De los labios de la Sabiduría ha salido el dicho: "Meditare novissima tua et in aetenum non peccabis".
El Espíritu Santo ha querido poner ante vuestras almas cuatro grandes realidades:
Muerte – Juicio – Infierno – Paraíso.
Por tanto se muere.
La
muerte es una realidad concreta, una realidad de la que,
indirectamente, hacéis experiencia todos los días: un día haréis también
la experiencia personal.
Sin
embargo hijo, podrá parecer no cierto pero en realidad nadie se ocupa
de ella; se vive más o menos alegremente, como si no se debiera morir.
¿Quién
es el que conduce a los hombres, a los cristianos, a los sacerdotes, a
olvidar lo dicho por el Espíritu Santo, aquello de reflexionar sobre la
muerte, la mordaza de la que ninguno podrá escapar?
¡Es
Satanás! Siempre él, que cerca al alma humana con sus astucias y
seducciones, con sus mentiras: Sicut leo rugiens quarens quem devoret.
Se os ha puesto en guardia.
Se os ha dicho que ruge, pero no os puede morder si no en el caso de que vosotros os expongáis voluntariamente a sus pasadas.
Sobre
este tema disponéis de mucha luz. Las Sagradas Escrituras, las vidas de
los Santos y de los Mártires, y toda una historia de luchas tremendas
entre el hombre y el Príncipe de las tinieblas. Recordad al Angel de
Tobías que libera a Sara, y otros miles de episodios.
El Ángel custodio
En
esta lucha, al lado del hombre, al que Yo no he querido solo, porque de
otro modo la lucha habría sido desigual, he puesto un Angel mío, un
Angel siempre preparado para intervenir en cualquier momento que es
requerido.
Por desgracia la incredulidad hace, sí, que pocos recurran a él.
¡Cuántas
veces mis Angeles, vuestros custodios están obligados a la pasividad
casi absoluta por la incredulidad de los hombres! ¡Cuántas veces se ven
obligados a retirarse para no asistir a la destrucción que el hombre
hace de si mismo!
¡Pobre hombre que vas andando a tientas en las tinieblas, cuando Yo te he trañado un camino de luz!...
¿Medios de defensa? ¡Pero si son tantos!
Están
los Sacramentos, los Sacramentales, la oración. Pero ningún medio es
útil cuando el alma está en la oscuridad, y hoy muchísimas almas están
en la más profunda oscuridad. La falta de fe lleva tinieblas a las
almas.
Jesús al sacerdote Ottavio Michelini 23 de noviembre de l975