*La Virgen, portera de un monasterio


Bien acredita cuan amorosa es con los miserables pecadores lo que hizo con una monja, portera del monasterio de Fuente-Heraldo, llamada Beatriz.

Vencida y apasionada de un joven concertó fugarse con él del monasterio.

Llegado el día señalado, se fue la infeliz delante de una imagen de la Virgen nuestra Señora, le dejó las llaves y se escapó.

Lejos de allí, tomó dentro de poco tiempo la infame ocupación de ramera, y en tan miserable estado vivió por el transcurso de quince años.

Al cabo de tanto tiempo sucedió que encontrándose una vez con el administrador de los bienes del monasterio, le preguntó si conocía a una monja por nombre Beatriz.

«La conozco bien — respondió el hombre —  es una santa; ahora la han hecho maestra de novicias.» Ella quedó pasmada, no entendiendo cómo fuese aquello posible, y para salir de la duda, se disfrazó y volvió al monasterio.

Pide que salga Sor Beatriz, y se le presenta la Reina del Cielo en la forma de aquella imagen a cuyos pies había dejado el hábito y las llaves, le habló la  señora y le dijo:

«Beatriz, mirando por tu reputación, tomé tu mismo semblante, y he desempeñado tu oficio todo el tiempo que has vivido fugitiva del monasterio y de Dios. Hija, vuelve a entrar y haz penitencia de tus desórdenes, que aún te espera mi amantísimo Hijo, procurando con una conducta ejemplar mantener el buen nombre que Yo te he granjeado», y desapareció.

Entonces Beatriz entró en el monasterio, se vistió el hábito, y agradecida grandemente a la Reina de los ángeles por tan especial beneficio, vivió en adelante como verdadera santa, y a la hora de la muerte manifestó lo sucedido a gloria de María Santísima.


Las Glorias de María, san Alfonso Mª Ligorio