Los miembros de la Congregación de la Doctrina para la Fe, en una carta a todos los obispos del mundo de fecha octubre 14, 1994 dice:
"La creencia
errónea que tiene una persona divorciada y vuelta a
casar, de poder recibir la Eucaristía normalmente,
presupone que la conciencia personal es tomada en cuenta en
el análisis final, de que, basado en sus propias convicciones
existió o no existió un matrimonio anterior
y el valor de una nueva unión. Esta posición
es inaceptable. El matrimonio, de hecho, porque es la imagen
de la relación entre Cristo y su Iglesia así
como un factor importante en la vida de la sociedad civil,
es básicamente una realidad pública.
Con este documento
la Santa Sede afirma la continua teología y disciplina
de la Iglesia Católica, de que aquellos que se han
divorciado y vuelto a casar sin un Decreto
de Nulidad, para el primer matrimonio (indistintamente
si fue realizado dentro o fuera de la Iglesia), se encuentran
en una relación de adulterio, que no les permite
arrepentirse honestamente, para recibir la absolución
de sus pecados y recibir la Santa Comunión. Hasta que
se resuelva la irregularidad matrimonial por el Tribunal de
los Procesos Matrimoniales, u otros procedimientos que se
aplican a los matrimonios de los no bautizados, no pueden
acercarse a los Sacramentos de la Penitencia ni a la Eucaristía.
Como menciona el
Papa Juan Pablo II en el documento de la Reconciliación
y de la Eucaristía, la Iglesia desea que estas parejas
participen de la vida de la Iglesia hasta donde les sea
posible (y esta participación en la Misa, adoración
Eucarística, devociones y otros serán de gran
ayuda espiritual para ellos) mientras trabajan para lograr
la completa participación sacramental.
Sólo podrían
acercarse a comulgar si, evitado el escándalo y recibida
la absolución sacramental, se comprometen a vivir en plena continencia, ha dicho la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe.
En el discurso del
Papa Juan Pablo
II en la clausura del Sínodo celebrado en Roma
en octubre de 1980, dijo que había que mantener la
práctica de la Iglesia de no admitir a la comunión
eucarística a los divorciados vueltos a casar. A no
ser que cuando no puedan separarse, prometan vivir en total
continencia, siempre que no sea motivo de escándalo.
En todo caso, añade el Papa, deben perseverar en la
oración para conseguir la gracia de la conversión
y de la salvación . Sin embargo esto no lleva consigo
el que no puedan bautizar a sus hijos. Hay que estudiar cada
caso y ver qué posibilidades ofrecen de educar en católico
a sus hijos .
Por otro lado las
personas casadas sólo por civil y divorciadas pueden
comulgar. El divorcio civil, no es un obstáculo para
recibir la comunión. Por ser un acto civil, todo lo
que hace, es lograr un acuerdo sobre los resultados civiles
y legales del matrimonio (distribución de las propiedades,
custodia de los hijos etc.).