Sin gafas gracias a la Virgen



En mis tiempos de estudiante en Paris durante la “Revolución del 68”, un estudiante escribió con letras bien grandes sobre la pared de la Sorbona: “¡Dios ha muerto! (Nietzche)”. Al día siguiente, otra inscripción de igual tamaño había sido agregada por otro estudiante: “¡Nietzche ha muerto! (Dios)”.

¡Resulta imposible vivir en Medjugorje sin ver con sus propios ojos que Dios está vivo! Quien pase una sola jornada interrogando a grupos de peregrinos hacia el final de su estadía, ¡tendrá materia para dar gracias por tantas maravillas! Entre estos múltiples testimonios, me impactó recientemente la historia de sor Andrea, de los Estados Unidos; es muy simple y al mismo tiempo poco común:
Mi amiga Mabel le ofreció a una hermana religiosa, con grandes dones de artista y de pedagoga, un viaje en peregrinación a Medjugorje en julio de 2007. Estuvimos charlando y Sor Andrea me contó cuánto amaba servir a Dios a través de la música litúrgica.

Cuando su hermana regresó de su peregrinación, Mabel percibió de inmediato un cambio en ella, aunque no lograba identificarlo: ¿qué pasó? ¡te noto cambiada!, le dijo, y de repente se dio cuenta: ¿y tus anteojos?

- No los uso más, ¡ya no los necesito!

El último día de su peregrinación, sor Andrea estaba rezando en la capilla de Adoración que estaba, a esa hora, prácticamente vacía. Se había quitado los lentes y los había apoyado sobre el banco. Desde los 14 años usaba lentes a causa de un astigmatismo bastante severo que le impedía ver de lejos. Con el tiempo su visión había ido disminuyendo y había tenido que comenzar a usar anteojos trifocales, cosa que le incomodaba mucho porque la obligaba a mover constantemente la cabeza cuando debía estar leyendo sus partituras y dirigir la música al mismo tiempo, provocándole un gran cansancio. Aquel día, se dirigió a la Virgen con la simplicidad de un niño y le comentó que sería bueno que no tuviera más que usar aquellos lentes. No era propiamente una oración de petición, sino más bien un pensamiento compartido con su Madre del Cielo, sin más, como dos amigas que charlan juntas.

¡Recién a la noche se dio cuenta de que había pasado el resto de la jornada sin sus gafas y que veía perfectamente, tanto de lejos como de cerca!

A su vuelta de Medjugorje, su oftalmólogo después de examinarla, le dijo que su astigmatismo perduraba y que necesitaría seguir utilizando sus anteojos; pero el hecho es que sor Andrea ve muy bien desde hace más de un año, y a pesar de su astigmatismo, puede leer las partituras, aún aquellas impresas con caracteres pequeños y dirigir el coro sin problemas.

Ella concluye su hermoso testimonio de esta manera:”No sé si se trata de un milagro o de un favor. Todo lo que sé es que no tengo más necesidad de usar lentes ¡y esto facilita mucho las cosas! ¡Es verdaderamente un hermoso regalo que la Santísima Virgen ha permitido que recibiera!”