*El poder del signo de la cruz

Medalla de san Benito
La gran virtud de la señal de la Cruz se muestra en la vida de los santosno sólo en la tradición unánime de las liturgias de Oriente y Occidente. Recordaré únicamente un par de ejemplos.
En la vida de San Benito (+547), escrita por San Gregorio Magno en el año 593, se refiere un milagro que manifiesta el poder del signo de la cruz en las bendiciones. Siendo Abad de un monasterio, que le había sido encomendado para reformarlo, trayéndolo a la observancia, unos monjes «después de decidirlo en consejo, mezclaron veneno en el vino. Cuando al sentarse a la mesa, le fue presentada al Abad la vasija de cristal que contenía la bebida envenenada para que la bendijera, según costumbre del monasterio, Benito, extendiendo la mano, hizo la señal de la cruz y con ella se quebró el vaso que estaba a cierta distancia; y de tal modo se rompió , que parecía que aquel vaso de muerte, en lugar de la cruz, hubiera recibido una pedrada. Comprendió en seguida el varón de Dios que debía contener una bebida de muerte lo que no había podido soportar la señal de la vida» (Diálogos III).
«Santa Clara [+1253], devotísima discípula de la cruz», preparando la visita del Papa a su monasterio, «mandó preparar panes para las hermanas en todas las mesas, con la intención de guardar aquellos panes una vez que los hubiese bendecido el Vicario de Cristo». Pero fue grande su sorpresa cuando el Papa le mandó: «Hermana Clara fidelísima, yo quiero que seas tú la que bendiga estos panes haciendo sobre ellos la bendición de Cristo, a quien te has entregado por completo como precioso sacrificio». Santa Clara se resistía por humildad, pero el Papa insistió. «“Te mando por santa obediencia que hagas la señal de la cruz sobre estos panes y los bendigas en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo”.

Entonces ella, como verdadera hija de obediencia, bendijo devotísimamente los panes con la señal de la cruz. Y al instante apareció una bellísima cruz sobre todos los panes», según piadosa tradición popular. «San Francisco les enviaba [a las Hermanas] muchos enfermos; y ellas, haciéndoles la señal de la cruz, que veneraban de todo corazón, daban salud a todos» (Actus 43,Fioretti 35; cfLeg. S. Claræ 29).

Jose María Iraburu, sacerdote