Si bien el Cielo no abandona al alma que va a morir, el Infierno tampoco lo hace y ataca al alma con más dureza para que se condene eternamente
Aunque
aparentemente el alma que se está muriendo parezca que no siente, ni
oye, porque esté en coma, Yo os digo hijos Mios, que a esa alma, ni su
Santo Ángel, ni Mi Santa Madre, ni Yo Mismo la dejamos en el último
momento, porque si vine a padecer y morir por las almas, es ilógico
creer que en el último instante puedo abandonarla a su suerte. Yo,
Jesús, os hablo.
Esto no quiere decir que
vosotros no os preocupéis del moribundo en ese último instante y lo
abandonéis a su suerte, o digáis ya Dios se encargará y la Santísima
Virgen, no hijos, no. Debéis ayudar a vuestros hermanos en Dios a morir
dignamente, proporcionándoles los últimos sacramentos, rogando por
ellos, orando en todo momento mientras dura su agonía y ofreciéndome
sacrificios, porque todo eso facilita y acelera la reconversión del
moribundo o moribunda, ya que Yo aplicaré todo ello a sus intenciones y,
las batallas a librar en el último instante serán menos feroces, porque
hijos, si bien el Cielo no abandona al alma que va a morir, el Infierno
tampoco lo hace y ataca al alma aun con más dureza para arrebatármela y
para que se condene eternamente. Yo, Jesús, os hablo.
Todo lo que hagáis por los moribundos Yo os lo tendré en cuenta: rosarios, misas, ayunos, oraciones,
porque hijos, en esos últimos instantes es una gran obra de
misericordia ayudarles a salvar su alma, y sabed que luego ellos
intercederán por vosotros cuando gocen de su gloria celestial. Yo,
Jesús, os hablo.
Mi Madre está siempre al lado de
los moribundos pero también Satanás y si el alma no está en las debidas
disposiciones puede perder esta batalla y condenarse, por eso, rogad
por ellos, porque la luz de Mi Santo Espíritu les guíe en el último
trayecto de su vida. Yo, Jesús, os hablo.
Ofreced los méritos de Mi
Crucifixión, el valor de Mis Llagas, los dolores de Mi Madre Santísima y
procuradles los últimos sacramentos, para que no tengáis pecados de
omisión negándole a un alma los medios para su salvación. Yo, Jesús, os
hablo y os lo pido. Paz a todo aquel que cree en estos mensajes.