuras épocas medievales (algunos piensan que la Edad Media, a
tal efecto, se extendió desde el concilio de Jerusalén hasta nuestra
constitución del 78) no había sino superstición, opresión y corrupción
eclesial.
Y junto con esto el ataque directo (la abominación de la
desolación) al corazón de la vida de la Iglesia: la EUCARISTÍA. Esta vez
la persecución no es a sangre y a fuego (en occidente me refiero,
porque en otros lugares como en China o en Corea del Norte si lo es)
sino a base de globos, confetis y soberbia plasmada en “arreglos”
litúrgicos.
De este modo, ayudado por el quintacolumnismo de tontorrones
bienintencionados y falsos pastores malintencionados, la Misa paso a ser
reunión, cena, asamblea y qué sé yo. El momento de la comunión quedo
oculto entre cantos y avisos parroquiales y los sagrarios llegaron a
desaparecer de la vista, había (hay) templos en los que uno era incapaz
de encontrar el sagrario ni con un mapa. El arte con el que el hombre
quiso siempre adorar y honrar a Dios se volvió feo, horrible. Los
sacerdotes dejaron sus vestiduras sagradas, desapareció todo sentido de
Misterio y transcendencia.
No me extraña que en estos tiempos postrimeros, en especial de unos doscientos años para acá, el Cielo nos envíe tantas alertas.
Tenemos que volver con urgencia a la pureza, el cuidado y el
respeto en nuestras celebraciones eucarísticas. Basta ya de cambios
caprichoso y arbitrarios en el canon de la misa, basta ya de teléfonos
móviles y feligreses contestando en mitad de la consagración, basta ya
de llenar la misa de ruido, basta ya de explicar mal la misa a los
catecúmenos, basta ya de impedir la comunión de rodillas y en la lengua,
basta ya de rebajar el nivel de exigencia y que nuestros jóvenes sean
incapaces de rezar un padrenuestro en latín, basta ya de sagrarios
abandonados, basta ya de falta de respeto a las especies sagradas.
Aclaro para terminar: No me parecen mal ni la operación Kilo, ni
los sembradores de estrellas, ni las paraliturgias que fuera de la misa
puedan realizarse, tampoco las cena-forum, los video-forum y similares,
pero quedarse en eso es nefasto y muchas veces a eso se reduce la
participación de los jóvenes, y no tan jóvenes, en multitud de
comunidades cristianas.
¿En qué consiste el éxito, por ejemplo, de
Medjugorje?, consiste en: Fidelidad Litúrgica, Misas cuidadas (sin
añadidos), fidelidad al Papa y al magisterio de la Iglesia, la Adoración
Eucarística, la Confesión, el santo Rosario, el Ayuno y la penitencia,
la Caridad y el contacto personal con el Misterio. Del Concilio Vaticano
II para acá se ha probado de todo y no ha funcionado ¿no habrá llegado
la hora de probar la Verdad incluida la verdad del Concilio?
Creo, como han señalado los Papas en numerosos escritos (2), que
vendrá un tiempo en que reinen los Corazones de Jesús y María en el
mundo entero, un Reino que será sin duda Eucarístico, pero esto
acontecerá, como nos recuerda el Catecismo (3), tras un periodo de
extrema tribulación y persecución que nos vendrá de todos los lados,
también desde dentro (quien tenga oídos que oiga). Pidamos mucho al
Señor para que adelante su hora, ¡venga Tu Reino!.
¡Que nadie se desanime ni se complique la existencia!: Confianza
en la Divina Providencia, devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al
Inmaculado Corazón de María e intensa vida eucarística he ahí el
secreto.
Que en esta Solemnidad del Sagrado Corazón nos decidamos a hacer de la Eucaristía el centro de nuestras vidas.