*JP II y la comunión en la mano

Instrucción Inmensae Caritatis
El 29 de enero de 1973, la Sagrada Congregación para el Culto Divino publicó una Instrucción llamada Immensae Caritatis, que autorizó la introducción de los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía. Ese documento no otorga ningún indulto para todas y cada una de las parroquias para permitir a los laicos administrar la Comunión, autoriza sólo el uso de ministros extraordinarios en “casos de genuina necesidad”, los que a continuación se mencionan:
a) Cuando no hay sacerdote; diácono o acólito.
b) Cuando estos están impedidos de administrar la Santa Comunión a causa de otro ministerio pastoral o de enfermedad o edad avanzada.
c) Cuando el número de los fieles que pidan la Santa Comunión sea tal que la celebración de la Misa o la distribución de la Eucaristía fuera de la Misa pudiera ser excesivamente prolongada.
La Instrucción estipula que: “Como estas facultades se otorgan para el bien espiritual de los fieles y para casos de genuina necesidad, los sacerdotes deben recordar que ellos no están por eso excusados de la tarea de distribuir la Eucaristía a los fieles que la pidan legítimamente, de llevarla y de darla a los enfermos”.
Papa desoído
Este abuso ilegal está tan bien arraigado como costumbre local, que incluso el Papa Juan Pablo II, quien cumplió al menos el papel de intentar refrenar el abuso, resultó completamente desoído. Se le preguntó al Papa: ¿Cuál es su opinión sobre la comunión en la mano? Responde: “Hay una carta apostólica sobre un permiso especial válido para esto. Pero yo le digo a Ud. que no estoy a favor de esta práctica, ni tampoco la recomiendoEl permiso fue otorgado debido a la insistencia de algunos obispos diocesanos” (Entrevista  revista Stimme des glaubens durante su visita a Fulda, Alemania en Noviembre de 1980).
En su carta Dominicae Cenae del 24 de febrero de 1980, el Papa reafirmó la enseñanza de la Iglesia que “tocar las sagradas especies y administrarlas con sus propias manos es un privilegio de los ordenados”. Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses después, ante las cámaras de la televisión francesa, negaba la Comunión en la mano a la esposa del primer ministro Giscard d’Estaing.