Sin la ayuda del Cielo no venceréis

Agosto 2014, del libro "Dadme de beber"
Hijos Míos, nunca como hasta ahora debéis invocar a Mi Santo Espíritu y pedirle el don de fortaleza y todos los demás dones, que serán como armas infalibles para vencer la batalla del mal que Mi enemigo mortal está suscitando por todas las partes del mundo, y en todos los colectivos. Yo, Jesús, os hablo.

No creáis que porque seguís un plan de vida espiritual podéis vencer esta lucha escarnecida contra le fe católica y Mis enseñanzas, contra Mi divina Persona y Mi Santísima Madre. Sois humanos, con muchas limitaciones en todos los campos, por eso, debéis redoblar la vida de piedad y dar a vuestras almas alimento extra por todo lo que está pasando y os puede sobrevenir. Yo, Jesús, os hablo.

Si en una vida normal y sin persecuciones sois débiles y caéis una y otra vez, imaginaos lo que podéis caer si no estáis preparados para la guerra de Satán y sus secuaces, cuyo odio es extremo y su furor contra todo lo que sea Mío es intenso también. Yo, Jesús, os hablo.

Mi Madre es la vencedora de Satanás y debéis refugiaros en Ella. Vivid su consagración con amor y entrega, con fe hacia la que también es vuestra Madre, y no tengáis miedo, solo estad preparados para soportar el mal y poderlo vencer, que sin la ayuda del Cielo vuestras fuerzas serían nulas. Yo, Jesús, os hablo.

Acudid hijos a vuestros Santos Ángeles Custodios, dispuestos y deseosos de ayudaros cuantas veces hagan falta. Satanás los teme porque son espíritus angélicos, llenos de amor a Dios. Y tanto como él está lleno de odio, en la misma medida están ellos llenos de amor hacia Mí y hacia la Santísima Trinidad. Así que tenedles devoción y confianza e invocadlos una y otra vez en situaciones de peligro, de tentación, de temor, de angustia y de desesperanza. Yo, Jesús, os hablo.

Y Yo, vuestro Hermano y Salvador, no os dejaré a merced de vuestras fuerzas, pues se que son flacas, limitadas e insuficientes. Por tanto, no temáis la perversión de Satanás, que él ante un alma que está unida a Mí o a Mi Madre, nada puede. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.