*El Escapulario que salvó 2 vidas

La siguiente historia es verídica. Fue publicada originalmente en un periódico alemán bajo el 
título de "Seine Mutter Meine Mutter” (“Su Madre Mi Madre") por A.M. Weigl y traducida por Anna 
C. Pertsch. Es republicada con el permiso y por cortesía de "Fátima Findings" de Baltimore, 
Md., una publicación de la Sociedad de Desagravio del Inmaculado Corazón de María.

El Escapulario que Salvo dos Vidas

Mi batallón era miembro de la Brigada Irene. Estábamos listos para avanzar. Después de 
pasar Eindhofen nuestros tanques y camiones atravesaron Uden. Al anochecer acampamos 
en una vieja finca cerca de Nijmegen. Detrás de la casa había un pozo viejo rodeado de 
ladrillos. Esto brindaba una gran oportunidad para lavarnos el sudor y el polvo de horas de 
pelea. Pueden imaginarse lo bien que aprovechamos la vieja bomba del pozo. Tire mi 
chaqueta al suelo y colgué mi Escapulario en la bomba mientras me lavaba con el grupo.

Noticias Aterradoras

Una hora más tarde recibimos órdenes de avanzar cerca de una milla y ocupar allí una 
trinchera. Estábamos deseando tener una noche apacible para poder dormir en la trinchera.

Al acostarme y desabotonar mi cuello, note consternado que no tenía mi Escapulario, el cual 
había sido un regalo de mi madre. Lo había tenido conmigo durante toda la guerra y ahora 
que nos aproximábamos a la boca del león sería posible estar sin él?

Ni pensar en ir a recogerlo, así que trate de alejarlo de mi mente para poder dormir. Me movía 
de derecha a izquierda sin poder conciliar el sueño.

Alrededor mis compañeros dormían como lirones a pesar de que de cuando en cuando caían 
granadas peligrosamente cerca. Finalmente fui dominado por el deseo de recuperar mi 
Escapulario y deslizándome salí de entre mis compañeros que dormían. No fue fácil evadir al 
centinela pero lo logre y corriendo regrese por el camino de venida.

Estaba oscurísimo pero tuve buena suerte y en poco tiempo llegue al pozo de la finca. Mis 
manos se deslizaban buscando alrededor de la bomba pero no hallaba el Escapulario. 
Estaba a punto de encender un fosforo cuando oí el sonido de una espantosa explosión. 
¿Qué hacer? ¿Era esa la señal de un ataque enemigo? Tan rápido como pude corrí hacia 
nuestra trinchera. Quizá podría hacer algo por mis compañeros allí.

Casi Perezco

Cerca de la trinchera vi a los ingenieros removiendo rápidamente montones de tierra y 
alambre de cerca. En el sitio preciso en que mis compañeros habían estado durmiendo 
aparecía un gigantesco hueco hecho por la explosión. Si yo no hubiese partido a recoger mi 
Escapulario también estaría sepultado bajo esos escombros.

"¡Creí que Estabas Allí!"

A la mañana siguiente fui al comedor de campana y encontré a un compañero allí. Me miro 
asombrado. "¡Creí que estabas en esa trinchera!" "¡Y yo creía que tú estabas enterrado allí!"

Mi amigo continuo: "Estaba acostado en la trinchera pero antes de dormirme fui a buscarte. 
No pude encontrarte. El corporal me vio escudriñando y me interrogo al respecto. Cuando le 
dije de lo que se trataba me respondió, '¡Se sensato! Es mejor que vayas a esa posada 
cercana y me taigas una botella de agua.' Mientras realizaba este mandado ocurrió la 
explosión".

Me Entrego mi Escapulario

"También yo me libre por un pelito", le conteste. "Pero, ¿para qué me estabas buscando tan 
tarde por la noche?" "Para darte esto", me replico y me entrego mi Escapulario que había 
recogido de la vieja bomba de agua.