*Sanada en un retiro del sacerdote Ghislain Roy

¡Como en los evangelios! Su fe atrajo la Gracia de Dios y sanó del cáncer

¡Como en los evangelios! Su fe atrajo la Gracia de Dios y sanó del cáncer
Asistió a uno de los retiros predicado por el sacerdote canadiense Ghislain Roy. 

Luego a una misa a cuyo cierre se oraba y bendecía pidiendo la intervención 

del Espíritu Santo. Allí comprobó que Dios efectivamente sana.
 Portaluz

Cuando el 23 de febrero de 1997 fallecía Fernando a causa de un invasivo

 cáncer, Gabriela Caulier -residente en Santiago, Chile- no quedó atrapada
 en el dolor al perder a su inseparable amigo, marido y con quien, desde 
el amor sacramentalmente bendecido, había engendrado dos hijos. 
Sino que continuó firme en la fe, bastión desde el que ambos habían 
enfrentado los embates de la enfermedad, seguros de ser acompañados
 por Dios, y la Santísima Virgen María.

“No fue fácil, porque era complicado aceptar la enfermedad en una 
persona joven”, precisa Gabriela al iniciar este encuentro con periódico 
Portaluz. Ambos, con treinta años, dedicaban su vida a la catequesis, 
el trabajo profesional y daban los primeros pasos en su vocación por 
consolidar una familia. En la agonía, relata, “estábamos rezando el
 Padre Nuestro y Fernando dijo despacio: «Padre, en tus manos me 
pongo y soy el último en sentarme a la mesa con Jesús… están 
mis abuelos esperándome, déjame ir»”, fueron aquellas 
palabras finales, recuerda, las que sellaron un calvario que se 
prolongó por poco más de dos años, pero donde cimentaron el amor.

La fe es puesta a prueba
El fantasma de la enfermedad regresaría a probar la fe de Gabriela en 
2013 cuando con temor observó que en una zona de su pie 
izquierdo había emergido un lunar de formas irregulares. 
“Yo tengo una dermatóloga llamada Mariana, que trabaja en la
 clínica de la Universidad Católica, en San Carlos de Apoquindo. 
En una sola sesión descubrió que en mi pie había un melanoma”

Advertida del mortal impacto estadístico que importa el cáncer de piel 
Gabriela y su doctora se alegraron de haberlo descubierto. Seis meses
 después, “la doctora descubrió que tenía sobre el melanoma una cosita
 que a ella no le gustó, que era otro lunarcito chiquitito, entonces había
 que volver a intervenir”.

Antes de volver donde la especialista para ultimar los detalles de
 la cirugía, la madre de Gabriela le comentó sobre los encuentros de
 oración que organizaba Retiros Luz -iniciativa hermana de periódico 
Portaluz-, y que reúne a cientos de personas, anhelantes de 
salud y de fe, alrededor del Santísimo Sacramento. El retiro, le dijo, 
para más animarla, “es guiado por el conocido sacerdote canadiense
Ghislain Roy


Caulier quedó convencida y asistió con su hermana en noviembre de
 2013, sólo, puntualiza, “con la intención de acompañarla. Ella padecía de
 un trastorno alimenticio, y ha luchado por su enfermedad día a día… es 
muy devota de la virgen. No sabíamos de qué se trataba…”

El antes y después durante el retiro de padre Ghislain

Le impactó la Eucaristía y posteriormente aquella íntima adoración
 al Santísimo Sacramento con que iniciaron el encuentro. Conforme 
pasaban las horas, vinieron las catequesis sobre la acción del demonio 
y la supremacía sanadora y liberadora de Dios, señala. Esto sería un 
sutil preámbulo para lo que viviría más tarde cuando continuaran 
en Adoración eucarística. “El sacerdote –explica- estaba pidiendo 
a Dios por la sanación de todas las personas”. Gabriela y 
Francisca estaban sentadas en medio de la asamblea y veían 
cómo uno a uno todos se acercaban donde padre Ghislain para 
que él imponiendo sus manos, los bendijese. “Hasta ese momento
 era escéptica -dice- luego, cuando me senté y oraba sobre mí, 
el padre me dijo: «vas a sentir la sangre de Cristo que recorrerá
 tu cuerpo», y yo, callada, pensaba solamente en «cri cri, no siento nada». 
Volvió a decir lo mismo segundos después y con serenidad cerré 
mis ojos, invoqué al Espíritu Santo y le dije «Espíritu Santo, si estoy
 acá es para que tu hagas un milagro en mi vida». Empiezo a 
decir esto y comienzo a sentir que como si fuera un líquido caliente,
 algo recorre mis venas. Fue impresionante, porque sentí que corría 
por mi pierna hasta el melanoma, para abajo. Luego experimenté 
mucha paz. Esto fue el día sábado y sentí mucha paz, 
mucha entrega y efectivamente… hubo una sanación”.

Agua exorcizada para liberar y sanar
Terminado el retiro, el sacerdote pronunció una oración especial en que 
pidió a Dios la bendición del agua para exorcizar. Gabriela se trajo una 
pequeña botella con el líquido bendecido, para tener junto al altar de 
su casa. Dos semanas después visitó a Mariana, su doctora. “Ella sólo
 me preguntaba con estupor «¡Qué te hiciste!, no tienes nada, todo
 desapareció»”. Entonces le comentó lo ocurrido en aquel retiro. 
Pasaron los días y las dudas sobre si se mantendría aquella “sanación”
 la asaltaban.  Con estas dudas de fe tuvo que retornar donde la 
especialista cuando “en la otra pierna me apareció una cosita, un
 tumor que fue creciendo en pocos días”.

El diagnostico era más crítico que el anterior. Los primeros exámenes
 apuntaban a un carcinoma espinocelular, tumor maligno que 
podría fácilmente comprometer otras zonas del cuerpo. Apareció 
en la pierna de Gabriela como un grano y en pocos días “ya tenía
 el porte de una pequeña manzana”, explica. No pudo disfrutar de
 las vacaciones de 2013 y con dolor se resignaba a ver de lejos cómo 
Patricio –su nuevo esposo con quien se había casado- y sus hijos, 
se bañaban en la playa. De regreso en Santiago, una noche, 
angustiada, sin poder controlar el dolor, llamó a su madre.

“Mi mamá vino muchas veces a cuidarme, porque la herida se me
 podía infectar, y si crecía día a día, podría complicar las cosas. 
Esa vez vino y se le ocurrió poner un poco de aquella agua e
xorcizada sobre la pierna, que estaba sumamente colorada.
 Mientras que hacíamos la oración que aparece en el libro ‘Para 
liberarse y sanar’ del padre Ghislain que habla acerca de la 
liberación del mal. ¡Puso el agua exorcizada, rezamos, y a 
los pocos minutos, desapareció lo rojizo!”

La batalla entre Dios y el demonio
En poco más de media hora, fuera de toda lógica racional 
y posterior explicación científica, las oraciones de una hija atribulada
 y su madre, despuntaron en un suceso extraordinario que a pocos 
meses de haberse producido, sigue gestando frutos en la vida 
de Gabriela Caulier. Algunos días después visitaron a otro médico
 que era creyente y devoto de la Virgen, quien compartió el asombro 
por lo ocurrido e indicó que la malformación maligna había
 transmutado a un tumor benigno, tipo queratoma. “Cuando 
le comentamos lo ocurrido, nos pidió un poco de aquella agua exorcizada”.

Finalmente y como parte del proceso, Gabriela fue intervenida
 quirúrgicamente el lunes 24 de febrero en Santiago de Chile,
 para eliminar toda posibilidad de un nuevo resurgimiento. 
Fue la decisión del especialista que ella aceptó y “mientras me 
extirpaban el ahora tumor benigno, le pedía a la virgen «si quieres 
que esté en este mundo, por favor déjame y si no, mándame a buscar 
bien rápido»”.

Gabriela confiesa que la enfermedad y su sanación, en su percepción
 reflejan la batalla entre Dios y el demonio, “porque el coliguacho
(demonio) me pilló con miedo. Como había vivido la sanación
anteriormente, había quedado ciento por ciento convencida.
Pero el miedo me hizo dudar de la recuperación y le preguntaba a Dios:
«A ver… si tú me hiciste la sanación, ¿por qué me la enviaste a la otra
 pierna?», y me di cuenta que esto no era de Él. Fui al santuario de
 Schoenstatt, fui a misa todos los días y me di cuenta que esto se
 produce porque el demonio quiere demostrar que Dios no tiene el
poder de sanar, quiere quitarnos la esperanza”.

Una marca: la C de Confianza
Por ello tomó como lectura obligada para todos los días algún
capítulo del libro ‘Para liberarse y sanar’ de padre Ghislain y
 se encomienda a la Santísima Trinidad, como acto de agradecimiento.
 “Del tumor no me quedó nada, a excepción de una marca en forma
de C, y que la interpreto como una C de confianza… sin ponerse en
 las manos de Dios, uno no es nadie. Aquella C nunca se borrará, y
quedará marcada en mi corazón”.