*Los ángeles cantan junto al sagrario

Aprended de Mí que soy vuestra Maestra
Mayo 13/08 Mensajes a agustín del Divino Corazón.


María Santísima dice:
Mis pequeños, os llamo a sentir mi presencia en vosotros,
porque donde está Jesús Eucaristía estoy yo, vuestra Madre,
madre que cuida de cada uno de vosotros, pequeñitos míos,
porque sois perlas finísimas del Reino de Dios.


Sois la razón de la permanencia eterna de mi Hijo Jesús en la
Sagrada Hostia.
Sois la razón por la cual se me permite hablaros.
Hablaros para que os enamoréis de Jesús.
Hablaros para concientizaros de la necesidad de estar unidos
a Dios.
Despertad en vuestros corazones deseos vivos de venir a
disfrutar de la soledad y del silencio celestial, presentes
en el Sagrario.
Venid, que yo os presentaré ante mi Hijo.
Mi Hijo ya conoce de vuestras necesidades.
Mi Hijo ya sabe de vuestros problemas. Basta que lleguéis a
Él en actitud de fe y le miréis fijamente, porque Él os mira
con miradas de amor.
Miradas de amor porque sois importantes para Él.
Miradas de amor porque Él pensó en vosotros quedándose
allí, en su dulce prisión, en su dulce tabernáculo, tabernáculo
que está custodiado por Santos Ángeles.
Ángeles que lo alaban, Ángeles que lo glorifican. Ángeles
que lo ensalzan como al Rey de reyes y Señor de señores.

 
Mis pequeñitos, postrad vuestro corazón, postrad vuestros
sentidos, postrad vuestro cuerpo y Adoradle, que el Rey del
más alto linaje está frente a vosotros y Jesús de Nazaret, el
Hombre de Galilea, os seduce bajo su presencia celestial e
incomparable a todo lo terrenal.


Ves, cómo mi Hijo os cubre con sus resplandores de luz?
Escuchad las arpas y las cítaras. Escuchad las voces
melodiosas, celestiales que armoniosamente le cantan,
armoniosamente le rinden tributos al Dios Verdadero, le
rinden tributos al Dios presente en la sencilla apariencia del
Pan Consagrado.

Vosotros sois niños privilegiados, privilegiados porque sois
dóciles al soplo del Espíritu Santo.
Sois dóciles a mi llamado. Fui yo, vuestra Madre, vuestra
Maestra la que os citó hoy para llenar vuestros corazones de
la dulzura de mi amor.
Para llenar vuestros corazones con mis suaves caricias.
Para llenar vuestros corazones con mis arrullos de madre.


Estoy de rodillas con mis manecitas juntas y mis ojos extasiados

en mi Hijo Jesús.
Extasiados porque siendo mi Hijo, me ha cautivado.
Extasiados porque siendo mi Hijo, me conlleva a adorarle y
amarle como al Dios encarnado, al Dios hecho hombre.
Postro mi corazón a Él, porque es el Emmanuel, Dios con
nosotros.
Postro mi corazón ante Él, porque es el Dios esperado.


Ya veis la sencillez con que se le adora, ya comprendéis que
para estar frente a Él no requerís de discursos retóricos ni de
lenguaje poético.
Basta que le miréis, le adoréis desde el silencio de vuestro
corazón; basta que os extasiéis y elevéis vuestro espíritu al
cielo; basta que le reconozcáis como vuestro Dueño, vuestro
Hacedor.
Os llamo a ser asiduos en la adoración, a ser asiduos en las
visitas a Jesús Sacramentado porque estáis nada más y nada
menos frente al Hombre-Dios.

Hombre que dividió la historia de la humanidad.
Dios que se hizo hombre para rescataros, para salvaros
muriendo en una cruz.
Hombre que resucitó y se quedó con vosotros hasta la
consumación de los siglos.
Niñitos míos, guardad como perlas preciosas mis enseñanzas
en vuestro corazón.
Aprended de Mí que soy vuestra Maestra.
Abrid el libro de vuestro corazón y escribid con tinta de oro
la siguiente oración:


“Jesús, dulce encanto de mi corazón. Jesús, Señor de mi
alma. Heme aquí postrado, ante vuestra presencia Eucarística,
para amaros, para adoraros, para
glorificaros en unidad con la Iglesia Militante, con la
Iglesia Purgante y con la Iglesia Triunfante.
Heme aquí como vuestro vasallo, vasallo que se dona
totalmente a vos porque sois mi Señor, porque sois el
dueño de mi vida, porque sois mi creador.
Sé que estáis frente a mí; sé que me habéis llamado; sé
que me habéis sacado del ruido exterior y me habéis
traído a disfrutar de vuestro silencio.
Silencio que habla en la profundidad de mi corazón.
Silencio que dulcifica mi espíritu.
Silencio que enaltece mi alma.
Me habéis traído para pedir por toda la humanidad.
Humanidad ciega y sorda a vuestra presencia y a vuestra
voz. Humanidad renuente a lo Divino.
Humanidad obstinada en el pecado.
Humanidad ausente de Vos.
Os los presento, a vos Jesús Eucaristía para que tengáis
compasión de ellos.
Os los presento, para que los hagáis volver a vuestro
camino.
Os los presento, para que ablandéis sus corazones.
Os los presento, para que destapéis sus oídos y aprendan
a oíros y a escucharos y os puedan sentir.
Os los presento, para que les deis sed de vos.
Os los presento, para que os reconozcan vivo y real en
vuestro misterio, invención de amor.
Sé, Jesús Eucaristía, que el mundo yace en oscuridad, que
muy pocos os aman y muy pocos quieren saber de Vos.
Pero aquí me tenéis, rindiendo el homenaje que los
hombres no os rinden.
Aquí me tenéis entrelazando mi mirada con vuestra
mirada, fundiendo mi corazón con Vuestro Divino
Corazón.
Aquí me tenéis recibiendo de vos, aprendiendo de vos
porque sois mi Tutor, sois mi Maestro.
Jesús eucaristía, os agradezco por haberos quedado con
todos nosotros, os agradezco por no habernos dejado
solos. Porque sé que estáis en mí y en todos los que os
aman.


Os agradezco Jesús eucaristía porque preparáis mi alma,
preparáis mi corazón para los albores de vuestro segundo
advenimiento.
Predisponedme para estar siempre en vos y vos en mí.
Amén”.
Grabad en vuestro corazón las palabras de mi Hijo Jesús,
cuando os dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día. Porque la
carne mía es verdadera comida, y la sangre mía verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí, y
yo en él” (Juan 6,54-56).


Así es pues, para que resistáis el tiempo de la tribulación,
alimentaos de su Cuerpo y de su Sangre, Pan del cielo que os
fortalecerá, Pan del cielo que os hará vigorosos para que
soportéis momentos fuertes de prueba.
Que en vuestro corazón haya hambre y sed de Dios.
Que en vuestro corazón haya necesidad de su presencia.
Os amo, rositas hermosas del vergel florecido de mi
Inmaculado Corazón.