*La Santa Misa: lo que más aprovecha al alma




¿Con qué respeto, con qué devoción y religioso silencio no debemos asistir a la celebración de la Santa Misa, en que el Cordero sin mancha, el Verbo Divino se inmola por nosotros?
San Leonardo de Porto Maurizio

Al celebrar o al participar en la Santa Misa, sacerdotes y laicos han de actuar con piedad recia, doctrinal, y de forma amorosa, atenta, santamente apasionada. En la Eucaristía, donde tiempo y eternidad se encuentran, Cristo se ofrece al Padre y se nos entrega de nuevo a nosotros los hombres: merece evidentemente que correspondamos con todo el amor de que seamos capaces. Dios no nos pide solamente la entrega de un acto externo, sino que ante todo espera nuestro amor: sólo así la ofrenda puede ser perfecta, agradable a Dios.
Mons. Javier Echevarría; Sínodo de la Eucaristía, octubre de 2005




Benedicto XVI:

Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará el mundo.


Aparecida:
La Eucaristía es el centro vital del universo, capaz de saciar el hambre de vida y felicidad: El que me coma vivirá por mi (Jn 6,57). En ese banquete feliz participamos de la Vida Eterna y así, nuestra existencia cotidiana se convierte en una Santa Misa prolongada.


San Alfonso María de Ligorio:
El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa.


Santo Cura de Ars:
Si supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella.


San Pedro Julián Eymard:
Sepan, oh cristianos, que la Santa Misa es el acto de religión más sagrado. No pueden hacer otra cosa para glorificar más a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que asistir a la Santa Misa devotamente y tan a menudo como sea posible.