El increíble milagro del Padre Pío que llevó a la conversión a toda una parroquia ortodoxa
Por intercesión del Padre Pío, la madre de un sacerdote ortodoxo de Rumania quedó curada de un cáncer terminal. Tras este milagro toda la parroquia se convirtió al catolicismo. La obra del santo de Pieltrecina les ha cambiado tanto su vida que pese a las dificultades han hecho una iglesia dedicada al santo y un hospital para enfermos terminales.
19 agosto 2013 Javier Lozano / ReL
El Padre Pío sigue intercediendo por todo el mundo y desde el cielo continúa propiciando milagros de todo tipo.
Muchos son ya los testimonios que se conocen sobre el santo de
Pieltrecina por todo el mundo, algunos de ellos recogidos en libro Padre Pío, de José María Zavala.
Sin embargo, en el caso de la familia Tudor ha propiciado no sólo un milagro físico sino laconversión de cientos de personas al catolicismo y
la ilusión de hacer un pequeño San Giovanni Rotondo en el interior de
Rumanía, un país con un arraigado pasado comunista y de mayoría
ortodoxa.
Víctor, un sacerdote ortodoxo
Víctor Tudor era un sacerdote ortodoxo rumano que no conocía al Padre Pío y
que tras la milagrosa curación de su madre de una enfermedad incurable
se pasó junto a toda su parroquia a la Iglesia Católica. Pero además,
decidió ir más allá y ha conseguido construir a pesar de mil
dificultades una iglesia dedicada al santo capuchino así como un
hospital para enfermos terminales.
Esta
historia se inicia en 2002 cuando diagnosticaron a Lucrecia, madre de
Víctor, un cáncer en un pulmón. Los médicos dijeron que no era operable
pues había metástasis por lo que la dieron tan sólo unos meses de vida.
El viaje de Lucrecia a Italia
Ante esta
situación, el padre Víctor llamó a su hermano Mariano, pintor
especializado en iconografía y que vivía en Roma. Con esto esperaba que
pudiera conocer a algún médico que pudiera tratar a su madre en Italia.
Finalmente, pudo llegar a contactar con uno de los mejores médicos del
mundo en su especialidad y éste le dijo que la estudiaría si su madre
iba a Roma.
Dicho y hecho. Lucrecia llegó enferma a Italia.
Allí le vio el médico que igualmente les dijo que la operación era
inútil y que sólo se podía intervenir con unos fármacos para mitigar los
terribles dolores.
La madre se
quedó un tiempo con su hijo en Roma para que así la pudieran hacer más
controles. Mientras tanto, Mariano trabajaba haciendo un mosaico en una
iglesia y se llevaba a su madre consigo. Cuando él trabajaba Lucrecia visitaba el templo y veía las imágenes.
El descubrimiento del Padre Pío
Pero
hubo una que le llamó poderosamente la atención. Estaba situada en una
esquina. Era el Padre Pío. La mujer se quedó impresionada y le preguntó a
su hijo quién era. Éste le contó brevemente su historia y durante los
días siguientes el hijo se percató de que su madre estaba permanentemente sentada frente a la imagen del santo de Pieltrecina. Charlaba con la talla como si una persona se tratase.
Así pasaron
los días. Dos semanas después, Lucrecia y su hijo Mariano acudieron al
hospital para realizarse una prueba. Pero para sorpresa y estupor de
médicos y de ellos mismos, el cáncer terminal que sufría esta mujer
rumana había desaparecido completamente.
Esta mujer ortodoxa había pedido la intercesión del Padre Pío y éste había respondido. Este hecho sobrecogió a toda la familia empezando
por su hijo Víctor, sacerdote ortodoxo. “La curación milagrosa de mi
madre, realizada por el Padre Pío en favor de una mujer ortodoxa, me
llamó la atención”, reconocía entonces este sacerdote rumano.
La conmoción en la parroquia
Ese
personaje hasta entonces desconocido para él le había dejado fascinado.
Empezó a leer la vida del Padre Pío y algo en él comenzó a cambiar. Le
contó el milagro de su madre a sus parroquianos. Todos se quedaron
admirados pues la madre de Víctor era bien conocida por ellos. “Todos conocían a mi madre y
sabían que había ido a Italia para intentar una intervención
quirúrgica, y que luego había vuelto a casa curada sin que ningún médico
la hubiera operado”.
Este milagro
transformó no sólo a la familia Tudor sino a toda la comunidad
ortodoxa. Cuenta el padre Víctor que poco a poco en su parroquia se
empezó a conocer y a amar al Padre Pío. “Leíamos todo lo que encontrábamos sobre él, su santidad nos conquistaba”.
La conversión al catolicismo
Incluso la
cosa iba más allá y otros enfermos de la parroquia recibieron igualmente
gracias extraordinarias del Padre Pío. Sin embargo, empezaba a surgir
un problema en esta comunidad pues seguían siendo ortodoxos y eran
devotos de un santo católico contemporáneo.
Por ello, el
padre Víctor y su parroquia con casi 350 personas decidieron hacerse
católicos. Hoy pertenecen al rito greco-católico de Rumania. Sus vidas
se habían transformado pero al igual que el Padre Pío vivió numerosas
dificultades ellos también habrían de experimentarlas a la hora de vivir
su nueva fe.
En una reciente entrevista en Padre Pío TV, Víctor Tudor cuenta que tuvieron“numerosas dificultades” para
ser católicos pues la conversión en este país ortodoxo con pasado
comunista era bastante compleja. Problemas con los políticos, la
Policía…
Un nuevo templo en Rumania
Pero no se
desanimaron y pese a las trabas decidieron ir incluso más allá y
construir una iglesia dedicada al Padre Pío. El templo está ya
prácticamente construido y ha sido otro milagro del santo capuchino.
Los fieles,
en gran medidas muy humildes, colaboraron en la construcción. Mientras
tanto, celebraron misa en la calle pese a las gélidas temperaturas
invernales. Y a ello había que sumar las enormes trabas burocráticas. El
Padre Víctor, desesperado acudía a su obispo ante tantos problemas y
éste siempre le respondía: “esto es de Dios y todas estas cosas se resolverán”. Así,
de repente un obispo les pagó el terreno de la iglesia. Iban ocurriendo
hechos extraordinarios, que poco a poco favorecían la construcción.
Mientras
tanto, el padre Víctor acudió a Roma junto a su hermano para pedir
también ayuda para esta iglesia. Allí se encontró con otro obispo al que
contó sus problemas. “¿Qué patrón tendrá tu iglesia?”, le preguntó el
prelado. Tras responder que el Padre Pío, este obispo sonrió y le
tranquilizó diciendo que “el Padre Pío te hará la iglesia él solo”.
El hospital dedicado al santo
Ahora el
templo es ya una realidad y para el padre Víctor es otro milagro. “He
sentido que el Padre Pío me ha ayudado a mí, a mis fieles y en otros
países e iglesias. Es un signo de la fe”, afirma.
Aún así,
este sacerdote rumano no se ha quedado tranquilo y siguiendo los pasos
del santo y pidiendo su intercesión ha creado un “pequeño San Giovanni
Rotondo” en Rumania tras instaurar un hospital que atiende a enfermos terminales,
gente sin recursos y ancianos abandonados. Las dificultades son enormes
y falta el dinero pero Víctor cuenta con la intercesión del Padre Pío.
Hasta ahora no ha fallado.