1.
Antes de iniciar el Rosario es provechoso guardar unos segundos de
silencio para tomar conciencia de lo que vas a hacer y así rezarlo con
devoción, no mecánicamente. Adoptar la actitud del hijo que se acerca
con mucho cariño a su Madre del cielo y decirle algo así: Aquí me tienes
de nuevo, María, quiero estar un rato contigo, mostrarte mi afecto,
sentir tu cercanía; quiero que me ayudes a conocer mejor a Tu Hijo, que
me enseñes a rezar como Él y a parecerme cada día más a Él.
2.
Durante unos minutos o durante todo el rezo del Rosario puedes tener
delante una imagen de la Santísima Virgen que te recuerde a la que está
en el cielo. A partir de la imagen perceptible con los sentidos, trae a
la memoria a tu Madre del cielo y ponte espiritualmente en Sus brazos.
3.
Recuerda que el Rosario consiste en meditar y contemplar los
principales episodios de la vida de Cristo para conocerlo, amarlo e
imitarlo. Mientras rezas las diez Avemarías de cada misterio como si
fueran una melodía de fondo que tranquiliza y serena, centras tu oración
en Cristo, su vida, sus enseñanzas. Los misterios del Rosario son como
un compendio del mensaje de Cristo. Cada misterio tiene sus gracias
especiales, grandes temas en qué meditar, grandes enseñanzas. Meditar en
los misterios de la vida de Cristo nos ayuda a crecer en nuestra
configuración en Él. No es un simple ejercicio intelectual, sino un
encuentro vivo con Cristo, pues por las virtudes teologales podemos
entrar en contacto real con Cristo.
4.
"Contemplar con María el rostro de Cristo" (RVM, 3). Ponte al lado de
María y juntamente con Ella recuerda a Cristo. Si rezas así el Rosario,
verás que algo sucede en tu alma mientras lo rezas. Experimentas la
presencia de María que te dice que Ella está allí, siempre a tu lado, te
abraza, te enseña a contemplar a Jesús. Durante el Rosario, María
trabaja de manera especial en tu alma, modelándola conforme a la imagen
de Jesús. Ella es quien nos conduce de modo más seguro a Cristo y lo
hace no sólo con su ejemplo sino con una acción espiritual,
profundamente eficaz. Cuando María y el Espíritu Santo trabajan juntos,
forman una mancuerna realmente poderosa.
5.
Rezar el Rosario es rezar desde el corazón de María. "Aprende de María a
contemplar la belleza del rostro de Cristo y la profundidad de su
amor". (RVM 1) María es modelo insuperable de contemplación. A partir de
la experiencia de María, el Rosario es oración contemplativa; es entrar
a la escuela de oración de la Virgen María. Nos enseña mostrándonos a
Jesús y permitiéndonos ver cómo ella los vive interiormente.
6.
Ten siempre presente que el Rosario es un arma poderosa. Rezándolo con
esta certeza de fe, obtenemos abundantes gracias a través de las manos
de María. La paz del mundo es una intención particularmente querida por
María. Otra intención muy especial y que, como dice Juan Pablo II,
requiere hoy "urgente atención y oración", es la familia.
7.
Es una oración que ayuda a unificar e integrar toda la vida y a ponerla
en manos de Jesús y María, pues a lo largo de los misterios del Rosario
podemos ir poniendo en sus manos las personas que más llevamos en el
corazón, la familia, los amigos, la Iglesia, la nación, la humanidad, la
misión, el trabajo, las preocupaciones e intenciones personales.
8.
El hábito de rezar el Rosario todos los días es un modo de asegurar un
contacto diario con la Virgen María, de expresarle todo tu afecto,
veneración y gratitud. Es bueno tratar de rezarlo cada día mejor, con
más atención, disponiéndote con las actitudes correctas, meditando
mejor, poniendo más amor.
Karla Rouillon