Cuando pecáis gravemente estáis con Satanás

Habla Dios Padre.

Hijitos Míos, las almas que saben escuchar Mi Voz, siempre salen bien libradas de las pruebas, aunque éstas sean muy fuertes. Tenéis a Noé, y es una tristeza que, solamente fuera Noé y su familia los que se pudieron salvar, porque muchos miles murieron porque no eran gratos a Mis Ojos. Sodoma y Gomorra, dos ciudades y nuevamente una familia salvada, la de Lot. Un ejemplo grande para todos los tiempos, Nínive, que respondió al llamado del profeta, se arrepintieron y los perdoné.

¿Cuántos serán ahora, Mis pequeños?, ¿cuántos los que saldrán adelante? Os he dicho que el resto fiel es pequeño, muy pequeño y esto es una tristeza, porque, en el pasado, tuvieron la voz de los profetas y pocos o muchos se salvaron, pero vosotros habéis tenido la Voz de Dios, Mi Voz en Mi Hijo Jesucristo y ¡qué desperdicio de una gran mayoría de vosotros! No os imagináis, el dolor que esto Me causa.

Seáis salvados o seáis condenados, en algún momento conoceréis Mi Amor, el Amor que tengo por cada uno de vosotros y os daréis cuenta que durante vuestro tiempo de vida sobre la Tierra, nunca, nunca nadie tuvo algún amor como el Mío hacia vosotros, hacia cada uno de vosotros, muy en lo personal, muy en lo íntimo, porque Mi Amor es Divino, Mi Amor es inmenso, es Infinito, Purísimo y Santísimo, nunca en vuestra vida, tuvisteis algo así, algo semejante y lo despreciasteis.

Tristeza también os debiera dar y un arrepentimiento intenso, porque no aprovechasteis Mi Amor.

Ahora lo sabéis, reparad el tiempo que os quede de vida, para que Yo Me conmueva más por vosotros y salve a infinidad de almas.

Muchas almas se perdieron en el pasado porque no apreciaron tampoco Mi Amor, no quisieron escuchar a los profetas de aquél tiempo y, aunque, ciertamente, los profetas les hacían conocer Mis Designios, no los tomaban en cuenta, no apreciaban tampoco lo que se les dio en ése tiempo. No seáis como ellos, agradecedMe que he sido Benevolente con cada uno de vosotros porque, si recorréis vuestra vida, toda vuestra vida, sed conscientes de que os mereceríais la muerte eterna, o sea, la condenación de vuestra alma, pero os perdoné muchas veces vuestros pecados mortales, los pecados que llevaban a la muerte, pero por la Gracia Divina, por el derramamiento de Mi Amor al mandaros a Mi Hijo, recuperabais la Gracia, cada vez que recibíais la absolución de algún ministro Mío, en la Iglesia. ¿Cuántas veces pudisteis haber muerto, estando en pecado grave?, y Yo no lo permití y os daba la oportunidad de confesaros y volver a recuperar la vida de la Gracia.

Daos cuenta que muchas veces estuvisteis en ése peligro de morir estando en pecado grave, pero os perdoné y os di una y muchas veces más oportunidades de regresar a Mí y terminar vuestra misión.

Hay tanto que debéis meditar y mucho más que Me debéis agradecer. Os colmé de favores, aún a pesar de que Me dabais la espalda. Vosotros, como seres humanos, no haríais eso o no hicisteis eso, con aquellos que consideráis vuestros enemigos, daos cuenta que fuisteis enemigos Míos, cuando Me disteis la espalda y cometíais pecados graves, erais Mis enemigos porque, cada vez que pecabais gravemente, estabais con satanás, que es Mi peor enemigo, porque no ama Mi Amor y, aún así, os perdoné infinidad de veces, para que volvierais a una amistad íntima Conmigo.

¿Cuántas veces, realmente, os arrepentisteis de corazón de haberMe dañado tanto?, volviéndoos enemigos Míos, porque le hicisteis muchas veces caso a satanás, de ofenderMe, de darMe la espalda, de no cumplir con lo que Yo os pedía, para que os mantuvierais en estado de Gracia y así crecierais hacia la perfección.

Pocas, muy pocas veces meditasteis sobre ello y Me pedisteis perdón y menos veces Me agradecisteis por la absolución que Yo os daba a través de Mis ministros.

¿Os dais cuenta de qué tan distraídos estáis, de que no respondéis como verdaderos hijos? ¡Cuánto desamor hacia Mí!, os decís seguidores Míos, de vuestro Dios en Mi Santísima Trinidad y no respondéis como tales. No sois amigos leales, pero Yo, como Padre vuestro, os seguía, iba tras de vosotros, os cuidaba sin que os dierais cuenta, cuando caíais os levantaba, Me alegraba cuando estabais Conmigo. ¡Siempre atrás de vosotros, protegiéndoos! Y aquí estoy nuevamente, tras de vosotros, anunciándoos éstos cambios, que Me debierais agradecer de corazón y, en lugar de eso, el miedo, el terror, no os deja pensar ni actuar debidamente, porque no confiáis en Mí, que os quiero dar siempre lo bueno, lo mejor que tengo Yo.

¡Qué ingratos sois, Mis pequeños! ¡Qué ingratos sois! Ciertamente, ésta purificación, os hará crecer en el amor, os hará crecer en la gratitud, os dará una nueva vida, donde reconoceréis todo lo que Yo he hecho por vosotros y entenderéis más, ahora, lo que significa un Amor de un Dios hacia Su creatura.

PedidMe ya desde ahora, vosotros, los que Me amáis, que os enamoréis de Mi Amor, para que podáis gozarMe ya, desde ahora, de todas las Bendiciones que tendréis durante éste tiempo de purificación porque, yendo atrás de vosotros, iré y os seguiré protegiendo, levantando, compartiendo con vosotros vuestras alegrías, sin que os deis cuenta, hasta que llegue un momento en que Yo ya no vaya atrás de vosotros, sino junto a vosotros, que lleguéis a ésa confianza tal, en la cual, caminemos juntos y seamos uno solo.

PedidMe, Mis pequeños, ésa transformación de vuestro cuerpo y de vuestra alma, para que podamos ya ser uno solo, Mi Voluntad con vuestra voluntad.