*Me preguntó sobre la suerte eterna de dos difuntos

María Simma, vidente de las almas del Purgatorio

Un día vino a visitarme un hombre, cuya mujer había muerto hacía un año y, desde entonces, todas las noches sentía tocar a la puerta de su dormitorio. Fui a su casa y, por la noche se me apareció un animal grande que parecía un hipopótamo. Después vino el demonio bajo la forma de una serpiente gigantesca que quería estrangular al hipopótamo... Y desaparecieron. 

Al poco tiempo, vino un alma con apariencia humana y me dijo: No ternas, ella no está condenada, pero está en el purgatorio más terrible que exista. Me dijo que había vivido diez años en enemistad con otra mujer y ella era la causa de todo. La otra mujer había querido reconciliarse, pero ella siempre se había negado. Incluso, durante su última enfermedad, se había negado a hacer las 

Un día vino a visitar un hombre que quería informarse sobre la suerte eterna de dos difuntos del mismo pueblo. Era el año mariano de 1954 y la respuesta llegó pronto. Un mes más tarde yo le comuniqué: La Sra. X está en el cielo y el Sr. X está en lo más profundo del purgatorio. Él me dijo: Es imposible. La Sra. X murió en el hospital por una práctica abortiva, mientras que el Sr. X estaba siempre el primero en la Iglesia y era el último en salir.


Pero, pocos días después, vino a yerme una señora que los conocía bien a los dos y me dijo: La Sra. X era como mi hermana. Ella era débil desde el punto de vista moral, pero ha sufrido mucho, porque este defecto era debido en gran parte a taras hereditarias. Murió como consecuencia de una práctica abortiva, pero murió con sentimientos de arrepentimiento hasta el punto que el sacerdote que la asistió en los últimos momentos pudo decir: Quisiera que todos murieran con los sentimientos de arrepentimiento de esta mujer. Ella murió con los últimos sacramentos y firme enterrada religiosamente.

El Sr X era el primero y el último en salir de la Iglesia, pero siempre estaba criticando a todo el mundo. Lo que más me indignó fue que, durante el sepelio de la Sra. X, él la estaba criticando y diciendo a algunas personas que la Sra. Xno debía ser enterrada en un cementerio católico. Entonces, le dije: Ahora está claro para mí que el Señor no quiere que Juzguemos a los demás. El Sr X criticaba a la Sra. X, aún en el cementerio, pero el Señor tuvo compasión de ella. No podemos juzgar a los demás, dejemos el juicio a Dios. Ahora el Sr. X está en lo profundo del purgatorio.

En una ocasión, vino un alma y me dijo: Cometí un crimen contra Dios. Un día, por soberbia, tomé una cruz y la destrocé, pensando que, si Dios existía no me lo permitiría hacer. Casi al instante, me vino una parálisis que fue mi salvación. Después me pidió decirle a su mujer que hiciera algunas cosas para ayudarlo y liberarlo del purgatorio. Ella se había salido de la Iglesia católica y se había hecho protestante. Cuando le conté el mensaje de su esposo, me dijo:
Creo en lo que me dice, porque el hecho de que destrozó la cruz, solamente lo sabíamos él y yo. Y entró de nuevo en la Iglesia católica.