Las niñas de Garbandal |
El Hermano Superior
mandó rezar en la Capilla por uno de sus hermanos gravemente enfermo. El hermano
David rezaba sin saber que se oraba por su propia salud.
Uno de los hermanos de
la Comunidad pensó que un religioso debía saberlo para que se prepare para su
tránsito y sin más se lo contó al hermano David, y le dijo:
-- Rezamos por tí.
El hermano David, muy impactado, pasó unos dias postrado
y después reaccionó. Como ya conocía Garabandal por Julio Pose,
prometió a la Virgen que si le curaba daría todo su
tiempo, después de sus obligaciones de enseñar en el Colegio, en dar a conocer
los Mensajes y las Apariciones de Garabandal.
De repente el médico empezó a preguntarse lo que pasaba,
los análisis de sangre mejoraban en una forma espectacular.
El Hermano David ya no tuvo que tomar mas medicamentos ya que
estaba curado.
Dijo:
-- Estoy seguro que la Virgen
me curó, ahora me toca cumplir lo prometido y voy a difundir Garabandal tanto
como pueda.
Sus
fuerzas mejoraron tanto que poco después pudo hacer, a pié, una peregrinación al
Santuario de Nuestra Señora de Luján, unos sesenta kilómetros a pié desde Buenos
Aires.
A los dos años tuvieron
su Capítulo general los Corazonistas. El Hermano Superior, viendo el entusiasmo
del Hermano David por difundir los Mensajes de Garabandal, lo eligió para ir con
él a Roma para el Capítulo general de la Orden y con el fin de realizar allá
nuevos análisis y saber si estaba completamente curado.
En Roma los
análisis dieron que estaba completamente normal.
El Hermano David estaba muy afligido por la mucha oposición que había
entonces para la difusión de los Mensajes de Garabandal
y pensó pedir audiencia al
Cardenal Ottaviani, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
para consultarle acerca de la promesa que había
hecho a la Virgen de difundir los Mensajes y las Apariciones de Garabandal.
Pidió por tres veces
audiencia y se la negaron e insistió una cuarta vez. Le decían:
-- No tendrá su
audiencia.
Pero en ese momento
pasaba por allí Monseñor Ottaviani, que dijo:
-- ¿Qué
pasa aquí?, ¿pero qué es ésto?.
El Hermano David le dijo el motivo de su petición
de audiencia y daba gracias interiormente a la
Virgen de Garabandal ya que el Cardenal Ottaviani lo recibió inmediatamente.
Le presentó los análisis que le daban a lo sumo tres meses de vida y los de su
maravillosa curación. Sometió este caso de conciencia a Monseñor Ottaviani, por
un lado su promesa a la Virgen de difundir los Mensajes de Garabandal y por otro
lado las prohibiciones del Obispado de Santander.
Monseñor Ottaviani dijo, «lo
acompaño de todo corazón, difunda Garabandal, hágalo con caridad, pero difunda
Garabandal tanto como tenga vida según lo prometió a la Virgen». Monseñor
Ottaviani creía en Garabandal, se lo dijo claramente.
Cuando volvió a Buenos
Aires estaba todo satisfecho, pero el hermano Superior decidió que las reuniones
que hacía los dias 18 de cada mes en el Colegio Benito Nazar las tuviesen fuera
del Colegio.
Entonces fundó la
Difusora Mariana para difundir los Mensajes de Garabandal en Argentina. El
Mensaje llegó tambien a los paises vecinos de Chile y Paraguay.
Durante seis años gozó
de perfecta salud
y cumplió su promesa a la Virgen de dar a conocer sus
Apariciones y Mensajes de Garabandal.
LLegó
finalmente la hora en que la Virgen se lo iba a llevar al Cielo. Enfermó según
se dijo por la edad y el mucho trabajo y sacrificio. Lo tuvieron que internar en
un Sanatorio. Sufrió las penalidades de la enfermedad como último sacrificio
durante unos quince dias.
Le cuidaron, por el día
fieles del Movimiento Mariano, y por la noche la Hermana Alicia de las Siervas de
Maria. En su último día le dijo claramente a la Hermana Alicia:
-- Ahora sí que me tiene que
preparar para el Cielo, no le digo para la eternidad, le digo para el Cielo,
porque yo sé que voy al Cielo.
La
hermana Alicia le dijo sus peticiones para que cuando estuviese en el Cielo se
las dijese a la Virgen como así se lo prometió el Hermano David.
Le dijo:
--
Estoy seguro que lo primero que voy a ver en el Cielo será la Virgen y le diré
todas sus peticiones.
Llovía todo el día y
toda la noche era una de esas tormentas tropicales fuertísimas. Al amanecer y a los
pocos minutos de haber fallecido el hermano David,
«una luz extraordinaria iluminó la
habitación,
como un rayo de luz sobre el rostro del Hermano David. La Virgen se lo llevó al
Cielo. Esta luz hacía contraste con la oscuridad
exterior de la tormenta».