*Dios Padre explica los 10 Mandamientos

Habla Dios Padre a Javier Viesca, México
Sobre: “Los Diez Mandamientos que Os he dado”.

Hijitos Míos, Mis pequeños, Mis amados de Mi corazón. Yo vuestro Dios y Creador, he puesto Una Ley en vuestro corazón, os he dado Mis Preceptos para que al ser cumplidos, pudiérais vivir en la libertad en la que fuisteis creados y al daros a Mi Único Hijo, os doy al rango de hijos del Padre y coherederos de Mi Reino.

Así como Mi Hijo os explicó en el pasado Mensaje, sobre lo que está sucediendo y sucederá en breve en vuestro Mundo, Yo ahora os quiero ayudar a que reflexionéis sobre vuestro comportamiento pasado y presente, para que podáis afectar el futuro, con vuestra mejora de vida espiritual.

Yo, vuestro Dios, Dios de todas las generaciones, dí, a Mi pueblo escogido, 10 Mandamientos a cumplir, haciéndoles hincapié en que si los llevaban a cabo, Yo, vuestro Dios, su Dios, los consentiría siempre.

Aún desde el principio, Mi pueblo escogido fue terco y falto de fé para Conmigo, aun a pesar de haberles mostrado Mi Poder con grandes prodigios, con los que los iba guiando y protegiendo de los otros pueblos que los querían destruir.

Les di profetas, les di reyes, los di de las mejores tierras, les di grandes hombres, que fueron, muchas veces, ejemplo para los otros pueblos y aún así Me dieron la espalda. Les di a Mi propio Hijo y burlándose de El, lo mataron. El mal ha atacado siempre a Mi Obra y en ella, sin excepción, os encontráis todos vosotros.

Hoy os quiero recordar algunas cosas y a poneros en guardia, para que os deis cuenta como el demonio os ha atacado durante todo el tiempo de la Creación, desde que hubo vida humana sobre la Tierra.

Yo os dí 10 Mandamientos que, aunque Mi Hijo os dijo que lo ideal sería que se resumieran en dos, os los di para que os comportarais como verdaderos hijos Míos al cumplirlos.

El maligno ha atacado Mis Mandamientos y los ha ridiculizado ante todos vosotros, por lo cuál vosotros ya ni los tomáis en cuenta y caéis en la soberbia y con ella él os ha tapado los ojos del alma. Al vivir ciegos espiritualmente, actuáis como seres libertinos, que no queréis aceptar ni seguir ley alguna, con lo cuál habéis permitido que el pecado se haya implantado fuertemente en el Mundo y sea la causa de que vaya rápidamente a su destrucción total.

Al Primer Mandamiento: Amarás al Señor tu Dios, con todo tú corazón y a tu prójimo como a ti mismo, el maligno os envuelve en su mentira para alejaros de Mí. Os endiosa a vosotros mismos, a través del embellecimiento de vuestro exterior, volviéndoos dioses de carne. Os ha llevado a exaltar a vuestro propio ego, ya en lo físico, ya en lo intelectual. Os ha hecho creer que valéis muchísimo porque es vuestra belleza exterior y vuestras capacidades intelectuales las que realmente cuentan. Ahora sois bellezas reales, estatuas labradas vivientes, hermosuras que van de un lado a otro causando sensación en algunos y envidias en otros. Sois ahora estatuas bellísimas al estilo griego, pero frías como el granito y vacías de Mi Vida Divina en vuestro corazón.

Sois ídolos de carne y hueso y que al igual que los ídolos de madera o de piedra que no saben AMAR y no saben ADORAR a su verdadero Dios, así ahora estáis vosotros viviendo en este mundo de falsedad.

Al Segundo Mandamiento: No jurarás el Santo Nombre de Dios, el mal, con sus mentiras, os hace jurar por alguien más, ya que tan falsos os habéis vuelto que tenéis necesidad de anteponer Mi Nombre o el nombre de una persona respetable, porque ya vuestra persona ha perdido toda veracidad y respetabilidad.

Al jurar en Mi Nombre o en el de otros, estáis mostrando vuestra inseguridad en vuestro valer. Juráis en mi Nombre porque vuestro nombre, vuestra honra ya no es fidedigna, ya no es lo suficientemente valiosa como para ser respetada por los demás. El maligno os ha llevado a la deshonra total, al fango, al pecado mortal, para que por medio de vuestra caída se deshonre Mi Obra Creadora.

Al Tercer mandamiento de: Santificarás Mis Fiestas, os ha llevado a haceros olvidar lo que el Domingo y las Fiestas de Guardar deben significar para un verdadero hijo Mío.

En la antigüedad era un honor poder acercarse al Arca de la Alianza ó, posteriormente, poder ir a la sinagoga. Sólo la gente preparada podía hacerlo. Se preparaban para que su presencia ante Mi Presencia fuera del máximo respeto y del máximo gozo al permitírseles conocer Mi Palabra y poder usarla para poder comunicarse más respetuosamente con su Dios.

Esperaban con ansia el Día del Señor, la Fiesta Divina en la que el hombre podía entrar en la Casa de su Señor y su Dios. Aún su vestimenta era la mejor, para presentarse ante su Dios y se purificaban antes de entrar al recinto sagrado. Se interesaban en estudiar Mis Palabras, dadas a través de Mis profetas, y todo era gozo inmenso, por estar ante Mi Presencia.

Todo el día era consagrado a su Dios y ahora, ¿qué os ha sucedido, Mis pequeños? Os habéis dejado embaucar por el maligno y con sus ataques ha desviado vuestra atención hacia la cosas del mundo en el día que Me pertenece.

Si no salís de “día de campo” con la familia, os sentáis ante el televisor a ver un juego de pelota u os reunís con los amigos a platicar de algún tema de “interés” tomando bebidas alcohólicas, que sólo van a adormilar más vuestros sentidos para que el Día se pase sin que Me toméis en cuenta. Tomáis Mi Día como vuestro día de descanso total y Yo, que deseo estar con Mi familia terrena en Mi Casa, no lo puedo tener, porque Mi familia se ha olvidado de su Padre Celestial.

Al Cuarto Mandamiento: “Amar Padre y Madre”, el maligno os ha llevado a la destrucción de la familia. De hecho, ya muchos de vosotros, vais al Sacramento del Matrimonio con la firme idea de no concebir, lo cual de inmediato anula al sacramento, ya que se pone en contra de Mi Orden Divina de “Creced y Multiplicaos”. La soberbia os ha negado tanto que ya no respetáis las canas de vuestros progenitores. Se os vuelven carga y los abandonáis, si no en asilos u hospitales, sí en sus hogares y casi nunca los visitáis.

Llega, con otros, a tal grado su soberbia y su falta de agradecimiento a sus progenitores, que por ser de cuna humilde y que, a pesar de que ellos se dieron con gran sacrificio para darle una carrera al hijo ó a la hija, estos al sentirse en mejor posición económica y social, niegan a sus padres.

¡Cuanta maldad ha puesto Mi enemigo en el corazón del hombre! Oíd bien esto, aquél que no respete a su padre o a su madre, no merece vivir Conmigo en el Reino de los Cielos.

Para el Quinto Mandamiento: “No matarás”, el maligno os ha llevado a destruiros unos a otros de palabra y de obra. De palabra, como ya antes os he explicado, con la crítica, afectando a la honra de vuestros semejantes. Y de obra, al matarles cuerpo y alma. Os habéis vuelto fraticidas, al matar a vuestros hermanos con el mal ejemplo, llevándolos a una vida sin Dios, a una vida en el pecado, a una vida vacía en los vicios y en las drogas. Matáis a vuestros hermanos al ser cómplices de aquellos que, convirtiéndose en instrumentos del mal, producen muerte moral y espiritual por medio de las revistas ó publicaciones inmorales y pornográficas ó por medio de programas de televisión ó de cine y vosotros permitís que vuestros hijos los vean.

Y, por último, quizá sean los que menos hay que están pecando contra éste mandamiento, sean los asesinos, que por asaltar, matan a sus hermanos. Por ello os dijo Mi Hijo Jesucristo: “Temed más a aquél que pueda matar vuestra alma”.

Para el Sexto Mandamiento: “No fornicarás ni cometerás actos impuros”, el maligno os ha llevado a ver con “naturalidad” lo que va en contra de ésto Mi Mandamiento, que afecta a la pureza en la que creé al Primer hombre y a la Primera mujer. Os hace creer que el amor consiste en el goce sexual simplemente y así os ha engañado en tal forma que ahora lo véis tan “normal” en películas y revistas, que aquél que no ha tenido experiencias sexuales pre—matrimoniales, lo consideran raro, enfermo o anticuado.

Ya os he explicado que no os puedo decir como algunos de vosotros os decís que sois peor que animalitos, ya que ellos siguen un instinto de reproducción para mantener la especie. Ellos no piensan si sea bueno ó malo, ellos sólo se guían por el instinto que puse al crearlos. Vosotros no, Yo os dí un alma y con ella la inteligencia y demás capacidades que dá el ser racionales.

La reproducción en el ser humano no se dá por instinto sino por AMOR y con él, el respeto a la persona amada y todo esto con fines de PROCREACIÓN para dar alegría a vuestro Dios. El acto sexual es un acto superfluo y falto de vida, sólo lleva a cabo el goce corpóreo, pero no en el alma, ya que en la gran mayoría de los casos, como ahora lo utilizáis, vais a impedir la vida por medio de los artificios que el maligno os ha dado para que no prosigáis con Mi Obra Creadora.

Para el Séptimo Mandamiento: “No hurtarás”, el modelo de vida que os ha propuesto el maligno es el de “mientras más tengas, más vales” y así el hombre no respeta ahora la forma de obtener en dinero y las cosas materiales, aplasta, destruye, humilla, pasa por sobre lo que sea, por sobre quién sea, para “ser alguien en la vida” y así el hurto se vuelve la mejor forma. Se le roba al cliente en los mercados alterando las balanzas, se le roba al pueblo tomando sus bienes para bien propio, se le roba al que más tiene, por envidia, se le roba al pacífico por “dejado”. Se le roba al prójimo, en estos tiempos, a todos niveles y en todos los medios posibles.

Para el Octavo Mandamiento: “No levantaréis falsos testimonios ni mentiréis”.
Mi enemigo, siendo el padre de la mentira, la ha enseñado a todos vosotros para conseguir todo, lo que en forma deshonesta ó injusta, deseéis conseguir. De hecho, prácticamente, no existe sobra la Tierra, hijo Mío que no use de la mentira todos los días, para obtener una u otra cosa. Desde el pequeñín hasta el anciano, la mentira, grande ó pequeña, deshonra sus labios y mancha su corazón.

Contra el Noveno Mandamiento: “No desearás la mujer de tu prójimo”, es parecido al Sexto Mandamiento, pero ahora peor, puesto que el maligno, contra éste mandamiento, os hace voltear hacia la mujer casada y al dañarla con la seducción, os lleva a la destrucción de la familia.

La mujer, seducida por el placer sexual ó por la seducción al dinero y las cosas materiales, es arrancada del núcleo familiar por hombres sin escrúpulos vendidos al mal.

La falta en la vivencia de Mis Sacramentos y de la oración, os debilita, debilita vuestra alma y la hace fácil presa de las pasiones de la carne. La falta de oración en la familia os vuelve vulnerables a los ataques destructivos del mal. Y así, el mal ejemplo diseminado a través de los medios de comunicación, hace estragos en las familias. Por querer seguir patrones nefastos transmitidos en los medios de comunicación viniendo de “países desarrollados”, os hacen enlodaros al igual que están ellos.

Cuando tarde recapacitáis del mal en el que caísteis, “por gusto o por conveniencia”, la destrucción familiar se ha dado y, desgraciadamente, con repercusión futura en sus miembros.

Para el Décimo Mandamiento: “No codiciarás las cosas ajenas”, el maligno os lleva a desear en forma enfermiza, multitud de cosas, para crearos un status de vida con el cuál podáis presumir a vuestros semejantes. Así os lleva, en una gran mayoría de veces, a gastar aún del dinero que no poseéis, lo que os llevará a hipotecar vuestros bienes primarios, como casa, coche y a veces es tal el problema en el que caéis, quo hasta “vendéis” la vida del cónyuge o de algún hijo o hija, con tal de obtener el bien deseado.

Os llenáis de cosas, vivís para obtener cosas, morís por obtener cosas y os olvidáis de buscar afanosamente, para obtener lo más importante para el hombre, a su Dios. Cuando el hombre aprende a buscar a su Dios y lo llega a poseer, todo lo demás le salo sobrando. Las cosas del mundo adquieren su propio valor y así se vuelven insignificantes en comparación al Bien obtenido, que Soy Yo, vuestro Dios.

Hijitos Míos, espero que esta pequeña explicación a Mis Mandamientos, os haga reflexionar sobre cómo el maligno os está atacando actualmente y con ellos os lleve a un cambio de vida en donde busquéis afanosamente los verdaderos valores que deben vivir en el alma de cada uno de vosotros. Tratad de vivir más profundamente en Mí y así el maligno nada podrá contra vosotros.

Yo os bendigo con la Gracia y los Dones de Mi Santo Espíritu y os lavo con la Sangre Preciosa de Mi Hijo Jesucristo, para devolveros vuestra dignidad, la de ser Mis hijos para toda la eternidad.