(...)Dios
quiere guiar al hombre al logro de la salvación eterna de su alma, pero
cuando el hombre niega la poca colaboración que puede dar, Dios lo
abandona sí mismo.
Dios quiere al hombre salvado pero con su consentimiento.
Dios lo quiere salvado pero no contra su elección.
Buscar a Dios en el silencio
En un mensaje precedente te he dicho claramente que solamente en el silencio del alma Dios hace oír su voz.
¿Pero quién, hijo mío, busca a Dios en el silencio?
Los
hombres en general, y hasta mis ministros, se han aliado a Satanás en
la obra de envilecimiento de la dignidad humana. No sólo en envilecerla,
se ayudan en destruirla, tanto que ya no se la reconoce.
El hombre ya no sabe quién es. A tanto ha llegado la obra nefasta del materialismo, engendro de Satanás.
Aquellos
que debían empeñar todas las energías posibles para impedir una
situación tan dramática, no sólo no lo han hecho, sino que han aceptado
aliarse con las tenebrosas potencias del mal, agravando y acelerando el
proceso de desintegración de todos los valores espirituales y
sobrenaturales que hacían y hacen grande al hombre, criatura libre e
inteligente, hecho a imagen y semejanza de Dios.
Hijo
mío, ya te dije que la hora de las tinieblas está cerca y que la
humanidad conocerá la más tremenda lucha desencadenada en el mundo por
el Infierno, el cual hará todo lo que sea preciso para no perder esa
victoria que está convencido que tiene en las manos.
Te
he dicho que esta batalla encontrará paralelo sólo en la inmensa lucha
combatida en el Cielo entre los hijos de la luz y los de las tinieblas.
¿Vislumbras ahora la razón de esta afirmación mía?
Muchos,
aún entre mis consagrados y entre los mismos sucesores de los
Apóstoles, no saben que esta hora, ha sido deseada siempre por Satanás
con sus legiones, desde la caída de Adán y Eva, la ha deseado
ardientemente y buscado con todos los medios a su disposición. Piensa en
esta batalla como una revancha segura sobre Dios, sobre Mí, Redentor,
sobre la Iglesia, fruto de mi Redención, sobre Mí y mi Iglesia, porque
Yo le he arrancado a él la humanidad hecha su esclava.
Que todos sepan
Quiero
que todos conozcan los próximos acontecimientos, te lo repito otra vez,
como los más graves en la historia del género humano.
Pero ¿por qué no se quieren convencer mientras son evidentes las señales y las advertencias que mi Madre ha dado?
Ahora,
cerrando los ojos a la luz, se habla de la Misericordia, ¿Por qué no
hablaron de ella antes cuando en Fátima, en Lourdes y en otros lugares
esa Misericordia se ha manifestado prodigiosamente para llamar al
arrepentimiento y a la oración?
Es presunción rechazar a Dios, y luego hablar de su Misericordia.
La Misericordia de Dios es como un imán; debe encontrar su punto de atracción y no de repulsión.
Yo no quiero la desdicha.
Someteré la necedad y la maldad humana en una obra de purificación por el triunfo de la Misericordia y de la Justicia.
Quien ha renunciado a la luz para hacerse hijo de las tinieblas no puede tener palabras de verdad y de luz.
Meditare novissima tua et in aeternum non peccabis.
Pero
ninguno medita ya, hecha excepción de pocos. Son ilusos, son como
muchachos que corretean tras la multicolor mariposa y hecha prisionera,
abriendo sus manos se dan cuenta que de la mariposa no ha quedado más
que un gusano. Pobre humanidad que cada vez más desilusionada y
extraviada no sabe encontrar la recta vía...
Reza hijo mío; te bendigo.
Jesús a Ottavio Michelini, sacerdote, Italia 1975