Catedral de Brescia |
Extracto del libro "El último exorcista" de G. Amorth
(...) El párroco se llamaba Faustino Negrini. Hacía 40 años que
estaba allí (una parroquia a 10 kilómetros de Brescia). Sumamente querido. Dos mil almas lo adoraban y lo seguían en
todo. Un día me dijo:—Ven conmigo. Me llevó a la sacristía. Había allí una
mujer. Se presentó:
—Buenos días, soy Inés Salomoni.
Nunca he olvidado su nombre. Aún hoy recuerdo el timbre de su
voz. No sé por qué el padre Faustino lo hizo. Tal vez quería hacerme partícipe de
todos los acontecimientos importantes de su parroquia.
Fuera de esto, quiso que
Inés me contara su historia. Me quedé escuchándola un buen rato. Me
sentía aterrorizado. Inés tenía 16 años cuando Satanás entró en ella, ¿Por qué se
introdujo en ella? El padre Faustino, que obtuvo del obispo de su diócesis el
permiso de exorcizarla dirigió un día, durante un exorcismo a Inés, la misma
pregunta a Satanás.¿Por qué estás dentro de ella? Respóndeme en el nombre
de Cristo. Al volver a pensar en la respuesta que dio Satanás me quedo sin
palabras:—Porque Inés es la más santa de la parroquia, la más pura,la más
íntegra. Y por eso la he hecho mía.
Es un gran misterio. Es verdad que aquellos
que se encuentran en gracia de Dios no tienen que temer. Que Satanás poco puede
contra los que viven en gracia de Dios. Pero también es cierto que Satanás es
poderoso. Y que desea hacer suyos sobre todo a los que sean santos, a aquellos que en
alma y cuerpo son de Dios.Los exorcismos para liberar a Inés fueron muy
difíciles. Horas y horas de ásperas batallas que duraron años.
En cierta ocasión el padre Faustino la llevó a ver al padre
Pío de Pietrelcina. Cientos de kilómetros para buscar una ayuda más. En el
trayecto en coche desde Lombardía hasta Apulia sucedió de todo. El coche se
detenía continuamente a pesar de no sufrir avería alguna. El padre Faustino se
vio obligado muchas veces a parar el coche al lado de la carretera y a bajar de
él para ver si había alguna avería en el motor. Sólo cuando rezaba una oración,
el coche volvía a funcionar de manera mágica, para luego detenerse después de
unos pocos kilómetros. Fue un viaje extenuante y larguísimo.
El padre Pío no era
exorcista, pero lograba expulsar muchos demonios con simples bendiciones y
oraciones. Satanás temía al padre Pío.Todas las paradas que el coche tuvo que
hacer, la actitud temerosa y a veces furiosa de la poseída, fueron claras
señales de cuánto Satanás temía al fraile oriundo de Pietrelcina.
El padre Pío prácticamente no le hizo nada. La exorcizó pero no la liberó.
En el
viaje de regreso Satanás estaba eufórico. Y comenzó a burlarse del padre Pío.
Por boca de Inés decía:—¡Le gané, le gané! Reía. Gritaba. Estaba ebrio de
alegría. Y el coche recorrió los muchos kilómetros que separaban a San Giovanni
Rotondo de Brescia sin ninguna parada. Ninguna dificultad. Ya no había necesidad
de boicotear el viaje. Pero Satanás no sabia que el exorcismo del padre Pío
había sido, con todo, y a su modo, eficaz. Después de poco tiempo, en efecto,
Inés fue liberada. El padre Faustino le preguntó a Satanás que le dijera, en
el nombre de Cristo, cuándo se iría del cuerpo de la poseída. Fue obligado a
revelarle el día y la hora. Los feligreses fueron todos convocados en el atrio
de la iglesia. Inés se liberó en un instante, apenas iniciado el rito, delante
de todos. Fue una gran alegría y alivio para todo el pueblo.
No sé por qué, pocos
meses después de mi ordenación sacerdotal, Dios me hizo conocer a Inés Salomoni.
Quizá quería hacerme probar aquello contra lo que debería luchar muchos años
después. Es un hecho que desde el día en que nací hasta 1986, Inés Salomoni fue
la única experiencia de alguna manera directa que tuve con el demonio. Los
caminos del Señor son infinitos. Y sus designios lo son todavía más. Aún a los
sesenta años la vida puede cambiar de repente. Aún a los 60 años Dios puede dar
una sacudida violenta a la existencia de un hombre."