En 1273, en Offida, Italia, una mujer robó una Hostia para pulverizarla y
meterla en la comida de su esposo para ganar su afecto. Se convirtió en
carne que sangraba, y por ello la enterró en el establo. Cada vez que
entraba la mula, se arrodillaba mirando hacia donde estaba enterrado el
Santísimo Sacramento. 7 años después, la mujer confesó lo que había
hecho.