*¿Bebés en el Limbo?

La beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824), la mística alemana, de la Orden de San Agustín, en sus escritos “Visiones y Revelaciones”, cuenta la historia real de una mujer que había matado al hombre que la había violado y también había matado al niño que había sido concebido. Dice así:

“Al poco tiempo murió arrepentida también esta mujer, pero deberá pasar en expiación todos los años que la Providencia divina tenía destinados de vida a su hijo hasta que el niño, con el transcurrir del tiempo, haya alcanzado el momento de gozar de la luz eterna” (tomo 3 del 31-12-1820).

Veamos otro caso real que ella misma nos relata sobre una joven campesina, que dio a luz a su hijo secretamente por temor a sus padres. El niño había muerto sin bautismo al poco tiempo.Y dice: “Yo he sentido verdadera solicitud por ese pobre niño muerto antes del bautismo y me he ofrecido a Dios para satisfacer y expiar por él… Ya hace mucho tiempo he tenido revelación sobre el estado de estos niños que mueren antes del bautismo. No puedo explicar con palabras aquello en lo que veo consistir su pérdida, pero me siento tan conmovida que siempre que vengo a saber de un caso semejante, me ofrezco a Dios con la oración y el sufrimiento para satisfacer y expiar por aquello que otros han descuidado a fin de que el pensamiento y el acto de caridad que yo hago puedan compensar lo que falta en virtud de la comunión de los santos” (ibid, 12-4-1820, p.499). “Se debe orar especialmente para que ningún niño muera sin bautismo” (ibid. 12-1-1820, p.489).

“Un día se me presentó un niño de tres años de edad, que había fallecido sin bautismo. Me dijo que no podía ser sepultado y que yo debía ayudarlo. También me dijo lo que debía hacer para su aprovechamiento con continuas plegarias… Al día siguiente, vino a verme una pobre mujer de Dülmen, pidiendo ayuda para cubrir los gastos de la sepultura de su hijo muerto. Era el mismo que yo había visto la noche anterior. Lo hicimos sepultar. Y todo esto lo hicimos en sufragio y mérito del alma del niño” (29-6-1821, p.513). “Después de haber sepultado al niño lo vi de nuevo. Y ahora estaba radiante y se iba a una fiesta, donde muchos niñitos estaban reunidos en alegre diversión” (1-7-1821, p.514). La obra buena de sepultarlo y las oraciones de Ana Catalina consiguieron que fuera liberado y fuera al cielo, alegre y feliz.

Veamos lo que Nuestra Madre la Virgen le decía al Padre Esteban Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano, en la ciudad de Montreal (Canadá) el día ocho de setiembre de 1983:
“Estoy recogiendo de todas partes del mundo a mis niños más pequeños para reunirlos en mi escuadrón y depositarlos en lo profundo de mi Corazón Inmaculado.

Hijos predilectos, escuchen su voz que invoca su ayuda, corran a su encuentro, tómenlos en sus brazos y llévenlos todos a su Madre celestial. Pequeños son para Mí todos los niños ya concebidos, cuyas vidas son voluntariamente destrozadas desde las entrañas de sus madres.
El amor y el ansia de su Madre celestial y de la Iglesia por su salvación, así como su sangre inocente derramada por los que desprecian y desobedecen la ley de Dios, es ya un bautismo de deseo y de sangre, que los salva a todos” (8 setiembre 1983).

Vemos aquí dos puntos fundamentales. En primer lugar, que todos estos niños abortados y que, por tanto, mueren sin bautismo, son salvados por Dios. Y se habla del bautismo de sangre y del bautismo de deseo. Este bautismo de deseo es en virtud del amor y del deseo de la Virgen y de la Iglesia por su salvación, o, dicho en pocas palabras, en virtud de la fe y del amor de la Iglesia, en la que está incluida María.

Ahora bien, no dice que se salven de inmediato después de su muerte. Más bien, parece ser que deben esperar un tiempo, aunque sea corto, pues esperan que escuchemos su voz, que pide ayuda. Se dice que corramos a su encuentro, es decir que no dejemos pasar el tiempo, sino que cuanto antes los ayudemos. Se pide también que los tomemos en brazos, o sea, que los abracemos y los bauticemos con nuestro amor. Y, por último, se dice que los llevemos a la Madre celestial, lo que significaría que, ofreciéndolos y consagrándolos a María con todo nuestro amor, sería suficiente para que sean salvados. Dicho de otro modo, estos niños se salvan, pero estarían un tiempo en el limbo hasta que sean amados y ofrecidos a Dios en virtud de la comunión de los santos y de la fe y amor de la Iglesia y, en primer lugar, de María, que es la Madre amorosa y misericordiosa de todos estos niños.

También hay místicos actuales que hablan del limbo temporal. Los místicos son personas extraordinarias, que viven intensamente su relación con Dios, a quien se han ofrecido como víctimas por la salvación del mundo. Muchos de estos místicos tienen fenómenos sobrenaturales como estigmas, bilocación, éxtasis, visiones, etc. Veamos algunos de ellos, que todavía viven, y que tienen el apoyo de sus obispos.

Natuzza Evolo, es reconocida a nivel mundial, italiana y madre de familia con cinco hijos, que, desde su más tierna infancia, tiene fenómenos extraordinarios de éxtasis, bilocación, estigmas de Cristo, y ve frecuentemente a su ángel y al ángel de la guarda de otras personas e, incluso, se le aparecen , además de Jesús, María y otros grandes santos, también las almas del purgatorio, que le dan mensajes para sus familiares.

Pues bien, Natuzza Evolo habla del limbo temporal y dice:
“Padres y madres de familia, pensad bien en la educación de vuestros hijos, educadlos en la religión. No rechacéis a los hijos (por el aborto), pues es un pecado grave. Bautizadlos, porque los niños muertos sin bautismo van al limbo, donde se sufre solamente por la falta de la visión beatífica”.



La mística austríaca María Simma, a quien se aparecen frecuentemente las almas del purgatorio, ha hablado muchas veces de la existencia del limbo. Le escribí personalmente una carta y me contestó por medio de Joachim Schlich lo siguiente: “Todos los niños (pequeñitos) que mueren sin estar bautizados van al limbo. Allí son felices y no tienen conocimiento de la posibilidad de ver a Dios. Pero pueden ir al cielo, si nosotros oramos por ellos y les damos el bautismo por los no nacidos, del cual supongo que Ud. ha oído hablar”. En una entrevista que concedió a Nicky Eltz y que él ha publicado en su libro “Hacednos salir de aquí”, dice:

“Las almas santas me dicen que los niños nacidos muertos o abortados no van al paraíso ni al purgatorio. Van a un lugar intermedio que se puede llamar limbo o ‘cielo infantil’. Las almas de estos niños no saben que exista algo mejor que eso, no saben que no están en el cielo. La responsabilidad de llevarlos al cielo está en nosotros. Lo podemos hacer, bautizándolos espiritualmente o mandando celebrar una misa por ellos”.
Dice de su experiencia personal:

“Conocí a una enfermera que trabajaba en un hospital. Ella no dejaba de bautizar a los niños abortados o nacidos muertos. Cuando estaba para morir, exclamó: Oh, he aquí todos mis niños en el cielo. ¡Cuántos niños! Y aquellos niños, a quienes había bautizado después de muertos, la acompañaron al paraíso, donde ya vivían”.

Este ejemplo nos habla del agradecimiento de estos niños bautizados espiritualmente, lo que significa que fue eficaz, luego lo necesitaban, porque estarían en el limbo, pues en el cielo no necesitan oraciones para ser felices.

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