T de Kempis
1. Cuando Jesús
está presente, todo es bueno, y no parece cosa difícil: mas cuando está
ausente, todo es duro. Cuando Jesús no habla dentro, vil es la
consolación: mas si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se
siente. ¿No se levantó María Magdalena luego del lugar donde lloró,
cuando le dijo Marta: El Maestro está aquí y te llama? ¡Oh
bienaventurada hora, cuando el Señor Jesús llama de las lágrimas al gozo
del espíritu! ¡Cuán seco y duro eres sin Jesús! ¡Cuán necio y vano si
codicias algo fuera de Jesús! Dime, ¿no es este peor daño, que si todo
el mundo perdieses?
2. ¿Qué puede dar
el mundo sin Jesús? Estar sin Jesús es grave infierno: estar con Jesús
es dulce paraíso. Si Jesús estuviere contigo, ningún enemigo podrá
dañarte. El que halla a Jesús, halla un buen tesoro, y de verdad bueno
sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho, y más que
todo el mundo. Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo es el que
está bien con Jesús.
3. Muy grande arte
es saber conservar con Jesús, y gran prudencia saber tener a Jesús. Sé
humilde y pacífico, y será contigo Jesús; sé devoto y sosegado, y
permanecerá contigo Jesús. Presto puedes echar de ti a Jesús, y perder
su gracia, si te pegas a las cosas exteriores. Si destierras de ti a
Jesús y le pierdes, ¿adónde irás? ¿A quién buscarás por amigo? Sin amigo
no puedes vivir contento, y si no fuere Jesús tu especialísimo amigo,
estarás muy triste y desconsolado. Pues locamente lo haces, si en otro
alguno confías y te alegras. Más se debe escoger tener todo el mundo
contrario, que estar ofendido con Jesús. Pues sobre todo tus amigos sea
Jesús amado singularísimamente.
4. Ama a todos por
amor de Jesús, y a Jesús por sí mismo: sólo a Jesucristo se debe amar
singularísimamente: porque El solo se halla bueno y fidelísimo, más que
todos los amigos. Por El y en El debes amar a los amigos y los enemigos,
rogarle por todos, para que le conozcan y le amen. Nunca codicies ser
loado ni amado singularmente, porque eso a sólo Dios pertenece, que no
tiene igual; ni quieras que alguno se ocupe contigo en su corazón, ni tú
te ocupes en amor de alguno; mas sea Jesús en ti, y en todo hombre
bueno.
5. Sé puro y pobre
interiormente sin ocupación de criatura alguna. Es menester llevar a
Dios un corazón desnudo y puro, si quieres descansar y ver cuán suave es
el Señor. Y verdaderamente no llegarás a esto, si no fueres prevenido y
traído de su gracia, para que, dejadas y echadas fuera todas las cosas,
seas unido con El solo. Pues cuando viene la gracia de Dios al hombre,
entonces se hace poderosos para toda cosa: y cuando se va, será pobre y
enfermo, y como abandonado a las penas y castigos. En estas cosas no
debes desmayar ni desesperar, mas estar constante a la voluntad de Dios,
y sufrir con igual ánimo todo lo que viniere a la gloria de Jesucristo.
Porque después del invierno viene el verano, y después de la noche
vuelve el día, y pasada la tempestad viene gran serenidad.