*La tilma de Guadalupe: milagros y simbolismo

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe está llena de un simbolismo maravilloso, que tocó a fondo el corazón de los mexicanos, pueblo profundamente dotado de sentido simbólico.

● Por ejemplo, la Virgen aparece rodeada de nubes. Ahora bien, a los seres que consideraban venidos de parte del Cielo, los aborígenes mexicanos los figuraban surgidos “entre neblinas y nubes”. Por eso, viendo que en la tilma de Juan Diego Nuestra Señora aparece cercada de nubes, los indios entendieron que venía del Cielo; que en Ella se hacían visibles los “ojos, oídos y boca” de Dios; y que venía para “reinar en estos reinos”.

● Esta deducción era reforzada por tres diseños: de los rayos del sol que circundan a la Virgen como irradiados de Ella; de la luna a sus pies; y de las estrellas en su manto y sobre su cabeza; que hicieron entender a los indígenas que Ella es la Reina de todo el universo.

● El 12 de diciembre, dia del solsticio de invierno en México, era el día más importante en el calendario religioso azteca. Celebraban al sol victorioso sobre las tinieblas. Y en la tilma, la Virgen surge precisamente del sol... Asimismo los aztecas adoraban a la diosa luna, Tezcatlipoca. Viendo a Nuestra Señora de Guadalupe pisando en la luna, entendieron que ésta no es nada comparada con Ella. Más aún considerando que en los duelos de guerra aztecas, el vencedor proclamaba su victoria pisando la cabeza del vencido y manteniendo esa posición. La Virgen aparece así como la gran vencedora de la idolatría.

● Pero, a diferencia de los horrendos dioses aztecas, sus manos unidas en oración como suplicantes, y su ligera inclinación de cabeza en señal de humildad, les hicieron comprender que Ella no es una diosa, sino una maternal intercesora ante Alguien mucho mayor que Ella, el verdadero Dios.

● Y como su rostro es de una adolescente encantadoramente mestiza, es decir, posee un claro componente autóctono, los indios se sintieron de inmediato connaturales con Ella.

● El vestido interno de la imagen, que asoma en las mangas, es blanco, precisamente el color que usaban en México las doncellas. Pero la túnica es rosada, color de las mujeres casadas. Mientras que la faja de color lila, dibujada un poco encima de la cintura, así como la configuración del vientre, dan a entender que se trata de una Mujer grávida. O sea, sus vestimentas simbolizan simultáneamente a una esposa, Virgen y Madre.
Este conjunto de simbolismos cautivó de tal manera a los indígenas, que provocó un movimiento de conversiones incontenible, sin precedentes en la historia de la Iglesia.

En el siglo del ateísmo, milagros que desconciertan a la ciencia

Pero la pintura escondía aún otras maravillas simbólicas, cuya revelación Dios reservaba para varios siglos después: precisamente para nuestra época de incredulidad y apostasía, como preludiando una nueva y más prodigiosa conversión...

● Los primeros exámenes científicos a que la tilma fue sometida, en 1666 y en 1787, concluyeron que la pintura no era obra de pincel ni otro medio humano conocido, y que su conservación era humanamente inexplicable (la fibra de magüey no dura más de 20 años, y la humedad salitrosa del lugar la corrompe rápidamente).

● Estas conclusiones fueron confirmadas en 1954 por el profesor español Francisco Camps Ribera, autoridad europea y mundial en técnicas pictóricas, quien observó que la burda tela absolutamente no ofrecía condiciones para pintar trazos tan delicados sobre ella, y que en la imagen no hay huella de pincel.

● Pero lo más asombroso es que ¡tampoco hay pintura! En 1936 el profesor de química de la Universidad de Heidelberg Richard Kühn, de origen judío y Premio Nobel de Química 1938, dictaminó que en el diseño de la imagen no existe ningún colorante conocido, ni animal, ni vegetal, ni mineral. Es materia desconocida.


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Las fotografías en infrarojo de la imagen tomadas en 1946, de frente (der.) y al dorso (izq.), revelaron la ausencia completa de trazos de pincel y de cualquier otra técnica pictórica conocida
Las fotografías en infrarrojo tomadas por Jesús Cataño en 1946, de ambos lados de la tilma, corroboran que no hay huellas de pincel ni de otro medio conocido. Junto con el Santo Sudario de Turín, esta es la única imagen calificada con el vocablo griego aceiropoivhtoV (literalmente “pintada sin el uso de manos”).

● Esto fue nuevamente confirmado por las fotografías con rayos infrarojos obtenidas en 1979 por los científicos de la NASA Jody Brand Smith y Philip S. Callaghan. Ellos concluyeron que “la técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es inusual, incomprensible e irrepetible”.

● Como también es inexplicable que el color de la pintura se mantenga vivo y remozado después de cinco siglos, sobre una tela que debería haberse deshecho en pocos años, increíblemente conservada en perfecto estado hasta hoy.

● Pero hay más. En 1929 el fotógrafo Alfonso Marcué había descubierto que en el ojo derecho de la imagen se refleja el busto de un hombre, posiblemente Juan Diego o el Obispo Zumárraga. La persecución anticatólica que se vivía entonces en México impidió llevar adelante las investigaciones. Pero en 1951 el dibujante Carlos Salinas, examinando fotografías ampliadas de la imagen, reconoció esa misma figura reflejada en las córneas de ambos ojos. Esto fue confirmado por una comisión de 20 oculistas, químicos, optometristas y diseñadores tras 8 años de investigaciones


● Tres destacados oftalmólogos, los doctores Rafael Torija Lavoignet, Enrique Graue Díaz-González, y Amado Jorge Kuri, examinaron separadamente los ojos de la imagen con instrumentos de mucha precisión y llegaron a una misma conclusión, que parecen “ojos vivos”. Graue los examinó con un oftalmoscopio de alta potencia y descubrió una luminosidad en las pupilas: “Uno pasa el haz de luz en los ojos de la Virgen de Guadalupe y ve cómo brilla el iris y cómo el ojo adquiere profundidad. ¡Es algo que emociona!... le recuerdan a uno los ojos de una persona viva”

● Las sorpresas no paran ahí: en diciembre de 1981 los astrónomos del observatorio Laplace de México, P. Mario Rojas, y el Dr. Juan Homero Hernández Illescas verificaron que las estrellas que aparecen en la pintura corresponden a la posición de las constelaciones en el cielo de México en la madrugada del propio día de la aparición, 12 de diciembre de 1531. Se identifican del lado derecho las constelaciones de Libra, Escorpión, Hidra, Centauro y nuestra Cruz del Sur; y al lado izquierdo Boyero, Osa Mayor, Berenice, Lebrel, Tauro y Dragón. ¡El simbolismo de la Reina del Cielo! 

● Otro detalle asombroso: la tilma está colocada sobre una placa metálica cuya temperatura es de 15° C., pero el tejido tiene una temperatura de 36,5°C., correspondiente a la de un cuerpo humano vivo normal